La XV Cumbre Mundial de Premios Nobel de la Paz reunió en Barcelona el pasado mes de noviembre cerca de 20 personas y organizaciones distinguidas con este galardón. Món Empresarial tuvo la oportunidad de conversar con una de ellas, Betty Williams, premiada en 1976 junto con Mairead Maguire por su contribución en la resolución pacífica del conflicto de Irlanda del Norte. La construcción de paz, el rol de las mujeres en este proceso y el poder de la gente son los temas centrales de la presente entrevista, realizada el día después de los atentados de París.
Texto: Ariadna Cortés
Fotos: Cedidas
¿Qué la hizo involucrarse en el conflicto de Irlanda del Norte?
Presencié la muerte de tres niños en una calle de Belfast. En ese momento algo dentro de mí hizo clic, y como madre de dos niños pequeños llegué a la conclusión de que tenía que implicarme. Empecé a llamar a puertas y a hablar con mujeres, a decirles que teníamos que pararlo. Me pasé horas, días y semanas hablando con otras mujeres que se sentían como yo, y organicé una manifestación por la paz a la que acudieron 10.000 personas. Fue entonces cuando empezamos a ver lo que fallaba en Irlanda del Norte, y la economía tenía un papel importante, pues la tasa de desempleo alcanzaba el 14,5%. Hasta que toda esta gente no encontrara trabajo y tuviera resuelto su día a día, no podríamos acabar con el problema. Nos dimos cuenta de que no podríamos detener la violencia hasta que no afrontáramos los problemas reales.
«La paz se construye de abajo hacia arriba, no se puede hacer al revés»/h2>
Teniendo en cuenta que su familia estaba afectada directamente por la violencia del conflicto, pues cada bando le quitó un primo, ¿cómo llegó a tener una perspectiva pacifista?
El proceso de cambio duró un par de años. Cuando mi primo Dani fue asesinado, a mi tía le preguntaron en una entrevista: «¿cómo te sientes?». Y ella dijo: «estoy muy contenta de ser la madre de Dani y no la del hombre que lo ha matado». Y si ella podía perdonar, ¿por qué yo no?
¿Su posicionamiento o activismo le crearon problemas en su entorno cercano?
Siempre hay gente que no está de acuerdo contigo, y además yo conocía miembros de organizaciones terroristas. No fue fácil hacer lo que hicimos, de hecho fue muy difícil. Pero a medida que intensificábamos nuestro activismo, la violencia disminuía y disminuía. En dos años la reducimos un 70%, y el año siguiente un 78%. A medida que nosotros íbamos subiendo, la violencia iba bajando, por eso digo que la paz se construye de abajo hacia arriba, no se puede hacer al revés.
¿Cuál fue la clave de la resolución del conflicto?
La determinación. La guerra no estalló de un día para otro en Irlanda del Norte, y resolverla tampoco podía hacerse de manera rápida.
¿Cómo afectó su vida ganar el Premio Nobel de la Paz?
Me la cambió completamente. Cuando se anunció, yo estaba en un hotel de Londres, en la presentación de una campaña de recaudación de fondos para niños con espina bífida. Cuando salía, un hombre se me acercó, me felicitó y me dijo que me habían dado el Nobel de la Paz. Yo le contesté: «¿has estado bebiendo?». No me lo creía. Tenía que tomar una decisión, porque era madre de dos niños pequeños. ¿Podría hacerlo? ¿Era lo suficientemente fuerte? Tenía la voluntad, pero no sabía si tenía lo que hay que tener, porque nadie te enseña a ejercer como ganador del Nobel. Pero entonces me di cuenta que era un regalo que podía utilizar para ayudar a otras personas, así que decidí aceptarlo.
«Me di cuenta de que [el Nobel] era un regalo que podía utilizar para ayudar a otras personas, así que decidí aceptarlo.»
Ha dedicado su vida a proyectos orientados a la paz. ¿En qué está inmersa actualmente?
Estamos construyendo la primera Ciudad de la Paz en Basilicata, una región de Italia. Hace 14 años Silvio Berlusconi, entonces presidente del país, quería verter residuos nucleares en esta bella región. Cuando esto sucedía yo estaba en Roma y, conociendo mi experiencia en activismo no violento, un amigo mío me llamó pidiéndome ayuda. Organicé dos marchas, protestas pacíficas, etc., y miles de personas salieron a la calle. Ahora, después de muchos años de trabajo, el terreno donde se tenía que hacer el vertido es nuestro y estamos construyendo la Ciudad de la Paz, pensada para niños provenientes de países en guerra. Al principio la gente no paraba de decirme que nunca lo conseguiría. Pero si dejas que la gente te diga que no puedes hacerlo, no lo harás. Así que yo les decía: «lo estoy haciendo, me estás diciendo que no puedo pero está pasando».
Inicialmente su activismo estaba muy centrado en la movilización de las mujeres. ¿Las mujeres tenemos un rol específico en la construcción de paz?
Absolutamente, por el tipo de reacción que tenemos. Los hombres suelen considerar las reacciones emocionales como algo negativo, pero es positivo. Ellos primero utilizan la cabeza y cuando ponen el corazón ya es demasiado tarde. Nosotros hacemos el proceso inverso, somos muy diferentes, está probado científicamente. Las mujeres estamos más inclinadas a ser no-violentas que violentas. Las mujeres cambiarán el mundo, lo sé, lo veo en todas partes. Mujeres de las que no conocemos el nombre, pero a las que yo represento.
En términos de conflicto y de paz, ¿el mundo es ahora un lugar peor o mejor que cuando fue galardonada con el Nobel?
Mi visión es que todas las cosas terribles que están sucediendo alcanzarán un pico, y algún día deberán terminarse. Lo que pasó anoche en París fue devastador, pero eso es lo que los terroristas quieren, devastarnos. Y si los dejamos conseguirlo no podremos hacer nada. Pero los parisinos, dentro de unas semanas, comenzarán a recuperarse. Es cierto que nunca te recuperas de la pérdida de un hijo, pero aprendes a convivir con lo que ha pasado. Ahora habrá mucha rabia, mucha indignación, y esto llevará el gobierno francés a bombardear Siria. Es lo que ocurre habitualmente, que la violencia se responde con violencia. Puedes apostar lo que quieras a que el alcalde de París ya ha llamado al presidente de Francia, que a su vez ha hablado con la Casa Blanca y estos con Londres. Todos están esperando una excusa para bombardear Siria.
«El liderazgo por la paz está fuera de los gobiernos, entre la gente, que es quien tiene el poder real.»
¿Cómo deberían actuar los gobernantes de los países occidentales ante el conflicto sirio?
Antes de bombardear deberían dialogar, pero lo que harán primero será enviar aviones. El Oriente Medio ha sido atacado durante 60, 70 o incluso 100 años. Este es el resultado, ¿estamos sorprendidos? Todos los gobernantes dicen lo mismo: «no negociaremos». Pues tienen que negociar, es la única opción que hizo posible detener la violencia en Irlanda del Norte. De hecho, juntamos a los terroristas discretamente y los hicimos hablar entre ellos. Es difícil, pero hay que dialogar, sino la escalada de violencia continuará.
¿Hay un liderazgo fuerte en el ámbito de la construcción de paz, actualmente?
Se fortalece día tras día, porque cuantas más atrocidades ocurren, mayor es el anhelo de que se acaben. Pero no me refiero a los gobernantes, ellos reaccionan con más violencia en lugar de dialogar, y eso no es democrático. El liderazgo para la paz está fuera de los gobiernos, entre la gente, que es quien tiene el poder real.
Betty Williams (Belfast, 1943) es hija de padre protestante y madre católica, una circunstancia poco habitual en el lugar y el momento en los que nació y que marcó su aproximación al conflicto norirlandés. Tras presenciar la muerte de tres niños al ser embestidos por un coche conducido por un fugitivo del IRA, decidió implicarse activamente. Así, junto con Mairead Maguire –tía de los niños– fundó una organización orientada a la resolución pacífica, Comunidad de Gente Pacífica, que les valió a ambas el Premio Nobel de la Paz en 1976. En ese momento, Williams, que tenía 34 años, dos hijos pequeños y trabajaba como recepcionista, decidió dedicar su vida a la paz, un compromiso que hoy en día aún mantiene.