Se podría discutir si el líder lo es por sus capacidades innatas o por formación muy cualificada, aunque posiblemente haya tan diversas combinaciones de estos factores como líderes.
CARLOS PÉREZ DEL VALLE. Rector de la Universitat Abat Oliba CEU.
Desde luego, el desarrollo de la formación en el liderazgo ha adquirido fuerza en todos los ámbitos, pues sólo puede pensarse en un directivo con las cualidades del líder. Y lo que en ese aspecto me parece indiscutible es que un liderazgo sin fundamentos éticos está abocado al fracaso, y que este ingrediente es imprescindible en la combinación.
El terremoto de la última crisis financiera y sus réplicas diversas en el ámbito público y privado han mostrado los efectos y las causas de las carencias. No es sólo el caso escandaloso lo que preocupa, sino la sensación de que hay algo enfermizo en la misma sociedad que elude el diagnóstico. Por eso, interesan las causas, que me parecen latentes: la ausencia de reflexión moral sobre el liderazgo empresarial se intenta cubrir a veces con la idea de responsabilidad social corporativa, a modo de un analgésico que hace olvidar el dolor pero no elimina la causa.
Por esto, es preciso recordar: responsabilidad social corporativa no es sino la devolución a la sociedad de lo que la sociedad aporta a la corporación para que lo sea. En esa línea, tampoco la ética del directivo empresarial es un mero límite en su actuación, o no lo es en lo sustancial; es la definición de un modo de liderar que aporta valor a la sociedad.