En los años 70 Kodak lideraba su sector y estaba en
posesión del invento que revolucionaría: la cámara fotográfica digital. La resistencia al cambio de la compañía, sin embargo, hizo que optara por acomodarse en el que dominaba en lugar de mirar hacia el futuro, una decisión que le hizo perder un tren al que ya no podría volver a subir nunca.
Texto: Ariadna Cortés Fotos: Cedidas
Kodak se declaró en quiebra en enero de 2012, pero la compañía había firmado su sentencia de muerte 37 años antes. En 1975 inventó la primera cámara fotográfica digital, un prototipo que pesaba cerca de cuatro kilos, tenía una resolución de 0,01 megapíxeles y tardó 23 segundos en capturar los datos de su primera foto. Aquel aparato, que cambiaría el futuro de la fotografía, fue ignorado por los ejecutivos de la empresa. Cuando quisieron reaccionar, sus principales competidores, Nikon, Canon y Sony, ya les habían adelantado.
Kodak, pues, fue víctima de la innovación disruptiva, un tipo de novedad que cambia totalmente una determinada industria y llega a provocar, incluso, la desaparición de productos y servicios que antes formaban parte. «Es muy habitual que las empresas líderes de un sector se queden atrás cuando se introduce una tecnología disruptiva en el mercado», explica Esteve Almirall, profesor del Departamento de Sistemas de Información de ESADE. «Pasó, por ejemplo, con las televisiones de plasma, y parece que también será el caso del coche eléctrico: todo el mundo ve que tarde o temprano esta tecnología cambiará las reglas del juego, pero los grandes fabricantes de vehículos no están apostando «, señala el experto.
MIEDO A ARRIEsGAR
Entonces, ¿por qué el líderes de cada sector no encabezan su revolución? En el caso de la empresa fotográfica, fundada en 1892, el principal motivo fue la resistencia a abandonar el modelo de negocio que tan bien los funcionaba. Su principal fuente de ingresos no eran las cámaras, que comercializaban a precios muy bajos, sino los productos asociados: los rodillos y el material para revelarlos. La fotografía digital los desmontaba el sistema comercial, así que decidieron frenar su popularización.
«Seguramente la dirección de la compañía entendió la necesidad de cambio, pero los cargos intermedios, que son los que le habían de implementar, prefirieron seguir cobrando los bonus que les reportaba la actividad consolidada en lugar de arriesgar», argumenta Pascual Parada, director académico del Master de Mobile Business del IEBS Business School. «Los problemas de agencia, que es como se llaman las discrepancias entre los diferentes niveles directivos, son muy comunes en las grandes compañías», añade.
«Kodak no será la última víctima de la innovación disruptiva, un tipo de novedad que cambia totalmente una determinada industria. Este hecho es muy habitual entre las empresas líderes de un sector. «Pasó, por ejemplo, con las televisiones de plasma, y parece que también será el caso del coche eléctrico.» (E. Almirall)
Para Parada, otro de los errores de Kodak fue «no fomentar la creatividad de sus trabajadores y no formarlos en la cultura del cambio, una competencia que hoy en día consideramos esencial, pero que en los años 80 era infrecuente», matiza. «Y, por supuesto, si la gente no está mentalizada para hacer frente a los cambios, los rechaza», concluye el profesor de la IEBS.
UNA SOMBRA DE LO QUE FUE
Todo ello provocó que una empresa que había llegado a acaparar el 90% de la cuota de mercado de su sector, y que en los años 90 ocupaba la posición 18 de la lista de la revista Forbes de empresas más grandes del Estados Unidos, terminara fracasando. Durante la década de 2000 desarrollaron la tecnología de la fotografía digital de alta gama y, de hecho, muchas marcas utilizan inventos patentados por Kodak en sus cámaras. Pero a pesar de los esfuerzos, llegaron tarde en un mercado que, además, ya estaba cambiando con la aparición de los smartphones con cámara incorporada.
«Seguramente la dirección de la compañía entendió la necesidad de cambio, pero los cargos intermedios, que son los que le habían de implementar, prefirieron seguir cobrando los bonus que les reportaba la actividad consolidada en lugar de arriesgar.» (P. Parada)
Aunque haberse declarado en quiebra hace tres años, Kodak nunca llegó a desaparecer y renació en 2013 tras una profunda reorganización. Así, actualmente la multinacional se dedica a las tecnologías de impresión digital de alta velocidad, el envasado flexible de bienes de consumo y, sobre todo, a la explotación de las 11.000 patentes que tiene en propiedad como legado de su época dorada. De la gran compañía que había llegado a emplear a 150.000 personas, sin embargo, sólo queda el recuerdo.
Tal y como señala el director académico del Master de Mobile Business del IEBS Business School, Pascual Parada, «Kodak nunca volverá a ser lo que era». El experto considera que «puede reavivarse, pero no como empresa de servicios digitales integrales sino centrándose en algún aspecto concreto en que pueda destacar». Parada, además, recuerda que «para la gente Kodak está muerta, así que tendrán que hacer una tarea de comunicación brutal».
El fracaso de Kodak fue provocado por una sola mala decisión: no apostar por la fotografía digital. En este error, pero, influyeron en él varios factores, entre los que los expertos destacan:
• La rentabilidad como prioridad: durante la mayor parte de su larga trayectoria la compañía entendió y satisfacer las necesidades del cliente. Ante la aparición de la fotografía digital, en cambio, prefirió dar más importancia a sus productos estrella antes de que escuchar a los consumidores.
• La debilidad del monopolio: su posición privilegiada en su sector, casi calificable de monopolio, la hicieron débil ante los cambios del mercado. Así, no supo reaccionar a tiempo cuando las circunstancias lo requiriesen.
• La rigidez de la estructura: la empresa tuvo siempre su sede central en Rochester, en el norte de Nueva York, una ciudad aislada y lejos de los polos donde se concentraron las empresas de base tecnológica, como Silicon Valley o Pittsburgh. La gran diversificación y la enorme plantilla de la compañía también influyeron en su escasa flexibilidad.