La industria es una de las claves principales para lograr una recuperación sólida en Europa. Pero ¿por qué es tan complicado ganar en competitividad?
Sergi Mussons. Director de Programa Máster en Dirección de Producción y Mejora de Procesos Industriales OBS Business School.
Comenzaremos este artículo haciéndonos una serie de preguntas que resumen algunas de las peores, y desgraciadamente muy extendidas, prácticas de la historia del management. Y es que ¿cuántas empresas podríamos indicar donde los colaboradores no conocen ni a su cliente ni qué es lo que este valora y/o necesita? ¿Cuántas hablan de trabajo en equipo, pero están organizadas por departamentos con objetivos locales, de modo que lo único que consiguen es separar más a las personas y empeorar las relaciones humanas? ¿Y cuántas compañías conocemos que priorizan la eficiencia local y la productividad, y pierden de vista el servicio al cliente, la capacidad de respuesta y la poco conocida eficiencia de flujo? Por no hablar de las organizaciones que disponen de procesos cargados de controles para asegurar el cumplimiento de los objetivos, pero que no se dan cuenta de que cada paso extra genera una nueva cola y que el tiempo sigue corriendo…
Y seguimos. ¿Cuántas empresas hay donde todo el mundo está saturado? Les preguntas: «¿Cómo va?», Y responden: «Mucho trabajo…». Y lo dicen con orgullo, como si esto fuera algo bueno, cuando seguramente no hay nada más venenoso para la salud de una compañía que tener una estructura estresada y enferma.
Por último, sabríamos decir de cuántas empresas se tiene la percepción de que el personal de producción está en otro nivel y que de lo único de que es capaz es de trabajar de forma repetitiva en una máquina donde nunca se le pide ni su opinión ni, mucho menos, que tome decisiones?
Si a estas prácticas le sumamos que en la mayoría de sectores la demanda es cada vez más complicada (productos long tail, alta personalización, demanda imprevisible y caótica) veremos claramente que los sistemas basados en el control están obsoletos.
Hoy la clave para mejorar la competitividad de las empresas se encuentra en las operaciones ágiles, de donde sobresale una metodología por encima del resto: la llamada Fabricación de Respuesta Rápida (ver más información en La Fabricación es cuestión de tiempo, Rajan Suri, Ed. Libros de Cabecera).
Este sistema consiste en la eliminación de los departamentos de Operaciones y la reorganización de los colaboradores en cielo células de producto. Células que, por cierto, forman equipos autónomos increíblemente implicados que ejecutan procesos simplificados hasta el extremo y que, además, operan con la suficiente sobrecapacidad como para conseguir eliminar el 95% de las urgencias y sobrecargas al personal. He visto empresas emprender este camino y multiplicar en poco tiempo la facturación por dos, dividiendo los plazos de entrega por 10. Y todo ello, sin acumular stocks. ¿Increíble? Y ahora, ¿quién quiere ser competitivo?