El Plan de Inversiones para Europa, conocido como Plan Juncker, movilizará 315.000 millones de euros en infraestructuras, investigación, innovación, energía y pymes. ¿El objetivo? Pretende inyectar una dosis de crecimiento a la renqueante economía de los países de la UE y dejar atrás la austeridad para abrir la puerta a las inversiones. Pero este no es el único estímulo que ha puesto en marcha el Ejecutivo comunitario para sortear a la crisis. Hace un año, también lanzó la iniciativa Por un Renacimiento Industrial Europeo dirigida a reanimar la economía y el empleo en la Unión, poniendo especial énfasis en su industria. Sin embargo, la realidad todavía responde muy tímidamente a estas medidas y las empresas se quejan de falta de financiación y de excesiva burocracia. Hemos hablado con Elżbieta Bieńkowska (Katowice, 1964), comisaria que se ocupa de Mercado Interior, Industria, Emprendimiento y Pymes.
Texto: Beatriz Manrique, Bruselas
Fotos: Comissión Europea
«La industria europea no está invirtiendo lo suficiente, y tampoco en nuevas tecnologías»
La iniciativa Por un Renacimiento Industrial Europeo ha cumplido un año, ¿cuáles son los principales retos a los que se sigue enfrentando la industria?
La industria europea se enfrenta a retos críticos. Después de una prolongada recesión, todavía no está invirtiendo lo suficiente, y tampoco en nuevas tecnologías. Los años de recortes han dejado una Europa que invierte 500.000 millones de euros menos, o lo que es lo mismo, un 20% menos que antes de la crisis. Esta baja inversión se produce en un momento en que la competencia global está siendo más dura. Dado que la demanda del consumidor en el mercado interior comunitario continúa siendo débil, la industria de la UE tiene que ir fuera y competir en mercados exteriores. Y para continuar siendo competitiva y aportar valor añadido, necesitamos estimular la modernización industrial. La Comisión está trabajando para mejorar el escenario empresarial y la eficiencia del mercado interior. Todavía hay muchas barreras e ineficiencias; las compañías de la UE aún hacen frente a altos costes innecesarios cuando hacen negocios. Identificar y solucionar los problemas es un reto inmediato y hay mucho por hacer.
Alrededor del 99% de las empresas en Europa son pymes que atraviesan muchas dificultades para financiarse. ¿Qué está haciendo la Comisión Europea para garantizar su acceso a la liquidez?
El acceso a la financiación no es fácil en este momento. Más de un tercio de las pymes encuestadas recientemente no lograron el total del préstamo solicitado que habían previsto en 2014. Necesitamos definitivamente una ofensiva de inversión que optimice nuestra política económica. El Plan de Inversiones para Europa se centrará en inversiones a gran escala y a largo plazo. Una gran parte del fondo de 315.000 millones de euros se dirigirá a pymes y se complementará con otras ayudas bajo el programa COSME o Horizon 2020, que otorgarán la mayor parte de los préstamos de garantía y de capital riego para las pymes y empresas de mediana capitalización. Es necesario reducir la alta dependencia tradicional de las pymes de la financiación bancaria y aumentar la disponibilidad de financiación alternativa. En este sentido, atraer inversiones privadas es esencial y será cada vez más importante en los próximos años.
“Entre 2007 y 2014, el tiempo y el coste para crear una compañía en España ha bajado de 40 días a tres días, y de 617 euros a 464 euros. España no está a la cabeza, pero tampoco al final del pelotón.”
Los emprendedores tienen que enfrentarse a muchos papeleos, costes y tiempo para crear una compañía, especialmente en países como España. ¿Qué opina de esta situación?
Está demostrado que los países donde los procedimientos legales y administrativos para registrar una compañía son menos burocráticos tienen más empresas emergentes. Necesitamos más start-ups en Europa para mejorar nuestro rendimiento económico y crear más empleos. Por esta razón, hemos urgido a los estados miembros a que simplifiquen los trámites y mejoren la legislación. Pero no pueden pararse ahí: deben tomar acciones decisivas y garantizar que el entorno empresarial sea más amigable para las pymes y emprendedores. En 2007, registrar una empresa privada limitada suponía una media de 12 días y un coste medio de 485 euros. En 2014, la media ha bajado a 3,5 días y a 313 euros. Hay un progreso, aunque podríamos hacerlo mucho mejor. En Austria, Eslovaquia o Suecia todavía se tardan 10 días para crear una empresa y cuesta más de 1.000 euros (en Luxemburgo, 1.100 euros y, en Italia, incluso 2.000 euros). España se sitúa en un término medio. Entre 2007 y 2014, el tiempo y el coste para crear una compañía han bajado de 40 días a tres días, y de 617 euros a 464 euros. Así que España no está a la cabeza, pero tampoco al final del pelotón. En Eslovenia, una compañía puede registrarse sin coste alguno. También hay países como Letonia y el Reino Unido donde se puede hacer el registro por Internet, en menos de un día y por menos de 50 euros. España debería inspirarse de estos ejemplos.
“Las pymes no deberían rechazar internacionalizarse, ya que a partir de ahora se prevé que el 90% del crecimiento global se origine fuera de la UE y que los mercados emergentes supongan el 60% del PIB mundial para 2030.”
La internacionalización podría ser una opción para las pymes. ¿Qué les diría para que se animen a operar más allá de sus fronteras?
Las pymes que se internacionalizan tienen un crecimiento de ventas mayor, crean más puestos de trabajo y tienen una relación con la innovación más fuerte. A pesar de ello, pocas pymes se animan. Un 25% de las pymes europeas exportó a la UE o a terceros países entre 2007 y 2010, y sólo un 13% de las mismas se dirigió a mercados de fuera de la UE. La Comisión Europea anima a las pymes europeas a aprovechar al máximo la internacionalización a través del portal Tu Negocio Europeo, que ofrece información y servicios interactivos, y de la Red de Empresa Europea. No deberían rechazar crecer a mercados globales, ya que a partir de ahora se prevé que el 90% del crecimiento global se origine fuera de la UE y que los mercados emergentes supongan el 60% del PIB mundial para 2030. Dada la mayor integración de los mercados, las pymes pueden jugar un importante papel en las cadenas de valor globales.
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