Caótica y cosmopolita, pero a la vez muy rica en cuanto a herencia histórica y cultural, la capital de Japón es una urbe por donde circulan diariamente 40 millones de pasajeros en metro y 1,3 millones en taxi. Nadie puede negar su protagonismo en el mundo como gran metrópoli, ni la extravagancia y singularidad que la caracterizan. Si eres visitante estás de suerte: Tokio es una de las ciudades más amables para cualquier viajero, debido al respeto y la gentileza con que la población autóctona trata al turista, y también una fuente de entretenimiento casi inagotable.
Texto: Berta Seijo
Alrededor del 1603, lo que ahora conocemos como la ciudad de las luces de neón y los karaokes era un pequeño pueblo agrícola llamado Edo, que servía de emplazamiento para el gobierno militar del clan de Tokugawa Ieyasu. El punto de inflexión llegó hacia mediados del siglo XIX, con la instauración de la era Meiji: época durante la que Tokio adoptó este nombre y las influencias occidentales impregnaron su tejido social. A partir de ahí nada pudo parar a este gigante asiático; ni siquiera el gran terremoto de Kantō, los incendios que arrasaron la ciudad en 1923 o los bombardeos aéreos fruto de la pesadilla de la Segunda Guerra Mundial. Actualmente, Tokio es el pulmón económico del país, y un referente cuando se trata de moda, diseño y tecnología.
Nada ha frenado a este gigante asiático; ni siquiera el gran terremoto de Kantō, los incendios de 1923 o los bombardeos aéreos de la Segunda Guerra Mundial
Todo a gran escala
Según datos del 2014 proporcionados por el Gobierno Metropolitano de Tokio, en la capital japonesa viven 13,37 millones de personas (38 millones si tenemos también en cuenta los alrededores inmediatos, convirtiéndola en la urbe más poblada del planeta). Además, si ahondamos en su vertiente de centro de negocios, 2.749 empresas con una fortuna de más de un billón de yenes -aproximadamente la mitad de las firmas con esta facturación que hay en todo el país- han establecido su sede allí. El carácter internacional de la ciudad también se ve reflejado en las 2.370 compañías extranjeras que acoge, cifra que supone el 76% de todas las empresas foráneas afiliadas en Japón. Y es que su afán por abrirse a los mercados internacionales no hace más que atraer empresarios de todo el territorio.
Uno de los barrios de negocios más importantes es Minato, donde se ubican 49 embajadas y tienen su sede empresas como Sony, Fujitsu, Toshiba o Mitsubishi
Ahora bien, ¿en qué barrios de Tokio se concentran las multinacionales, el ir y venir de hombres y mujeres de negocios o las mayores transacciones que se hacen en la ciudad? Las respuestas pueden ser varias, porque en la capital japonesa hay múltiples barrios dedicados a las finanzas. Sin embargo, uno de los más destacados es Minato, donde se ubican 49 embajadas como las de Australia, Brasil, Canadá, China, Francia, Alemania, Italia, Rusia, Singapur, Suiza y Estados Unidos, y al mismo tiempo, tienen su sede empresas potentes como Sony, Fujitsu, Mitsubishi Motors Corporation, Toshiba, Fujifilm, Yahoo! Japan o Nippon Television. Más que un barrio, Minato es una pequeña ciudad con 31 distritos, cada uno con características propias. Destacamos dos completamente antagónicos: por un lado, Shimbashi, destinado a los negocios y al comercio, y monopolizado por un importante eje ferroviario; y, por el otro, Roppongi, la zona de lujo con una vida nocturna más que vibrante.
El día a día de los salarymen es la hipérbole de cómo se concibe el trabajo en la cultura japonesa. A lo largo de los años, este concepto ha servido para designar aquellos ejecutivos de bajo rango -en el caso de las ejecutivas, la denominación sería office-ladies- que tenían asegurado su puesto de trabajo para toda la vida, y que ascendían en la jerarquía empresarial de acuerdo a un baremo basado en la edad y no en sus méritos profesionales. Cuando llegaban a los 40 años, estos empleados alcanzaban la gerencia intermedia, viendo así como su sueldo subía, pero también las horas de trabajo, la responsabilidad y el estrés.
Cabe decir que las jornadas laborales terminaban muy tarde, por lo que se conservan imágenes típicas de japoneses con traje y corbata durmiendo en el metro, bebiendo en las tabernas o cantando en los karaokes con sus compañeros. Una rutina que se mantenía hasta los 60 años, cuando el ejecutivo llegaba a la cúspide de la pirámide empresarial y se preparabapara jubilarse, y disfrutar, por fin, de la familia y de sus aficiones. A pesar de que esta tradición es todavía una realidad presente en Japón, la situación está cambiando: las capacidades personales comienzan a valorarse y no es tan común permanecer toda la vida en la misma compañía.
– Centro: el corazón de Tokio es también el corazón de las finanzas y los negocios para la nación. Monumentos y emplazamientos históricos preservan aún su protagonismo al lado de tiendas modernas, restaurantes, hoteles, rascacielos y otros emblemas de los siglos XX y XXI.
– Norte: más alejada del núcleo urbano, encontramos esta zona totalmente vinculada a Ikebukuro, distrito que destaca por tener estaciones de tren que al mismo tiempo hacen la función de grandes almacenes. Cerca, el complejo Sunshine City alberga un inmenso acuario, y el Tokyo Dome, sede del primer equipo de béisbol de Japón, también se ha convertido en el mayor estadio de conciertos del país con una capacidad para 55.000 espectadores.
– Este: es el primer paisaje que se ve a través de las ventanas del avión y cuando se viaja desde el Aeropuerto Internacional de Narita a la ciudad. En sus afueras, no pasan desapercibidos ni el parque Kasai Rinkai (el más grande de Tokio), ni el resort que Disneyland abrió en la ciudad en 1983, y que tiene el privilegio de ser el primero construido fuera de los Estados Unidos. Aquí también se mezcla tradición y modernidad, pues estan ubicados el templo más antiguo de Tokio, llamado Senso-ji, y la torre de radiodifusión más alta del mundo (con 634 metros), Tokyo Skytree.
– Sur: esta zona siempre ha sido idónea para el alojamiento, en el siglo XVII cuando los viajeros cruzaban el puente de Nihombashi, y hoy en día para aquellos que esperan la salida de su vuelo en el aeropuerto de Haneda. La oferta de entretenimiento incluye carreras de caballos y shows de delfines en el acuario de Shinagawa.
– Oeste: el estilo de vida, la moda o las tendencias; todo lo que ocurre en las avenidas de la zona oeste tiene una enorme influencia en el resto de la ciudad. Precisamente, la película Lost in Translation (Sofia Coppola, 2003) es un vivo retrato del espíritu cosmopolita que impregna esta área monopolizada por los distritos de Shinjuku y Shibuya, donde no faltan boutiques de renombre, restaurantes, residencias de alto nivel y centros para la compra de tecnología.