Con más de 44.000 socios repartidos por todo el mundo, 33 sedes territoriales y 53 años de historia, Òmnium Cultural se ha convertido en un referente entre las entidades que forman la sociedad civil catalana, no sólo por su larga trayectoria, sino también para la fuerza con que ha liderado todo tipo de proyectos.
Texto: Olivia Majó
Fotos: Cedidas
Después de la abolición del Estatuto en 1932 y de la prohibición oficial del catalán en la vida civil y religiosa, durante los años 40 y 50, la lengua catalana sobrevivió en la clandestinidad. Las cosas empezaron a cambiar, sin embargo, en los años 60, cuando grupos de mecenas, intelectuales y profesionales independientes pusieron en marcha una serie de acciones en defensa de la lengua y la cultura catalanas. Nace, entonces, Òmnium Cultural, el 11 de julio de 1961, de la mano de Félix Millet Maristany, Lluís Carulla, Joan B. Cendrós, Pau Riera y Joan Vallvé.
Su objetivo era claro: crear una institución para promover la cultura catalana. Sus primeras acciones, en consecuencia, fueron en este sentido: formación de profesores de lengua, entrega del Premio de Honor de las Letras Catalanas, inicio de la campaña «Cultura en ruta» (un gran bibliobús que recorría Cataluña vendiendo libros y discos en catalán) …
Tras las primeras elecciones a la Generalitat, en el año 1980, Òmnium ya se había convertido en un potente grupo de opinión con un gran ámbito de influencia, y en 1992, coincidiendo con los Juegos Olímpicos de Barcelona, promover la campaña «Freedom for Catalonia» para dar a conocer al mundo las aspiraciones nacionales de Cataluña.
Òmnium Cultural nació el 11 de julio de 1961 de la mano de Félix Millet Maristany, Lluís Carulla, Joan B. Cendrós, Pau Riera y Joan Vallvé
Papel clave en las movilizaciones ciudadanas
Este compromiso soberanista se ha ido haciendo cada vez más notorio. En 2010, tras el recorte del Estatuto de Cataluña por parte del Tribunal Constitucional, Òmnium convocó una manifestación bajo el lema «Somos una nación. Nosotros decidimos «, que congregó a más de un millón de personas. Posteriormente, la entidad ha jugado un papel clave en las movilizaciones ciudadanas masivas organizadas cada 11 de septiembre, así como en la consulta del pasado 9 de noviembre. Ahora, conscientes de que aún queda mucho camino por recorrer, los integrantes de Òmnium siguen trabajando para conseguir que Cataluña se convierta en un estado independiente.
En menos de 100 palabras
Òmnium Cultural es una entidad sin ánimo de lucro que lleva más de 50 años trabajando por la promoción de la lengua, la cultura y la identidad nacional catalana. En los últimos años, sin embargo, su nombre aún ha cogido más peso en los medios a raíz de haberse convertido en un referente dentro del movimiento de la sociedad civil catalana por su papel al frente del proceso soberanista.
Òmnium Cultural es uno de los referentes a la cabeza del proceso soberanista. ¿Cómo han vivido internamente toda esta evolución?
Hemos vivido muy intensamente la aceleración de la historia en los últimos años. Hemos debatido en todos los niveles cuál debe ser el papel de una entidad cultural, para concluir que lo mejor que podemos hacer ahora por la lengua y la cultura es trabajar en favor de la independencia. Pero debemos hacerlo sin abandonar nuestras tareas habituales (actividades literarias y de cohesión social), lo que implica un esfuerzo extra asumido con generosidad.
Y el empresariado catalán, ¿Qué papel ha desarrollado?
De empresarios, como de trabajadores, hay de todo tipo, en Cataluña y en todo el mundo. En general, los pequeños y medianos empresarios, que representan gran parte del tejido productivo, son favorables a la independencia. No olvidemos que uno de los motivos para reivindicar la separación es, precisamente, el mal trato económico que recibe Cataluña. Los empresarios son perjudicados por la injusta falta de inversión pública en infraestructuras, que los sitúa en una condición más dura que sus rivales en la competencia internacional. Cada vez más, el mercado al que se dirige nuestra producción es el mundo.
¿Considera, pues, que una Cataluña independiente será más favorable a las pymes?
Sin duda. La política española está pensada en función de lo que conviene a grandes empresas ligadas a las concesiones, los encargos de la administración o al prestigio “nacional”. Cualquier cambio será una mejora. En una Cataluña independiente, podremos tener una política económica pensada para favorecer la actividad del país.
En esta transición, sin embargo, las empresas catalanas pueden encontrarse con dificultades…
Los cambios generan incertidumbre y puede haber unos momentos de miedo por parte de los inversores. Pero los cambios también generan oportunidades, y eso los empresarios dinámicos lo saben. Habrá que tener cuidado de responder todos los interrogantes en cuanto a regulaciones comerciales, laborales o financieras, y crear un clima de tranquilidad.
“Los cambios son también generadores de oportunidades y eso los empresarios dinámicos lo saben.”
¿Cómo cree que se haría el cambio de la fiscalidad española a la catalana?
Con mucha suavidad, mostrando las mejoras y sin crear situaciones dudosas. Creo que tendremos un modelo fiscal más equitativo, compatible con el estímulo a la iniciativa emprendedora, y que habrá que pensar ventajas para las actuaciones que incrementan la riqueza del país, sobre todo para la creación de puestos de trabajo.
Hablemos ahora de las oportunidades. ¿Habrá nuevas?
La ilusión de unos ciudadanos protagonistas de la creación de un país nuevo y mejor es un elemento poderoso para hacer crecer la productividad. Algunos de nuestros profesionales actualmente en el extranjero querrán sumarse a la aventura y harán subir la calidad media de nuestro mercado laboral.
Un proceso soberanista también conlleva retos…
El principal reto será asegurar a los que no quieren la independencia que su vida también será más confortable y estimulante, que un país nuevo mejorará su día a día y sus oportunidades de futuro. Vivir en un país de personas satisfechas con su entorno es mucho más agradable que convivir con quien tiene demasiados motivos de queja, que es lo que pasa ahora. Por ello, desde hace meses, trabajamos para crear un clima de confianza, entre ciudadanos y gobernantes, y escuchamos y difundimos tanto las ilusiones de los catalanes por un país nuevo como el criterio de los expertos por delante de los argumentos del miedo.
Por último, ¿cuál debería ser el papel de Òmnium en una Cataluña independiente?
Nuestro trabajo de siempre: “Lengua, cultura, país”. Seguramente nos tocará seguir trabajando para incorporar la catalanidad a muchos conciudadanos que todavía viven ajenos a la lengua y la cultura de lo que es su país. Ayudaremos a través de la cultura, a hacer que todos seamos ciudadanos con los mismos derechos y deberes.