Los políticos del siglo XXI pueden hacerlo mejor. Para ello es necesario que tengan la mejor formación universitaria y la experiencia que da empezar desde los Gobiernos locales o la sociedad civil. Así, tendríamos Gobiernos de los mejores, fueran de la ideología que fueran. Y la gente confiaría más en la política.
Xavier Torrens. Profesor de Ciencia Política en la UB, politólogo y sociólogo.
Maquiavélico. Así es como ve mucha gente el mundo político, pero esto puede cambiar. Sería posible si nos atuviéramos a los parámetros angloamericanos y, por tanto, profesionalizáramos el trabajo de los partidos, el trabajo de los políticos y la gestión pública. Claro, no sería la panacea, pero mejoraría. La clave radica en combinar el savoir-faire de la politics con el know-how de la policy. No es nada fácil, pero es factible. Aclaremos esto.
La palabra inglés politics se refiere a la política de los partidos (party politics) como, por ejemplo, los debates parlamentarios, las tertulias políticas o una campaña electoral. La palabra inglesa policy hace referencia a la política pública, la política del Gobierno (government policy), como la política social, la política cultural, la política educativa, la política económica, etc. En el buen arte de la política, sería bueno que cada político supiera interiorizar las dos concepciones, tanto la política partidaria como las políticas públicas.
La clave del buen oficio de los grandes políticos radica en saber combinar bien savoir-faire de la politics (saber hacer en la política de partidos) con el know-how de la policy (saber hacer en la política pública)
SERIES DE TELEVISIÓN, REFLEJO DE LA REALIDAD
Echames un vistazo a las novelas del siglo XXI: las series de televisión. Si somos de los que disfrutamos con satisfacción de la compañía de las teleseries de gran calidad sobre política, llegaremos fácilmente a la conclusión de que esta es un juego de poder alejado del buen oficio y que tiene malas maneras. Series como la sin escrúpulos House of Cards, la realista Borgen y la pragmática The West Wing, a las que hay que añadir la fantasiosa Game of Thrones o la antigua -que no vieja- Yes Minister (y secuela Yes, Prime Minister), nos ponen los pelos de punta. Aún así, se puede sostener que existe el buen oficio de la política y que los políticos lo pueden aprender.
Dichas series de televisión nos ofrecen una imagen bastante precisa (exceptuando aquellas escenas e intrigas más propias de un thriller) de cómo funciona la política. Hay una mezcla de intereses personales y de intereses comunitarios, que basculan hacia un lado u otro en función del personaje. La política real es así, aunque a los políticos les cueste reconocerlo. Sin embargo, las citadas series nos muestran una política profesionalizada, con políticos con un buen bagaje y una excelente formación. Y este es el factor que diferencia el mundo anglosajón de nuestro país. Aquí radica el quid de la cuestión. Analicémoslo el punto por punto.
FORMACIÓN Y EXPERIENCIA
La profesionalización de la política no significa que los políticos lo tengan que ser de por vida, como si fuera un trabajo de funcionariado. A lo que nos referimos es que para que un político sea bueno, debe estar bien formado, lo que hará que actúe de manera profesional. Además, sería necesario que la persona que se dedica a la política compaginara la formación politológica (formación universitaria de máster o, al menos, de grado) con la experiencia política, comenzando en el Gobierno local.
Si nos imaginamos una escalera, subiendo sus escalones, una persona impelida por la cosa pública debería dedicarse primero a participar y dirigir una ONG, una asociación, una cooperativa, una fundación o una empresa privada. Es decir, si a una persona le motiva tanto lo público, primero tiene que haber estado en una organización de la sociedad civil. Mejor de voluntario en el tercer sector pero también en el sector privado. El paso siguiente sería que participara en la política municipal. Aprender desde el Gobierno local forja otro espíritu en el político que estará presente en el Gobierno autonómico o el Gobierno central. La vivencia en entidades de la sociedad civil y la experiencia desde abajo en la administración local son cruciales.
¿ESCUELA DE POLÍTICOS?
Para ser un buen empresario o un excelente gerente es muy útil acudir a una escuela de negocios y hacer un MBA líder en los rankings universitarios, pero en el campo de la política catalana o española todavía no hay nada parecido. Y los concejales de los Ayuntamientos, los diputados de los Parlamentos y los consejeros del Gobierno, así como los Secretarios Generales, Directores Generales y asesores políticos, se beneficiarían de una formación de estas características.
La mejor solución es cursar el grado de Ciencia Política, puesto que su plan de estudios suele fundamentarse en cuatro pilares básicos: asignaturas de Ciencia Política, materias de Economía Pública, contenidos de Derecho Público y temas de otras ciencias sociales (Sociología, Historia, etc.). Alegóricamente, son como las cuatro patas que hacen estable una silla. Es una formación interdisciplinaria, necesaria para un hombre o una mujer dedicados a la política.
Aprender desde el Gobierno local forja otro espíritu en el político que estará presente en el Gobierno autonómico o el Gobierno central. La vivencia en entidades de la sociedad civil y la experiencia desde abajo en la administración local son cruciales.
POLÍTICAS PÚBLICAS EFICACES
Los políticos de las generaciones mayores suelen tener formación únicamente en Derecho y, por tanto, no disponen de capacitación ni politológica, ni económica, ni sociológica. Este es el motivo por el cual tenemos políticos que saben hacer leyes y se apresuran a hacer decretos legislativos, reglamentos y más normas jurídicas que burocratizan, pero en cambio no saben diseñar una política pública. Un botón de muestra: España ha tenido hasta nueve leyes de educación en el periodo democrático y, gobierne quien gobierne, los resultados educativos siempre rayan la mediocridad.
La resolución de los problemas públicos es, hoy día, una de las variables principales que el ciudadano de a pie tiene en cuenta para evaluar si las instituciones políticas funcionan o no. La gente quiere que la educación de sus hijos sea buena. Así pues, es necesario que las políticas públicas tengan eficacia (buenos resultados), es decir, impacto social. Y por eso la formación de nuestros políticos debe ser más buena. Así mejoraría de verdad el oficio de la política.
Todo ello nos lleva a pensar que los políticos de nivel ya saben hacer politics y sus carencias son a la hora de diseñar e implementar policies. Si se formaran en el análisis de políticas públicas y la nueva gestión pública, seguro que tendríamos Gobiernos de los mejores o, al menos, mejores gobernantes. Al menos tendríamos políticos del siglo XXI en vez de estar anclados en el siglo XX. Vale la pena por el buen oficio de la política.