La empresa, concebida como Ā«organismo vivoĀ», ha de adaptarse a la realidad que la rodea. Por ello, debe contar con personal y, sobre todo, directivos, que sean competentes y que asuman que la clave de la diferencia entre el Ć©xito y el fracaso recae en el conocimiento y la formaciĆ³n especĆfica.
Texto: Alfonso CebriĆ”n. Doctor en Ciencias EconĆ³micas.
Hace unas dĆ©cadas, toda la sociedad ya reconocĆa que la formaciĆ³n debĆa entrar, de forma activa, en el mundo empresarial. Este hecho era especialmente urgente en el mundo occidental, donde la evoluciĆ³n de las nuevas tecnologĆas y las comunicaciones era cada vez mĆ”s rĆ”pida y requerĆa adaptaciones de las organizaciones en un nuevo entorno. Inevitablemente, la creciente complejidad del avance tecnolĆ³gico hizo que un gran nĆŗmero de funciones, que hasta entonces se habĆan realizado por aplicaciĆ³n directa de las facultades intelectuales y fĆsicas del ser humano, pasaran a ser realizadas por mĆ”quinas. Fue entonces cuando las empresas empezaron a pedir de forma creciente un tipo de personal preparado para dominar, controlar y dirigir la tecnologĆa, y para llevar a cabo funciones de direcciĆ³n en el mĆ”s amplio sentido de la palabra. Este personal de Ā«calidadĀ» propiciĆ³ la diferenciaciĆ³n de las compaƱĆas, con directivos convencidos de la importancia de la formaciĆ³n al ritmo de la sociedad y el cambio.
Y es que cuando una empresa afronta una novedad desconocida, la organizaciĆ³n debe ponerse en consonancia con su entorno, por lo que se pueden plantear dos posibilidades: la propia innovaciĆ³n o la asimilaciĆ³n de experiencias procedentes de los resultados de otras organizaciones que sĆ han innovado. Existe, por tanto, la posibilidad de Ā«inventarĀ» o de Ā«copiarĀ», pero en ambos casos el Ā«conocimientoĀ» resulta fundamental. Para adoptar la primera opciĆ³n, es indudablemente necesaria una formaciĆ³n sĆ³lida en el campo de la empresa y el sector, de su situaciĆ³n actual y del anĆ”lisis de la direcciĆ³n a tomar y sus resultados. Pero tambiĆ©n es muy importante conocer las nuevas Ć”reas formativas que deben cubrir las compaƱĆas para que no aparezcan problemas.
La crisis ha marcado el camino
Hoy en dĆa, nos vemos afectados por una profunda crisis que no hace mĆ”s que acentuar las carencias y las necesidades de las organizaciones y marca un camino para poder seguir adelante. Los jĆ³venes han asumido completamente esta metodologĆa porque muchos han crecido y se han educado -sin darse cuenta- en esta dinĆ”mica de informaciĆ³n y formaciĆ³n constante que para los directivos de generaciones anteriores no estaba tan clara. Entonces, un oficio se observaba como aprendiz y se repetĆa para hacerse bien, incorporando el criterio personal y la lĆ³gica. Pero faltaba en muchos casos la vertiente teĆ³rica que sĆ tienen hoy en dĆa los titulados en MBA, que son conscientes de la importancia de un buen management , de las leyes que lo definen -como la Ć©tica, la RSC o la identidad personal- y de la importancia de la entidad de la empresa mĆ”s allĆ” de los resultados; en el fondo, la necesidad de llegar a conocer realmente el sentido de lo que se hace, y del sentido que tiene para aquellos que lo hacen. A modo de ejemplo, en el informe La EconomĆa EspaƱola en 2033 , editado por PWC, se ve reflejada, entre otros datos, la opiniĆ³n de los empresarios sobre la formaciĆ³n. Estos concluyen que el aprendizaje continuo, la experiencia y las prĆ”cticas formativas en el entorno del trabajo son, definitivamente, actividades o polĆticas con un efecto en la productividad del trabajador que se amplifica a medida que aumenta la base sobre la que se aplican, que son los aƱos de estudio de la poblaciĆ³n.
Los directivos del siglo XXI no pueden dejar de lado los conocimientos. Las compaƱĆas cada vez valoran mĆ”s la experiencia internacional, el nivel de idiomas, las habilidades tecnolĆ³gicas y la experiencia profesional conforme a su cargo
ĀæQuĆ© tipo de directivo necesitamos?
Dentro de un panorama como el descrito, la formaciĆ³n no se puede poner en duda y se convierte, por tanto, en un recurso primordial de la organizaciĆ³n para adaptarse con agilidad y mantener su posicionamiento competitivo. Pero la innovaciĆ³n no deberĆa recaer sĆ³lo en los nuevos fichajes, sino en el compromiso general, sobre todo en el caso de los altos cargos, de la bĆŗsqueda constante y de la actualizaciĆ³n de los medios y conocimientos del entorno.
AsĆ, tenemos que pararnos a pensar cuĆ”l es el tipo de directivo que necesitamos y cĆ³mo se debe formar para llegar a este perfil. Tanto si es una nueva incorporaciĆ³n como si tiene una larga trayectoria en cargos de direcciĆ³n, la formaciĆ³n debe estar siempre presente en cualquiera de sus decisiones de futuro, recordando la importancia del saber y del conocimiento, y de quĆ© manera la buena gestiĆ³n de estos factores puede marcar el futuro de la empresa o departamento, pero tambiĆ©n su camino personal.
La compaƱĆa especializada en la bĆŗsqueda y selecciĆ³n de alta direcciĆ³n, Michael Page Executive Search, afirma que un buen directivo debe tener compromiso Ć©tico y comprender que sus decisiones impactan en su entorno. Por ello, recalca la importancia de que sean profesionales rĆ”pidos, eficaces en la toma de decisiones, imparciales y autocrĆticos con su trabajo. Asimismo, considera fundamental que estos practiquen la escucha activa, que sean accesibles y capaces de detectar, atraer y retener el talento, delegar en sus subordinados y hacerles sentir que son dueƱos de su propio trabajo. Y no sĆ³lo eso: un buen lĆder debe contar con inteligencia emocional y debe formarse en habilidades sociales con el objetivo de convertirse en una persona carismĆ”tica, empĆ”tica y con capacidades de negociaciĆ³n. Porque el talento ejecutivo de un directivo implica la capacidad para descubrir los talentos y habilidades de las personas que dirige y hacer que desarrollen todo su potencial, que interioricen la misiĆ³n de la organizaciĆ³n y, al mismo tiempo, satisfacer las necesidades reales de sus miembros.
A todo esto hay que aƱadir que los directivos del siglo XXI no pueden dejar de lado los conocimientos. Las compaƱĆas cada vez valoran mĆ”s la experiencia internacional, el nivel de idiomas, las habilidades tecnolĆ³gicas y la experiencia profesional conforme a su cargo. El valor de un profesional se mide tanto por la experiencia adquirida como por la formaciĆ³n recibida. Esta Ćŗltima es especialmente importante para que los trabajadores no se queden desactualizados en un entorno donde la tecnologĆa avanza con tanta rapidez. Conscientes de este problema, muchas empresas ponen en marcha sus propios planes de formaciĆ³n. AĆŗn asĆ, la formaciĆ³n empresarial estĆ” siempre vinculada al entorno econĆ³mico en el que las organizaciones desarrollan su actividad y, en Ć©pocas de crisis como la actual, las compaƱĆas suelen reducir todos estos programas con el objetivo de ahorrar. De hecho, de manera completamente errĆ³nea, en Ć©pocas de coyuntura econĆ³mica precaria, la formaciĆ³n interna es una de las primeras partidas que se recortan, junto con el presupuesto destinado a la publicidad.
Ā Ā El conocimiento es poder |
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Existe una necesidad real de adaptaciĆ³n y transformaciĆ³n a los nuevos tiempos en todos los niveles jerĆ”rquicos de una empresa, y por ello es imprescindible asumir la gran importancia de la formaciĆ³n continua. Todo lo que conocemos ahora puede haber cambiado en pocos meses; puede quedar anticuado porque ha aparecido otra forma de hacer diferente, otra teorĆa, otro proceso mĆ”s innovador y beneficioso que no podemos descartar por estar desinformados o poco preparados. Scientia potentia est, el conocimiento es poder y no espera nadie. |