Texto: Neus Duran
Fotos: cedida
¿Hasta qué punto la formación es importante para una empresa? Se valora de manera suficiente?
Es la clave de la competitividad, el progreso y la mejora del potencial humano y empresarial del país. En este sentido, las empresas deben utilizar la formación bonificada para mejorar las oportunidades de sus trabajadores y trabajadoras, y los agentes sociales debemos participar de los planes de formación de las empresas y ser garantes de su cumplimiento. Desgraciadamente, no todas las empresas usan la formación bonificada empresarial para dar este valor a sus trabajadores y trabajadoras.
¿Cuál es el papel de la formación subvencionada? ¿Qué aporta?
La formación subvencionada ha sido la clave de hacer llegar a los trabajadores la formación de manera generalizada, y todo lo que esta mejora conlleva. Ha sido una herramienta de acceso universal y de igualdad de oportunidades para los trabajadores y las trabajadoras. Desde la entrada en vigor del real decreto ley de formación del Gobierno de Madrid, los agentes económicos y sociales pierden el papel de impulsores de la formación.
«El nuevo modelo de formación subvencionada deja el sistema en manos de centros privados»
¿Cómo afectan al trabajador los cambios legislativos de los últimos años en este ámbito?
El nuevo modelo deja la totalidad del sistema en manos de centros privados que no tienen como objetivo prioritario garantizar la igualdad de oportunidades. Sin embargo, en Cataluña continuamos trabajando conjuntamente con el Consorcio para la Formación Continua de Cataluña, intentando llegar a un mayor número de personas en todo. Con la nueva reforma se ha producido una regresión muy importante y se ha perdido la flexibilidad para dar respuestas rápidas a las necesidades reales del mercado.
¿Qué medidas se podrían aplicar para que las empresas pongan más en valor lo que se invierte en formación subvencionada?
Flexibilidad, reconocimiento curricular y de repercusión a nivel de carrera profesional. La participación real de los agentes sociales dentro de las empresas y, por tanto, vinculada a la negociación colectiva. Y que las empresas hagan de la formación bonificada una inversión en la mejora de los procesos productivos y de los trabajadores, en lugar de utilizarla como una herramienta de subvención sin finalidad real de mejora.