¿Hasta qué punto sirven para ocupar a los políticos en la reserva?
Coordinación: Andrea Cosialls Fotos: Cedidas
Es necesario un nuevo modelo de organización territorial que elimine el actual solapamiento y exceso de administraciones. Proponemos un doble nivel básico administrativo: un nuevo Estado descentralizado en veguerías y el ámbito municipal. Las provincias desaparecerían y las diputaciones deberían fusionarse con las veguerías, estableciendo un espacio intermedio como punto de encuentro y concertación de políticas entre la instancia gubernamental estatal y el ámbito local supramunicipal.
En estos últimos años de profunda crisis económica hemos visto cómo los gobiernos subían los impuestos a las clases medias y trabajadoras o recortaban en sanidad y educación. En cambio, lo que no han hecho ha sido pinchar la burbuja política y adelgazar aquellas administraciones que gastan mucho más de lo que cuestan los servicios que dan a la ciudadanía. Los políticos deben ser servidores públicos, no una reserva a cargo de los ciudadanos.
El PSC defiende la transformación del Senado en una verdadera cámara de representación territorial y su traslado a Barcelona. Las diputaciones, así como los consejos comarcales, deben convertirse en entes al estilo de las mancomunidades para la prestación de servicios, especialmente en los pequeños municipios, con control público de gasto por parte de alcaldes y concejales.
Senado y Diputaciones tienen mala fama. La opinión pública percibe estas instituciones como un ‘cementerio de elefantes’. El Senado, sin embargo, tendría mucho sentido como cámara de representación territorial en el marco de un Estado federal. Si las diputaciones desaparecieran, habría que sustituirlas por veguerías que garantizaran servicios mancomunados a los municipios.
Hablar de liquidar las diputaciones y el Senado como una asignatura pendiente de la reforma de las administraciones es una tontería y degrada el papel de instituciones que tienen razón de ser, aunque hay que adaptarlas a los momentos actuales. El Senado debería transformarse en una cámara de representación territorial de verdad, mientras que las diputaciones son imprescindibles, especialmente para los pequeños municipios y para más de 15 millones de españoles.
Como independentistas, nuestra enmienda a cámaras como el Senado o instituciones como las Diputaciones es intrínseca. Más allá de eso, afortunadamente la sociedad ya no tolera más instituciones opacas como estas, que han servido y sirven de intercambio de favores entre la clase política. La transparencia debe empezar por aquí: sueldos, cargos, motivos. Y justamente aquí es donde escasea. Porque son las vergüenzas de una cierta clase política.