Por más que una empresa haga colaboraciones sociales o haya incorporado buenas prácticas de gestión ambiental, no se puede hablar en absoluto de responsabilidad social si resulta que a la vez esta compañía practica la elusión fiscal o estrangula a las pymes proveedoras hasta desangrarlas.
Josep Maria Canyelles. Coordinador de Respon.cat y socio-consultor de Vector 5 • Excelencia y Sostenibilidad.
A menudo hay que quejarse de las incoherencias de la presunta responsabilidad social de la que hacen gala algunas empresas. Pero no hay que rascar mucho para captar que detrás de algunas afirmaciones no hay compromiso o bien éste afecta sólo a una parte de la organización.
La RSE debe mostrar una aplicación en todos los vectores de impacto de la empresa, ya sea laboral, ambiental, económico, social o en su buen gobierno. Una aplicación parcial que deliberadamente busca un rendimiento reputacional en unas dimensiones, mientras que mira hacia otro lado en cuanto al resto, no es RSE. Tenemos que reconocer que con algunas buenas prácticas se pueden hacer fuegos artificiales a la hora de querer vender una imagen no ajustada a la realidad. Hay que saberlo y también decirlo.
A lo largo de estos años de crisis algunas grandes empresas han pagado a sus proveedores a 100, 200 y 300 días, provocando la desaparición de pymes bien gestionadas que han tenido un problema de acceso al crédito. Mientras pagaban tarde obtenían grandes beneficios. Algunos estudios muestran que un tercio de su beneficio provenía de ganancias financieras por el retraso en los pagos. ¡Que no nos hablen de RSE!
Y bienvenida sea la crítica, pero no contra la RSE, por supuesto, sino contra aquellas empresas que dicen equívocamente que hacen RSE. ¡Que digan que hacen filantropía o ecoeficiencia! Pero que no confundan a la opinión pública y a los grupos de interés refiriéndose a RSE.