De la entrevista realizada al Premio Nobel de Economía Edmund S. Phelps destacaría dos elementos. Por un lado, la importancia de la innovación para el crecimiento económico sostenible a largo plazo de los países, y por el otro, la importancia de las expectativas en la evolución de la tasa de inflación, y, en consecuencia, la relativización de ciertos dogmas macroeconómicos (alta inflación igual a alta ocupación).
EMILI RIPOLLÈS. Economista, censor jurado de Cuentas y PDD de IESE.
Ante el reto de buscar las implicaciones prácticas de las teorías del Premio Nobel de Economía Edmund S. Phelps para mí hay una muy evidente tanto en el ámbito del mundo de la empresa como a nivel de país: la competitividad como factor de garantía del mantenimiento del equilibrio económico a largo plazo. Y es que el economista estadounidense afirma que si bien a corto plazo es posible aprovechar los impactos positivos de políticas macroeconómicas expansivas sobre el empleo, a largo plazo necesitamos verdaderos elementos de competitividad para mantener estos efectos. Es lo que tenemos que hacer en el ámbito empresarial. Porque sin una ventaja competitiva sostenible a largo plazo no hay beneficios ni, por tanto, empleo.
Otra cuestión, a la que también hace referencia Phelps, trata sobre en qué palancas basamos nuestra competitividad. En el caso de la empresa española, en general y tradicionalmente, ha basado su competitividad en unos gastos salariales bajos. No hace falta insistir en que esta estrategia en un mundo global tiene el riesgo de que siempre habrá alguien que lo hará a un coste más bajo.
LA IMPLANTACIÓN DEL EURO, LA COMPETENCIA Y LOS COSTES LABORALES
Llegados a este punto, quiero enlazar aquí el texto con el título del artículo («Cuando la macroeconomía termina afectando nuestro bolsillo»). Recuerdo que en 1998 formaba parte del Grupo de Implantación del Euro de PWC y, entre otras muchas actividades, realizamos un ciclo de coloquios con empresarios de todo el Estado. Los temas de preocupación de los profesionales en estas charlas hacían referencia a aspectos más bien técnicos sobre la implantación de la moneda única, como la sustitución de la moneda, la adaptación los sistemas de información de las empresas, el impacto en los precios de venta, etc.
Todos hemos vivido directa o indirectamente casos de reducción de los sueldos percibidos como medio para garantizar la supervivencia del tejido empresarial. En este sentido, pues, creo que no hay mejor ejemplo para ilustrar como la macroeconomía acaba afectando a las personas
Sin embargo, nosotros siempre hacíamos énfasis en dos aspectos adicionales: 1) que la introducción de la moneda única facilitaría la entrada de nuevos competidores en nuestro mercado, por la simplificación y reducción de riesgos que suponía la adopción de una moneda única a la actividad exportadora de todas las empresas de la Comunidad Económica Europea; y 2) que al perder en el futuro la posibilidad de devaluar la peseta, recurso tradicional de la economía española como herramienta para recuperar la competitividad de nuestras empresas, el elemento que nos quedaría para hacer esto sería la devaluación de los costes laborales.
La reacción de los asistentes a estos argumentos siempre era la misma: por un lado, preocupación ante la posibilidad de un aumento del número de competidores y, por otro, escepticismo respecto a la devaluación de costes laborales. Y es que daba la impresión de que todo eran teorías de consultores y estudiosos que nunca tendrían un impacto real en la actividad empresarial.
LAS CONSECUENCIAS DE LA BAJADA DE SUELDOS: CAÍDA DEL CONSUMO Y DE PRECIOS
Desgraciadamente, en esta crisis en la que tanto se ha hablado sobre sus causas (que si burbujas inmobiliarias y / o financieras, etc.), se ha debatido poco sobre algunas de sus consecuencias. Entre ellas, precisamente, la devaluación de los costes laborales (un eufemismo para referirse a la bajada de salarios) como uno de los elementos para recuperar la competitividad empresarial, y que ha tenido unos efectos positivos (por lo menos, a corto plazo) como se constata en la recuperación de la actividad exportadora, especialmente de las compañías catalanas. Así, todos hemos vivido directa o indirectamente casos de reducción de los sueldos percibidos como medio para garantizar la supervivencia del tejido empresarial. En este sentido, pues, creo que no hay mejor ejemplo para il • lustrar como la macroeconomía acaba afectando a las personas.
Desgraciadamente, en esta crisis en la que tanto se ha hablado sobre sus causas (que si burbujas inmobiliarias y / o financieras, etc.), se ha debatido poco sobre algunas de sus consecuencias. Entre ellas, precisamente, la devaluación de los costes laborales (un eufemismo para referirse a la bajada de salarios) como uno de los elementos para recuperar la competitividad empresarial, y que ha tenido unos efectos positivos (por lo menos, a corto plazo) como se constata en la recuperación de la actividad exportadora, especialmente de las compañías catalanas. Así, todos hemos vivido directa o indirectamente casos de reducción de los sueldos percibidos como medio para garantizar la supervivencia del tejido empresarial. En este sentido, pues, creo que no hay mejor ejemplo para il • lustrar como la macroeconomía acaba afectando a las personas.
Difícilmente podremos alcanzar los retos si tenemos unos recursos humanos que no están satisfechos en sus puestos de trabajo, tal como manifiestan los datos de la OCDE. Por lo tanto, tenemos que insistir también en la innovación de la gestión de los recursos humanos como un vector estratégico para la competitividad de nuestras empresas
INNOVAR EN LA GESTIÓN DE LOS RR. HH.
Por otra parte, y retomando el hilo de uno de los argumentos del economista analizado aquí, para que esta recuperación de la competitividad sea sostenible a largo plazo es imprescindible que las empresas aprovechen este impulso positivo para buscar las ventajas competitivas mediante la innovación, tanto de los procesos productivos y de los productos, así como la forma en que hacemos llegar estas mercancías en el mercado. Porque difícilmente podremos alcanzar estos retos si tenemos unos recursos humanos que no están satisfechos en sus puestos de trabajo, tal como manifiestan los datos de la OCDE. Por lo tanto, tenemos que insistir también en la innovación de la gestión de los recursos humanos como un vector estratégico para la competitividad de nuestras empresas.
El economista y Premio Nobel Edmund S. Phelps hace una sabia recomendación que quisiera recordar a nivel particular: tenemos que empezar a economizar ya. Y es que será muy interesante ver la evolución de las cifras macroeconómicas de crecimiento y de afiliados a la Seguridad Social para ver cuánto tendremos que ahorrar para nuestra jubilación.