Imagine que usted entra en una vinatería para comprar una caja de vinos. Enfrente encuentra una gran variedad, pero desconoce cuáles son de buena calidad y cuáles, de baja. Además, como que usted no es un experto, no dispone ni de conocimientos ni de información previa con el fin de discriminar, aunque sospecha que cierta proporción son de baja calidad. Salvo esto, no hay ninguna otra información que no sea el precio de venta, y sólo el productor conoce realmente el proceso de elaboración de los vinos y, por tanto, la calidad. Esta es una situación que el economistas llamamos de «información asimétrica».
Cèsar Nebot Monferrer. Profesor de Economía en el Centro Universitario de la Defensa AGA-UPCT San Javier.
Cuando los economistas hablamos de mercados bajo competencia perfecta, una de las premisas que usamos es que toda la información es compartida por todos los agentes que participan. Esto, que es un supuesto teórico, nos permite hacer un truco matemático: que toda la información del mercado quede resumida al precio de equilibrio. Cualquier nueva noticia pasaría, por tanto, afectar el precio, y podríamos entender sus efectos.
Pero el supuesto de información perfecta no es real. De hecho, consideramos que la asimetría de información es una imperfección respecto del modelo ideal. Si retomamos el ejemplo de la vinatería, que el comprador no disponga de la misma información que el vendedor o que el productor es un hecho que influye de forma crucial en el funcionamiento del mercado.
En perjuicio de la alta calidad
En 1970, el economista y premio Nobel George Akerloff demostró que la asimetría de información conlleva graves ineficiencias en los mercados. La razón es bien sencilla. Si el comprador sabe que hay un porcentaje q de bienes de calidad inferior, pero no detectables en el momento de la compra, su disposición a pagar, ante la sospecha, será una combinación entre la disposición a pagar por un bien de alta calidad y uno de baja, ponderadas ambas por los porcentajes DP = DPA (1-q) + DPB q, donde DP es la «Disposición a Pagar», DPA es la «Disposición a Pagar por un bien de alta calidad» y DPB la «Disposición a Pagar por un bien de baja calidad».
Si esta disposición media de DP es inferior al coste de producción del bien de alta calidad, estos bienes nunca se venderán; quedarán expulsados del mercado. Siguiendo con el ejemplo del vino: si por una buena botella un consumidor está dispuesto a pagar 20 euros y por un vino de baja calidad, dos, pero a la vez, considera que la mitad de los productos vinícolas de la tienda son de baja calidad, la su disposición final a pagar será de 11 euros de media. Y si el coste de producción de una botella de vino de alta calidad fuera superior a esos 11 euros, la respuesta óptima de los productores acabará siendo no ofrecer vinos de alta calidad y dedicarse sólo a producir de baja calidad. Por tanto, la proporción de vinos de baja calidad terminará aumentando.
Así, a pesar de que el resultado que se espera de un mercado bajo competencia perfecta es que sólo sobrevivan las empresas competitivas con alta calidad, bajo información asimétrica, los bienes de baja calidad terminan por desplazar los de alta calidad. Por tanto, sólo perdurarán las empresas que se dediquen a producir bienes de baja calidad.
A pesar de que el resultado que se espera de un mercado bajo competencia perfecta es que sólo sobrevivan las empresas competitivas con alta calidad, bajo información asimétrica, los bienes de baja calidad terminan por desplazar los de alta calidad
En consecuencia, al ofrecer una respuesta racional ante una situación de información asimétrica acabamos haciendo una selección contraria a lo que en un principio quisiéramos; acabamos teniendo un problema de «selección adversa».
«Selección adversa», mercado de trabajo y corrupción
Se podría pensar que la «selección adversa» para información oculta se relaciona únicamente con la producción de bienes, pero en realidad también se da en la provisión de cualquier tipo de servicio. Las empresas se encuentran con este problema a la hora de contratar trabajadores, ya que no pueden observar previamente su productividad, su forma de trabajar. Si una empresa confía en que, sólo con el salario competitivo, el mercado laboral le asigne trabajadores de alta productividad, bajo información asimétrica lo tiene complicado. De nuevo, por el mismo razonamiento -El equilibrio del mercado-, los trabajadores de baja productividad acaban desplazando los de alta.
Otros tipos de organizaciones económicas y sociales pueden encontrarse ante este serio problema. Por ejemplo, a las organizaciones e instituciones políticas este es un problema que actualmente, en términos de corrupción, es sobre la mesa. Cuando un político inicia su carrera y pide el voto, se desconocen sus profundas intenciones. La asimetría existente es clara. Si bien lo deseable es que honestamente quiera servir al interés público, puede que entre en política sólo por intereses espurios y para aprovecharse del ente público. Por tanto, siguiendo la lógica de la «selección adversa», el político corruptible desplazará el honesto, porque los votantes tendrán una percepción cada vez más intensa de la baja calidad política y, finalmente, el equilibrio dará lugar a una desafección total de la función pública de la clase política. Así, la regeneración de la política de la que tanto se habla hoy en día se vuelve inaccesible completamente.
Siguiendo la lógica de la «selección adversa», el político corruptible desplazará el honesto, porque los votantes tendrán una percepción cada vez más intensa de la baja calidad política y, finalmente, el equilibrio dará lugar a una desafección total de la función pública de la clase política
Y es que no sólo podemos encontrarnos con este problema en una gran diversidad de situaciones reales, sino que también puede conllevar niveles de gravedad considerables: desde la necesidad de paralizar el mercado español de carne de ternera, en 1998, por el problema que suponía identificar qué partidas de carne podían estar afectadas por la enfermedad de la encefalopatía espongiforme bovina, conocida como la enfermedad de «las vacas locas»; hasta, tal como ha señalado el economista y premio Nobel Joseph E. Stiglizt, constituyó una de las raíces del inicio de la crisis actual, cuando la ingeniería financiera en Estados Unidos hacía impracticable identificar qué activos disponían de suficientes garantías y qué , en cambio, eran tóxicos.
Propuesta de solución
En 2001, la Real Academia Sueca de las Ciencias otorgó el Premio Nobel de Economía a los académicos Andrew Michael Spence, George A. Akerlof y Joseph E. Stiglitz por su investigación sobre la teoría de los mercados con información asimétrica. En concreto, el estadounidense Andrew M. Spence fue galardonado por demostrar que en estas situaciones, los agentes económicos que se encuentran mejor informados sobre las condiciones operativas de los mercados pueden disponer de incentivos para adoptar acciones observables y costosas que hagan creíble su información y les permitan mejorar su posición individual en el mercado. Este tipo de acciones son lo que denominamos «señales».
Spence, en su famoso artículo Job Market Signalling (1973), analizó el problema de información asimétrica y exploró propuestas de solución. La raíz del problema consiste en que, por ejemplo, en el mercado laboral no se puede discriminar entre trabajadores de alta productividad y de baja, así pues, los buenos trabajadores sí estarán dispuestos a asumir un coste para dar una «señal» que los diferencie por desmarcarse del resto. Esto es lo que denominamos Signalling o «señalización». En este ejemplo, los trabajadores de alta calidad estarían dispuestos a pagar por cierto nivel de educación, incluso en el caso de que la educación no mejorara su productividad, por el solo hecho de no ser desplazados por los trabajadores de baja calidad. Si para adquirir esta señal el coste por año de educación que asumen los trabajadores de baja calidad es superior al que afrontan los trabajadores de alta calidad, la empresa contratante entenderá como señal suficientemente fuerte y claro ese número de años de formación que desincentive los trabajadores de baja productividad. Se consigue así un equilibrio separador. Es decir, un equilibrio con el que se puede discriminar correctamente por la característica de que no era directamente observable.
El sistema educativo universitario no sólo funcionaría como herramienta para mejorar las competencias de los que se incorporarán al mercado de trabajo, sino que también funcionaría como mecanismo de «señalización» ante la información asimétrica para evitar la «selección adversa»
Al margen, Spence exponía otra conclusión interesante con este razonamiento. El sistema educativo universitario no sólo funcionaría como herramienta para mejorar las competencias de los que se incorporarán al mercado de trabajo, sino que también funcionaría como mecanismo de «señalización» ante la información asimétrica para evitar la «selección adversa».
La información oculta en el mercado de seguros
Por otra parte, encontramos situaciones como las del mercado de seguros, donde quien toma la iniciativa para resolver el problema de información no es quien la conoce, como en el caso anterior de «señalización», sino que es quien la desconoce. En este caso estamos ante el proceso Screening. Las aseguradoras ofrecen diversidad de contratos por riesgo, niveles diferentes de franquicia. Aquí el equilibrio separador se basa en el hecho de que, cuando se ofrece un menú de posibilidades contractuales bien diseñado, la otra parte sólo acepta el contrato más adecuado a sus propias características. Así pues, quien dispone de la información autoclasifica cuando hace la elección del contrato dentro del menú de opciones e incentivos que se ofrece. Según el tipo de contrato seleccionado, una aseguradora infiere cuál es el perfil de riesgo del asegurado. Podríamos decir que el método de indagación del rey Salomón ante el dilema de la maternidad de dos mujeres -los propuso el contrato de cortar el niño por medio- fue uno de los primeros Screenings documentado. La mujer que no era realmente la madre autoclasifica cuando aceptó este tipo de contrato revelando su información oculta.
El evaluador independiente y otras garantías
Estos tipos de soluciones se han abordado en la práctica en las situaciones expuestas. En el ejemplo de la vinatería, la solución del problema de «selección adversa» pasa por una «señalización» del producto vía la creación de denominaciones de origen con la regulación y supervisión del procedimiento del vino que hace cada productor. Un productor que es capaz de asumir los costes de certificación envía una señal de que está dispuesto a invertir para un producto bien hecho. Por la misma razón, las empresas asumen procesos de certificación de la calidad, como el EFQM o el certificado ISO, más allá de conseguir una estandarización y control de los procesos en la cadena de valor, más allá de la posibilidad de explotarlos en términos de marketing.
Las certificaciones de calidad funcionan como señales para solucionar el problema de información asimétrica. Esto implicaría que simplemente con una certificación sería suficiente para superar este problema? De ninguna de las maneras. Con el nefasto papel que han desempeñado las agencias de calificación en la crisis subprime y en la crisis de la deuda queda patente que no es suficiente. La independencia del evaluador es condición sine qua non para que la «señalización» funcione
Las certificaciones de calidad funcionan como señales para solucionar el problema de información asimétrica. Esto implicaría que simplemente con una certificación sería suficiente para superar este problema? De ninguna de las maneras. Con el nefasto papel que han desempeñado las agencias de calificación en la crisis Subprime y en la crisis de la deuda queda patente que no es suficiente. La independencia del evaluador es condición sine qua non para que la «señalización» funcione.
Otra forma de «señalización» es el ofrecimiento contractual de garantías. Este tipo de solución es la que habitualmente utilizan los concesionarios de vehículos de segunda mano. Si un concesionario está dispuesto a asumir el coste de reparación de todo el año posterior a la venta será una señal de que esclarecerá cuáles son los buenos vehículos respecto de los que no están en condiciones.
La política se resiste
A pesar de que ante el problema de información asimétrica las soluciones han avanzado mucho en el ámbito económico, es sorprendente como hay un ámbito que se resiste absurdamente. La sociedad observa como en las instituciones políticas, y en especial en los principales partidos políticos, abundan casos de corrupción. De un claro problema de información asimétrica podemos observar una «selección adversa». La percepción de honestidad y de calidad política está bajo niveles mínimos. Esto desplaza aquellos que realmente tienen voluntad de servicio público. La solución claramente debe pasar por facilitar unas garantías postventa, para poner al servicio de los ciudadanos procedimientos eficaces de exigencia a los políticos.
De la misma manera que las garantías posventa favorecen un equilibrio separador que identifica y reduce el número de vehículos de segunda mano de baja calidad a los concesionarios, la clave de la regeneración de la política pasa por dar estas garantías postelectorales a los ciudadanos
Sólo con mecanismos de responsabilidad suficientes, los corruptibles no les resultará rentable de entrar en el mundo de la política. De la misma manera que las garantías posventa favorecen un equilibrio separador que identifica y reduce el número de vehículos de segunda mano de baja calidad a los concesionarios, la clave de la regeneración de la política pasa por dar estas garantías postelectorales a los ciudadanos. Habría que reducir, del ordenamiento jurídico del Estado español, el excesivo aforo, tanto en cantidad como en calidad, las listas electorales cerradas y la permisiva regulación de las puertas giratorias. Estos elementos evitan que los ciudadanos dispongan de mecanismos para exigir honestidad y funcionan como mecanismos en sentido contrario a las garantías postventa para sobreproteger los servidores públicos.
El inmobiliario en la huerta murciana
Hace unos meses, el boom inmobiliario en Murcia se sumó la especulación con el precio del terreno rústico por las posibles urbanizaciones. Con la crisis, este proceso se detuvo, pero el Ayuntamiento optó recientemente por cambiar la calificación del terreno urbanizable. El efecto inmediato fue que el impuesto de bienes inmuebles aumentó considerablemente. Independientemente de si el propietario disponía del terreno para cultivar sus tomates y no pretendía especular o si entre sus planes figuraba construir una fase de viviendas, se dieron situaciones de pensionistas que pasaron de pagar un impuesto de unos 300 euros anuales a deber a la hacienda local unos 4.000 euros. Todos ellos pidieron una solución al consistorio o, directamente, la bonificación total.
- Análisis del caso: en primer lugar, claramente se trata de un problema de información asimétrica. Hacer una bonificación completa del impuesto da incentivos a los especuladores para continuar con su estrategia, pero no hacer ninguna bonificación expulsa los pensionistas que cultivan su huerta sin más pretensión; además, esta opción haría que en el tiempo tuvieran que malvender los terrenos, precisamente, a los especuladores.
- Propuesta de solución: hacer un screening. Se debería estudiar un esquema impositivo por el que el sujeto pasivo podría optar por la bonificación del incremento que dependería de lo que haga con el terreno en los siguientes, por ejemplo, 10 años. Si el propietario acabara para construir y vender viviendas en este periodo de tiempo, estaría obligado a devolver las bonificaciones con un recargo superior al tipo de interés del mercado. Esto haría que los especuladores no optaran por la bonificación mientras que sí tomarían esta bonificación los que simplemente quieren cultivar sus tomates. Los propietarios autoclasifica revelando su información oculta en un equilibrio separador.
- Resultado final: desgraciadamente, la solución que se anunció desde el Ayuntamiento no fue esa, sino la de revisar caso por caso cada recibo. Solución que no sólo no resuelve el problema de «selección adversa», sino que, además, conlleva unos altos costes de gestión y administración para los ciudadanos. Este es un vivo ejemplo de cómo se necesitan buenos gestores en la Administración Pública.