Las crisis siempre son oportunidades de mejora. Hoy en día, ante las pocas opciones de inversión que existen debido a los bajos tipos de interés y la volatilidad de los mercados, hacerlo en startups es interesante, siempre y cuando seamos conscientes del riesgo que asumimos. Aporta valor al inversor y ayuda a identificar el talento de los nuevos empresarios.
Ferran Martínez Garriga. Director general de Andbank Sports & New Business.
La inversión en startups está de moda y no deja de crecer. De hecho, el último trimestre de 2015 aumentó un 430% respecto al mismo período del año anterior. El éxito de compañías del llamado sector fintech (tecnología financiera), como Kantox, empresa de gestión de divisas que el verano pasado llegó a sus primeros 2.000 millones transaccionados; Arboribus, dedicada al crowdlending para pymes; o NoviCap, plataforma online de descuento de facturas, son ejemplos de ello. Como también la buena trayectoria de la empresa de inteligencia artificial CogniCor o de juegos tecno-educativos como Monkimun. El sector es cada vez más maduro. Lo confirman unos datos que, además, a menudo se ven complementadas con titulares que hablan de emprendedores que han conseguido multiplicar por más de 50 su inversión, como es el caso de los fundadores de Trovit o Akamon.
El buen estado de forma en que se encuentran muchas startups hace que estén surgiendo nuevas formas de invertir que están democratizando este formato, como por ejemplo los vehículos de co-inversión que canalizan la toma de participación en la empresa agrupando los inversores; los equity crowdfunding; las aceleradoras o los vehículos de inversión en formato fondo (los venture capitals). Todas buscan disminuir el riesgo al que se enfrenta un inversor, ya sea a través de la generación de una cartera más diversificada o por la selección de buenas oportunidades de inversión a las que todo el mundo puede tener acceso.