Las visiones disruptivas son necesarias para afrontar la supervivencia de las empresas.
XAVIER PASCUAL BATALLA. Economista. Profesor asociado en la Universidad Abat Oliba y CETT.
Los paradigmas son suposiciones, conceptos, valores y experiencias previas con que nos miramos las cosas; son filtros que nos imponemos nosotros mismos. El filósofo estadounidense Thomas Khun ya hablaba, hace más de 50 años, de cómo las revoluciones científicas suponen un cambio tan grande con el paradigma anterior que ni siquiera no se pueden comparar con el paradigma nuevo, porque incluso las palabras que se utilizan para explicarlo son nuevas.
En una situación competitiva y global como el actual, donde hay que reinventarse para sobrevivir, la anticipación de las empresas a la hora de prever los cambios que se producirán por irrupciones de nuevas tecnologías y cómo afectarán sus mercados tradicionales supone una gran oportunidad. Y es que, acompañada de un pensamiento disruptivo y cambiante, la forma de visionar las situaciones desde una óptica diferente -out of the box- puede comportar fue el primero en entrar en un nuevo mercado.
Si miramos atrás podemos encontrar muchos ejemplos de cómo han mutado o incluso han desaparecido mercados completos por cambios de paradigma. Es el caso del mercado de la música o del de la fotografía. Si analizamos este último, veremos cómo tres eran las multinacionales que dominaban el mercado del carrete fotográfico: Kodak, Fuji y Agfa. Ninguna de ellas, sin embargo, no supo ver de qué manera la tecnología digital alteraría los hábitos del consumidor hasta el punto de transformar drásticamente todo el sector, desde los fabricantes de cámaras en los laboratorios fotográficos y la red de detallistas.
Los frenos y los miedos ante los cambios son reales: una especie de «parálisis paradigmática» de cualquier sociedad. Sin embargo, es que las empresas adopten, con imaginación y valor, visiones desde otras perspectivas para poder anticiparse a las transformaciones que inexorablemente se acabarán produciendo.
Otros sectores en cambio son el de la educación, donde se ha pasado de la enseñanza pasivo (asistencia física en las clases con un maestro explicando ante una pizarra) a encontrar el conocimiento en la red y los cursos vía web; o el laboral, donde ya es posible tener la oficina en cualquier lugar, un factor que tendrá repercusiones inmobiliarias y en el transporte, consumo de combustible, hábitos y estilos de vida (potenciando exponencialmente, por ejemplo, la venta en línea, ya que cada vez trabajaremos más desde casa).
Por otro lado, podemos encontrar ejemplos de cambios que han revolucionado sectores para una visión disruptiva. Es el caso de la empresa sueca IKEA, que ha transformado el negocio del mobiliario mediante la visión de que el consumidor se podía montar él mismo los muebles con el resultado que todos conocemos.
En general, sin embargo, se encuentra poca información sobre los cambios de paradigma, ya que normalmente las empresas, cuando los conocen, les guardan celosamente, y las administraciones son del todo reacias a fomentar la investigación de los mismos, ya que supone poner en riesgo la viabilidad de los sectores afectados. Por tanto, la pregunta que hay que plantearse ahora, haciendo un ejercicio de ficción, es: ¿qué sectores pueden estar expuestos a cambios de paradigma próximamente? Seguramente, el sector de la automoción será uno de ellos, ya que en él recaen muchas variables, desde el tipo de energía hasta las smart citys. El envejecimiento de la población, será otro, y los miedos, un factor a tener en cuenta para un pensamiento disruptivo.