En el libro La sociedad de coste marginal cero: El Internet de las cosas, los bienes comunes y el eclipse del capitalismo, Jeremy Rifkin pone de manifiesto la situación en la que se encuentra nuestro mundo regentado por el capitalismo –ahora en peligro– tras tantos años de grandes glorias.
Texto: Alfonso Cebrián. Doctor en Ciencias Económicas.
Internet está en todas partes, y más que un conducto donde pasa la información, se ha convertido en el lugar donde se crea la misma. Los usuarios no esperan a leer las noticias de los periódicos, sino que las crean ellos mismos. Igual pasa con la música y el contenido audiovisual, donde YouTube ha congregado la inmensa mayoría del talento de los usuarios que han decidido colgar sus vídeos para el entretenimiento del resto.
Esto también es aplicable al sector educativo, donde las recién estrenadas plataformas on-line de muchas universidades se encuentran ahora con los MOOC (cursos abiertos y masivos por internet), unos servicios donde su gran alcance les permite tener un precio irrisorio e incluso gratuito: la clase solo se graba una vez, al profesor sólo se le paga el tiempo de esa única sesión delante de la cámara, pero se siguen recogiendo matrículas una vez y otra –y otra– gracias a las herramientas en línea que nos permiten ver el curso a millones de kilómetros de distancia y desde nuestro sofá.
Hacia el coste cero
Las empresas deben empezar a darse cuenta de que el desarrollo de la tecnología y la competencia continua entre agentes del mercado van a llevar a muchos sectores hacia productos y servicios casi gratuitos, los cuales son así por su escaso coste marginal de producción. Actualmente las compañías se encuentran continuamente explorando posibilidades para reducir sus costes y alcanzar el máximo nivel de competencia y de diferencia con sus iguales en el mercado.
Y es que siendo el coste de producción menor, se precipita también su precio de venta: ¿de qué otra manera se puede competir sino con bienes que han sido creados con coste cero? La sociedad está avanzando a un ritmo mucho más rápido de lo que lo hacen los empresarios, que se quedan atrás comprobando cómo poco a poco se va pasando de una economía de intercambio a una donde prima el procomún colaborativo: las vacaciones en caros hoteles se han desinflado, lo que ahora despunta son los intercambios entre familias de dos países diferentes que quieren visitar las nuevas ciudades. Esta práctica no asume coste de alojamiento, ya que es un favor por favor. Lo mismo pasa, por ejemplo, de manera más local y menos atrevida, cuando compartimos coche con desconocidos para realizar un trayecto y ahorrar en gasolina, peajes y atascos, lo que se traduce en tiempo.
Ahora pensemos en los avances tecnológicos que a día de hoy ya hay en muchas casas. Aunque a primera vista pueden parecer inútiles, las impresoras 3D nos permiten realizar nuestros propios productos mediante la reutilización de otros materiales como el papel y el plástico, con coste marginal muy cercano a cero. En unos años, los consumidores podremos fabricar cualquier producto que necesitemos en casa.
Las empresas deben empezar a darse cuenta de que el desarrollo de la tecnología y la competencia continua entre agentes del mercado van a llevar a muchos sectores hacia productos y servicios casi gratuitos, los cuales son así por su escaso coste marginal de producción
Ventajas para proteger el planeta
Por otro lado, y más allá de ventajas económicas, el aspecto ecológico y el cuidado del planeta son dos asuntos de cada vez mayor interés entre la sociedad, y la conciencia de que debemos cuidar los recursos ha hecho que la mayoría de países desarrollados cuenten con energía que también tiene un coste prácticamente cero. Una vez se recuperen los costes fijos de las instalaciones eólicas y solares, la energía de los hogares y empresas tendrá coste cero, dado que se aprovechará de recursos totalmente renovables y se dejarán de lado la gasolina o la energía nuclear, donde nos encontramos que esa materia prima tiene un coste que se verá destituido por el sol calentando los paneles solares y el viento en las plantas eólicas en las montañas. Asimismo, gracias a Internet, los consumidores podrán consultar su consumo eléctrico, podrán optimizar su uso y eficiencia, e incluso compartir la energía sobrante.
De lo particular a lo general
Los cambios han empezado a pequeña escala, pero amenazan a las grandes corporaciones. Las empresas deben aceptar este cambio y dirigir sus actividades hacia el servicio complementario y las soluciones en red para poder ir en consonancia con lo que va aconteciendo a su alrededor. Debe construirse una infraestructura tecnológica nueva para que los costes marginales se reduzcan prácticamente a cero, pudiendo garantizar, a su vez, la seguridad de los datos de los usuarios que utilizarán y navegarán por esos nuevos productos, y la protección de la privacidad personal en este nuevo mundo conectado e independiente: el procomún colaborativo.
Rifkin rompe con los esquemas económicos de más de 50 años de antigüedad, presentando una situación y un enfoque totalmente nuevos y estimulantes que ayudarán a coger el ritmo evolutivo que la sociedad actual viene presentando. Es difícil no llegar a simpatizar con las ideas que el economista propone, ya que siguen la más pura línea de la lógica, evaluando la situación actual y el devenir de los acontecimientos posteriores más probables con un desarrollo social óptimo. Por otro lado, es complicado llegar a alcanzar en todos los mercados el coste marginal cero y absoluto, dado que aunque un producto haya sido creado con cero coste, el esfuerzo y la aportación de un valor sí deben seguir existiendo para poder seguir progresando en el mercado: deben seguir habiendo empresas que sean capaces de crear riqueza para la sociedad y valores económicos con nuevas apuestas.
El economista Jeremy Rifkin (Denver, Colorado, EEUU, 1946) es presidente de la Foundation on Economic Trends, con sede en Washington, y autor de un total de 19 éxitos editoriales que hablan acerca del impacto de los cambios científicos y tecnológicos en la economía, las empresas, el trabajo, el medio ambiente y la sociedad. Entre sus libros más recientes se encuentran el best seller del New York Times, La Tercera Revolución Industrial, así como El fin del trabajo, El siglo de la Biotecnología, La Civilización Empática y La sociedad de coste marginal cero.