Podríamos definir la ética poética como “saber lo que está mal y hacer de ello poesía”. Hoy en día, sin embargo, con esto ya no basta. Si las empresas quieren sobrevivir, han de pasar de la ética de los principios a la ética de las responsabilidades.
SÍLVIA URARTE. Experta en RSC y directora de Conética.
Cuando hablamos de la Responsabilidad Social de las empresas, estamos hablando de un estilo de dirección que se fundamenta en unos valores y principios éticos. De unas compañías que han de tener una obligación ética con su entorno social, estableciendo, así, una gestión de compromiso, asumiendo sus retos y responsabilidades.
Dicho esto, hemos de aclarar que la responsabilidad social empresarial no está, ni debe de estar, desvinculada de los intereses económicos de la misma, y, a su vez, tiene que estar correlacionada con la estrategia de la empresa.
Pero a inicios del siglo XXI, estamos empezando a asistir tímidamente a la configuración de una nueva forma de pensar y hacer las cosas en el mundo de las organizaciones empresariales: una nueva cultura que está descartando el antiguo supuesto de que sólo unos pocos en la cima de la organización tienen el conocimiento y la energía emocional suficiente para diseñar y poner en práctica eficazmente las estrategias de supervivencia y desarrollo de la empresa.
En un entorno cada vez más turbulento, global y competitivo, ya no basta con tener una buena idea, capitalizar una oportunidad de mercado y tratar de maximizar beneficios a corto plazo. Los negocios oportunistas han de pasar a ser organizaciones perdurables bien estructuradas mediante valores finales e instrumentales que les den orientación y sentido más allá de generar beneficios económicos a corto plazo a sus propietarios.
Cada vez son más las personas que, además de interesarse por todo lo anterior, quieren saber si esa empresa tiene un comportamiento responsable con su entorno, con la sociedad y con el medio ambiente. Y es que los consumidores de hoy cada vez dan más importancia al grado de responsabilidad de las empresas que firman los productos que se llevan a casa. Y los trabajadores de hoy quieren formar parte de empresas en las que se respeta la diversidad de culturas y en las que existe un equilibrio entre la vida profesional y familiar.
Quizás no quede tan bien decir que una empresa actúa de forma socialmente responsable porque le es rentable, como decir que lo hace por convicciones personales o por solidaridad. Sin embargo, el beneficio que obtiene la sociedad es el mismo en ambos casos.