Apasionado por las matemáticas puras desde los inicios de su carrera académica, Robert J. Aumann (Frankfurt, Alemania, 1930) acabó sucumbiendo a la teoría de juegos y, de rebote, a las ciencias económicas. Cualquiera que lo conociera de cerca diría que este cambio de rumbo le abrió infinidad de puertas, incluida la de recibir el Premio Nobel de Economía 2005 por sus contribuciones en el campo de los juegos repetidos y la creación del comportamiento cooperativo. Con él hemos hablado sobre estos temas, sin pasar por alto otros como la crisis financiera, la situación griega o el tira y afloja entre territorios.
Texto: Berta Seijo
“Los rescates deberían evitarse porque envían un mensaje negativo a los inversores”
La Real Academia Sueca de las Ciencias le premió (junto con Thomas Schelling) con el Nobel de Economía 2005 «por haber ampliado nuestra comprensión sobre el conflicto y la cooperación a través de la teoría de juegos». ¿Podría explicarme de forma sencilla este concepto?
La teoría de juegos engloba aquellas situaciones en las que individuos con objetivos diferentes interaccionan, cada uno de ellos tratando de tomar las decisiones que le convienen más. Al hacerlo, sin embargo, deben tener presente que el otro, o los otros, actúan de la misma manera. Estas ideas son la base de juegos de mesa como el ajedrez o el póquer, pero también de otros campos como la política, la economía o los negocios. Personalmente, he contribuido en varios aspectos a la comprensión de la teoría de juegos, pero el Comité Nobel me premió por mis investigaciones en el campo de los juegos repetidos. Cuando uno se encuentra en una situación de forma regular (hoy, mañana y pasado), acostumbra a poner en práctica el mismo juego una y otra vez, y es en estos casos donde la cooperación puede surgir, más que en aquellos que sólo pasan una vez en la vida. Te pondré un ejemplo: si alguien viene a mi casa e intenta venderme algo, desconfiaré de él. Del mismo modo, si yo le compro el producto, pero le digo que le pagaré dentro de tres días porque ahora no tengo efectivo, el comerciante también desconfiará de mí. Por el contrario, si voy a hacer la compra en la tienda del pueblo de toda la vida, confiaré que el pan o la leche son de buena calidad por dos razones: porque no es la primera vez que voy y porque el vendedor sabe perfectamente que si me falla dejaré de ser su cliente. Del mismo modo, en caso de olvidarme el dinero en casa y que me haya de fiar, el dependiente de la tienda lo hará. Y es que si no pago lo que le debo, sabe que yo soy consciente de que traicionaría su confianza. En definitiva, los juegos repetidos modelan la interacción a largo plazo y explican comportamientos tales como la cooperación, el altruismo, la lealtad, la confianza o, incluso, la venganza.
«Si enlazamos la realidad griega con la teoría de juegos me parece que, en el momento de la discusión con la troika, Varoufakis tenía muy claro que tenía que reforzar su posicionamiento y jugar con el balance que existe entre competencia y cooperación en cualquier negociación. Y no lo hizo del todo mal.»
¿Porque escogió la teoría de juegos aplicada a la economía como su principal línea de investigación? ¿De dónde proviene este interés si, según tengo entendido, su trayectoria académica estuvo desde los inicios ligada a las matemáticas puras?
La teoría de juegos se convirtió en mi principal línea de investigación más o menos por accidente. Es como adentrarte en el bosque, comenzar a explorar una zona desconocida y, de repente, encontrar algo interesante y zambullirse completamente. Como bien has señalado, mi tesis doctoral -así como el grado y los másteres que hice- fue sobre matemáticas puras; no tenía nada que ver ni con la economía ni con la teoría de juegos. Después de terminarla, fui a trabajar a una consultoría afiliada a la Universidad de Princeton y dedicada a la investigación operativa. Una vez allí, llegué a la conclusión de que, para resolver el problema práctico que me habían asignado, tenía que hacer uso de la teoría de juegos. En verdad, no era una disciplina en la que hubiera profundizado; sólo había escuchado cómo otros compañeros y profesores hablaban de ella mientras yo hacía el doctorado. Por ejemplo, el gran matemático John Nash [Premio Nobel de Economía 1994], con quien tenía una muy buena relación, me explicó algunos aspectos de esta teoría. Nos conocimos en 1953 en el Instituto Tecnológico de Massachusetts: yo ya me había graduado y él era instructor Moore -cargo que ocupaban los mejores jóvenes matemáticos del MIT-. Las conversaciones que tuve con Nash vinieron a mi memoria cuando tuve que hacer frente al problema que te comentaba antes. Entonces empecé a estudiar la teoría de juegos y de ahí fui a parar a la economía. No fue al revés.
Hay muchos problemas reales que se podrían analizar mediante la teoría de juegos. Tomemos como ejemplo la situación económica griega. Y es que la relación entre este país y la Unión Europea no pasa por su mejor momento. ¿Sabe que el exministro de finanzas Yanis Varoufakis es un experto en la teoría de juegos? ¿Cree que esta herramienta ha tenido un rol importante en las negociaciones de los líderes griegos con la troika?
No sabía que el exministro de finanzas griego fuera un seguidor de la teoría de juegos. De hecho, ¡está muy bien saberlo! Discúlpame por no conocer con todo detalle la situación en Grecia. Leo en los periódicos qué está pasando, pero no he seguido de cerca su evolución. Igualmente, si enlazas la realidad griega con la teoría de juegos, si me dices que Varoufakis es un buen conocedor de ésta, me parece que, en el momento de la discusión con la troika, él tenía muy claro que debía reforzar su posicionamiento y jugar con el balance que existe entre competencia y cooperación a cualquier negociación. Y no lo hizo del todo mal, ya que se tuvieron que retomar una y otra vez las negociaciones… Supongo que los prestamistas no tenían todas las garantías de que se saldrían con la suya.
«[Durante la gestación de la crisis] en todo momento las personas reaccionaron a los incentivos que se les ofrecían y los acontecimientos se sucedieron tal como las teorías económicas clásicas y la teoría de juegos deberían predicho.»
Grecia no es el único país europeo que camina por la Cuerda floja. ¿Cuál es su opinión sobre los rescates que se han producido o que aún planean sobre los países miembros de la UE?
Yo soy un economista teórico, no un macroeconomista práctico. O lo que es lo mismo, no conozco las especificidades de cada rescate. Sin embargo, soy consciente de lo que pasa en el mundo y pienso que los rescates, aunque a veces sean necesarios, en principio deberían evitarse. Lo digo porque envían un mensaje negativo–, tanto a los inversores como al resto de ciudadanos: «Puede actuar de manera imprudente porque si os metéis en problemas financieros y quebráis os rescataremos». Recuerdo una historia que liga con lo que te estoy contando y que pasó en el valle del Mississippi hace unos años. En aquel entonces, movido por el riesgo de inundación, el gobierno federal instó a los granjeros a que contrataran un seguro, así los podrían recompensar en caso de desastre. Aunque era un buen trato, muchos de estos trabajadores no quisieron curarse en salud. Cuando se produjo la gran inundación, la administración pública tuvo que intervenir y ayudar a todos aquellos que no tenían seguro y que se habían quedado sin nada. ¡Estos granjeros fueron los más listos! Lo mismo sucede con los rescates financieros, y es por eso que soy muy escéptico sobre el tema.
¿Ha podido seguir el proceso independentista catalán a través de los medios de comunicación? Si es así, ¿qué piensa sobre todo esto?
La verdad es que no sé por qué Cataluña quiere convertirse en independiente… ¿Qué hay de malo en seguir formando parte de España? No es un territorio oprimido, pero claro, sí es una de las zonas que generan más riqueza dentro del país, y el gobierno español seguramente sube los impuestos a los ciudadanos catalanes para redistribuir las ganancias y ayudar a otras partes de España que no gozan de las mismas condiciones… A su vez, la población catalana no quiere hacerlo porque se siente diferente por temas de cultura, lengua, etc. No lo sé, sólo estoy haciendo suposiciones. Pero si este es el caso, pienso que España debería actuar e intentar llegar a un tipo de acuerdo.
Dos países que finalmente han restaurado los lazos diplomáticos después de más de 50 años de guerra fría son Cuba y los Estados Unidos de América. ¿Cuál es tu opinión sobre esta reconciliación?
Antes que nada, déjame decir que es un evento maravilloso; siempre he estado a favor de las relaciones basadas en la paz y la cooperación. Precisamente, como te he comentado antes, gané el Premio Nobel por mis percepciones sobre cómo se crea el comportamiento cooperativo. A pesar de ello, me gustaría apuntar la destrucción de la biodiversidad y del ecosistema cubano como uno de los posibles peligros que implica este acercamiento. Y es que gracias a que los EEUU se han mantenido alejados de Cuba, este país ha podido dejar florecer su belleza ecológica. Ahora, los dirigentes deben demostrar a la vez que son capaces de tener una relación cordial y preservar el ecosistema.
«El Premio Nobel es como un certificado donde pone: ‘Vale la pena escuchar a este hombre’. Después de todo, eso es lo que intentamos todos los investigadores y científicos; cuando averiguamos algo nos apasiona compartirlo con el resto y vender nuestras ideas. «
Usted ha defendido que los incentivos han sido el principal desencadenante de la crisis. ¿Cómo se explica que, antes de que explotara la burbuja financiera, aquellas personas con una elevada probabilidad de impago obtuvieran préstamos de los bancos?
Déjame ponerte un ejemplo: un hombre con un 1% o un 2% de probabilidades de no hacerse cargo de su préstamo pide crédito a un banco para comprarse una casa. Por supuesto, la entidad financiera fija un tipo de interés razonable y acepta la petición. Horas más tarde, otro hombre, éste con un 20% de probabilidades de no poder pagar, hace lo mismo. Actualmente el banco no le habría dejado ni un centavo, pero en tiempos de bonanza la opción escogida fue otra: prestar dinero a todos aquellos con un historial acreedor pobre a cambio de someterlos a altas tasas de interés. Los prestadores justificaban su política diciendo que era una medida preventiva, una manera de cubrir posibles pérdidas. Pero no olvidemos que el riesgo no era tan alto como decían por una sencilla razón: el banco siempre tendría la casa del cliente como aval. En esto se basaban los famosos préstamos subprime (o de alto riesgo). Ahora bien, hay un aspecto que las entidades financieras pasaron por alto. Y es que la demanda en el mercado inmobiliario creció hasta niveles insospechados gracias a que los prestatarios (antes poco solventes) ya podían permitirse la adquisición de una casa. Esto dio como resultado la construcción de un gran número de nuevas residencias, lo que conocemos como burbuja inmobiliaria. Y cuando, como se esperaba, los clientes subprime dejaron de pagar, los bancos empezaron a poner estas casas otra vez en venta.
¿Fue entonces cuando la burbuja explotó, no?
Exacto. De repente, la oferta superaba la demanda y los precios de las casas comenzaron a caer. Incluso aquellos que estaban en condiciones de devolver sus créditos decidieron dejarlo correr, puesto que salían ganando si el banco se quedaba el inmueble (¡en ese momento valía mucho menos que tiempo atrás!). En resumen, estábamos delante el escenario idóneo para que la crisis empezase… En todo momento las personas reaccionaron a los incentivos que se les ofrecían y los acontecimientos sucedieron tal y como las teorías económicas clásicas y la teoría de juegos hubiesen predicho.
Si volvemos a su trayectoria profesional, una vez afirmó que «la ciencia es una gran aventura cooperativa». ¿Cuántos colaboradores ha tenido a lo largo de su vida? ¿Y quiénes son?
He tenido 25 colaboradores y la mayoría de ellos son compañeros de profesión de todo el mundo. Es por ello que la ciencia es una gran aventura cooperativa; los conoces en conferencias o eventos, lees sus artículos y te acabas vinculando profesionalmente. Muchos investigadores hacen trabajos de investigación con sus estudiantes, pero no es mi caso. Yo corrijo sus tareas -nunca participo en ellas-. También me gusta escoger los mejores alumnos, ponerles ejercicios difíciles y desafiarlos para que se superen a sí mismos día tras día.
Y ya por último, una pregunta obligatoria: ¿qué se siente al ganar un Premio Nobel?
¡Uno se siente realmente bien! Y déjame que te diga una cosa: creo que el mayor beneficio que he podido sacar es lo que está pasando ahora mismo, en otras palabras, que me entrevistan. Y esta es una de muchas [ríe]. ¡La gente te pregunta y escucha lo que tienes que decir! El Premio Nobel es como un certificado en el que pone: «Vale la pena escuchar a este hombre». Después de todo, eso es lo que intentamos todos los investigadores y científicos; cuando averiguamos algo nos apasiona compartirlo con el resto y vender nuestras ideas.
Israel Robert John Aumann nació en Frankfurt (Alemania) en 1930, y ocho años más tarde emigró con su familia, que era judía, a Nueva York debido a la opresión nazi. A pesar del trasiego de la fuga, Aumann recibió una educación excelente y ya desde muy joven mostró un notable interés por las matemáticas. Tan grande era su fascinación por los números que, tras graduarse, hizo su doctorado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts con un trabajo sobre teoría de nudos, una rama de las matemáticas abstracta y difícil. Durante aquella época también inició su carrera profesional como docente: primero en Princeton y luego, alrededor de 1956, en el Departamento de Matemáticas de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Y es que Aumann decidió volver a emigrar, esta vez de forma voluntaria, a la tierra de donde él se sentía originario: Israel. Sin el cambio de residencia, el matemático ha sido profesor visitante de varias universidades estadounidenses, como Stanford, Yale o Berkeley, y su contacto con compañeros de disciplina siempre fue constante y provechoso. Prueba de ello es su contribución a la teoría de juegos, premiada con un Nobel en 2005 y a la que llegó gracias a las conversaciones que mantuvo a lo largo de su vida con expertos en el tema o en la lectura de obras. Actualmente, Aumann dedica una parte de su tiempo a la investigación, pero también a su familia, formada por su esposa, cinco hijos, 21 nietos y 15 bisnietos.
La concesión del Premio Nobel de Economía 2005 a Robert J. Aumann y Thomas C. Schelling «por haber ampliado nuestra comprensión del conflicto y la cooperación mediante el análisis de la teoría de juegos» volvió a confirmar la influencia de esta teoría y el interés social que despierta. Y es que, si hacemos memoria, 11 años atrás el galardón también había ido destinado a tres expertos en esta disciplina, John C. Harsanyi, John F. Nash Jr. y Reinhard Selten, «por su análisis pionero del equilibrio en la teoría de juegos no cooperativos». Ahora bien, ¿cuál fue la gran aportación de Aumann? Según el Comité Nobel, el análisis de los juegos repetidos, es decir, el análisis de aquellas situaciones que cada vez que se repiten siguen el mismo patrón que la vez anterior. A partir de sus observaciones, el matemático israelí llegó a la conclusión de que el fenómeno de la cooperación nace en ellas porque hay una vinculación muy potente entre el pasado y el futuro: en un entorno marcado por el largo plazo, los jugadores no sólo tendrán en cuenta los resultados instantáneos, sino también el efecto futuro de sus acciones. La repetición es un factor modificador que da la vuelta a situaciones que no inducirían nunca a una conducta cooperativa. En definitiva, Aumann se encargó de formalizar matemáticamente situaciones de juegos cooperativos y no cooperativos en las que intervienen variables diversas y que tienen lugar de forma repetida. A pesar de la complejidad de sus análisis, los resultados se pueden aplicar a conflictos reales, como por ejemplo los programas de armamento o las guerras comerciales.
Por último, no olvidemos que el conjunto de temas en los que ha trabajado el israelí a lo largo de su trayectoria profesional es extenso y abarca muchos ámbitos. La competencia perfecta, el equilibrio de correlación o la epistemología interactiva son algunos.