Los orígenes del termalismo se remontan a la prehistoria, cuando el ser humano descubrió como los animales heridos o enfermos buscaban la curación a los manantiales naturales de agua caliente. A partir de ese momento, el agua termal y sus cualidades terapéuticas pasaron a ser respetadas y veneradas como elemento sagrado, hasta hoy.
Texto: Robert Teixeira. Director del Centro Termal Balneario Vichy Catalan.
Si bien fue durante la época griega cuando se inicia el verdadero culto al agua termal -ya Ulises en la Odisea hablaba de las maravillas de los baños terapéuticos-, los romanos fueron los encargados de extender el poder de la hidroterapia en todo el continente europeo (se quería restablecer el equilibrio normal del cuerpo como medio para mejorar la salud de los pacientes). La cultura del agua, sin embargo, también llegó al mundo islámico, donde incluso Mahoma en el Corán le otorga un papel esencial como medida de higiene y cuidado del cuerpo.
De la marginación al lujo
Con la introducción del cristianismo en Europa, el culto al cuerpo se convirtió en algo irrelevante y, en consecuencia, el agua termal dejó de ocupar un lugar predominante como instrumento terapéutico. No fue hasta la aparición de la imprenta -a principios del siglo XVI- que el termalismo vivió su propia renacimiento.
A principios del siglo XIX la medicina desarrolló otros medios más rápidos y eficaces para curar enfermedades, pero, durante un período, ambos tratamientos pudieron convivir sin muchos tropiezos. El punto de inflexión de esta armonía llegó con las guerras, la Revolución Industrial y el crecimiento de las ciudades, causantes de nuevas enfermedades que requerían también de nuevos curaciones. Entonces, aquellas virtudes terapéuticas del agua termal que tantos beneficios habían aportado a lo largo de la historia pasaron a segundo plano.
En la Roma clásica, el poder terapéutico del agua termal cogió importancia en todo el continente europeo. Se quería restablecer el equilibrio normal del cuerpo como medio para mejorar la salud de los pacientes
A pesar de que a finales del siglo XIX y principios del siglo XX los balnearios vivieron su época de mayor esplendor como santuarios de la curación, estos centros eran sólo accesibles para las élites de la sociedad. Afortunadamente, en la actualidad, los balnearios han recuperado su fuerza como núcleos de interacción para todas las clases sociales y se puede afirmar que, incluso, vuelven a ser puntos de referencia en temas de salud.
Para huir del estrés | ||
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Rodeados de naturaleza y tranquilidad, los balnearios permiten huir del estrés del día a día en la ciudad por medio de los diferentes tratamientos que ofrecen y que aprovechan las propiedades terapéuticas de las aguas termales. |