Con mucha ilusión y una receta a base de almendra, Joaquim Trias se estableció en 1908 en Santa Coloma de Farners para vender sus galletas. Sin saberlo, aquel emprendedor puso la primera piedra de lo que, 108 años después, sería Trias Biscuits, una de las marcas de dulces más conocidas en nuestra casa y una empresa que factura alrededor de 4 millones de euros al año y vende en más de 20 países.
MONTSE TORRES
Fotos: Cedidas
Joaquim Trias procedía de una familia de panaderos de Santa Coloma de Farners. En 1908 volvió de Barcelona, donde había ido a aprender el oficio de pastelero, y decidió establecerse por su cuenta y dedicarse a la fabricación de galletas. Tenía cuatro recetas, mucha ilusión y un local alquilado en la calle Centre. Con estos ingredientes puso en marcha un negocio que poco a poco comenzó a funcionar.
Eran los años previos a la Primera Guerra Mundial y en Cataluña estallaban las luchas obreras y la Semana Trágica. No eran tiempos fáciles, y Joaquín «tenía que ir en bicicleta a los pueblos vecinos para vender las galletas», tal como recuerda Maria Trias, responsable comercial y de exportación de la compañía, bisnieta del fundador y cuarta generación familiar en la empresa. Sin embargo, fruto de su inquietud empresarial, Joaquim aprovechaba todas las oportunidades de negocio que se le presentaban. Comercializaba las galletas a granel y en cajas de lata como motivo de regalo y de recuerdo para los turistas que visitaban Santa Coloma y pasaban unos días en el balneario Martín, las termas del pueblo.
Fruto de su inquietud empresarial, Joaquim Trias aprovechaba todas las oportunidades de negocio que se le presentaban: comercializaba las galletas a granel y en cajas de lata como motivo de regalo y de recuerdo para los turistas que visitaban Santa Coloma y pasaban unos días en el balneario Martín, las termas del pueblo
El impulso de este turismo de balneario y el empuje de su fundador llevaron a Galletas Trias a seguir creciendo adaptándose a los nuevos tiempos, comercializando, por ejemplo, las galletas en cajas de cartón, una innovación que se puso en marcha en 1922. El estallido de la Guerra Civil española truncó estos años de expansión, y en 1938 se prohibió utilizar harina para hacer galletas, lo que obligó a interrumpir el negocio, ya que todo el trigo disponible debía ser empleado por las tropas del frente. «Fueron momentos complicados, pero una vez terminada la guerra se normalizó la situación», continúa Maria Trias.
Superado el conflicto y recuperada la producción, Trias siguió creciendo y continuó comercializando sus productos en latas, incorporando diseños como las baldosas catalanas, y también en cajas de cartón.
El salto a las grandes cadenas de distribución
El siguiente punto de inflexión de la marca catalana de dulces llegaría durante la década de los años 70 del siglo XX cuando, ya con la tercera generación al frente de la empresa, se planteó la necesidad de llevar las galletas a los supermercados y a las grandes cadenas de distribución, en ese momento en plena expansión. Eran tiempos en los que el comercio tradicional de pequeñas tiendas de pueblo o de barrio comenzaba a ceder terreno a los supermercados de autoservicio y Trias decidió apostar por esta nueva vía comercial.
Esta apuesta culminó en 1976 con la construcción de una nueva fábrica de más de 4.000 metros cuadrados en las afueras del pueblo, que permitió «industrializar los procesos de producción, manteniendo su calidad artesanal», como apunta Trias. Hasta ese momento sólo se fabricaban cinco tipos de galletas, pero la innovación y la utilización de nuevos ingredientes permitieron ampliar el surtido hasta las 40 variedades actuales.
Ya con la tercera generación al frente de la empresa, la marca catalana de dulces se planteó la necesidad de llevar las galletas a los supermercados y a las grandes cadenas de distribución durante la década de los años 1970.
Ampliar horizontes
La construcción de la nueva fábrica posibilitó también ampliar los mercados, vendiendo tanto en tiendas selectas como también en las grandes superficies que en ese momento comenzaron a expandirse. Además, gracias a la constante innovación y la mejora de los procesos de empaquetado, se consiguió alargar la conservación de las cajas de galletas hasta 12 meses, y esto permitió abrir mercados internacionales no sólo europeos sino también más lejanos, como Japón o China. Porque, aunque la mayor parte de su facturación proviene del mercado catalán, «actualmente nuestras galletas se pueden encontrar en más de 20 países», afirma la bisnieta del fundador.
Precisamente, la internacionalización y la innovación son los dos pilares de futuro sobre los que se sustenta la empresa, sin olvidar su receta tradicional basada en productos naturales. En este sentido, Maria Trias explica que «continuamos innovando con producto, ampliando la gama de galletas y siguiendo siempre la misma línea, haciendo galletas sin conservantes ni colorantes, 100% naturales».
Cuando Joaquim Trias empezó a hacer galletas hace más de un siglo empleaba los ingredientes más habituales en aquel momento (almendra, azúcar, huevo y harina) para hacer un producto 100% artesanal y de calidad. Con el paso de los años y las nuevas tendencias del mercado, Trias, que sigue sin emplear colorantes ni conservantes, ha ido incorporando otros ingredientes y hoy se utilizan productos como coco, chocolate, café o naranja, entre otros. También han evolucionado los formatos y recientemente se ha adaptado el packaging a las nuevas tendencias del consumo, no sólo a las derivadas de la crisis, sino también a las que nacen con los nuevos modelos familiares. Así, se han mantenido las cajas de surtidos que son las clásicas y se han creado «nuevos formatos más pequeños de 100 y 115 gramos», explica Maria Trias, responsable comercial y de exportación de la compañía, y bisnieta del fundador. Además, la empresa ha lanzado una línea de productos sin gluten y sin azúcar, que ha llamado TriaBé. Se trata de una apuesta para llegar a un público más joven y preocupado por la salud y el bienestar.
Una de las últimas -y más sorprendentes- apuestas de Trias son los maridajes, pensados para vender no sólo galletas sino también experiencias, como explica Maria Trias. Se trata de combinaciones que unen la dulzura de las galletas con productos como el foie o el salmón. Presentados en la Feria Alimentaria de Barcelona, algunos de estos maridajes son Teja de Coco con requesón, anchoa de la Escala y olivada o la Teja ecológica con brandada de bacalao y aceite de trufa.
Más de un siglo de fabricación de galletas, en un museo
Los herederos de Galletas Trias, Joaquim Trias Mas y sus hijos, tenían claro que el legado de su fundador, Joaquim Trias, no podía quedar en la sombra. Por eso, aprovechando que se había conservado documentación y maquinaria de la empresa desde el año 1908 hasta el 1960, crearon el Museo de las Galletas en Santa Coloma de Farners, inaugurado en 1995 y renovado en 2008. Este es un espacio único en Cataluña, tanto por su temática como por los contenidos, ya que el visitante puede descubrir cómo se hacían las galletas hace 100 años y ver cómo las hace hoy la compañía, en las instalaciones industriales anexas. Entre otras cosas, el museo permite ver una libreta con 300 fórmulas de pastelería y galletas, la reproducción de la pastelería original de 1908 y una exposición de latas antiguas que servían para comercializar las especialidades Trias. El espacio, el acceso al cual es gratuito y permite disfrutar de una degustación, recibe cada año más de 25.000 visitantes.