Asepeyo se fundó en 1915 en Barcelona y nació con la misma vocación de servicio hacia las empresas mutualistas y los trabajadores asegurados que aún mantiene un siglo después. Actualmente es una de las mutuas de accidentes laborales y enfermedades profesionales más importantes del país, mejorando sus resultados año tras año y destinando parte de su presupuesto a ayudas sociales.
Texto: Redacción
Fotos: Asepeyo
Hace poco más de 100 años, Asepeyo iniciaba su recorrido histórico gracias a la constitución de la mutualidad de previsión social El Obrero Catalán. El objetivo de los fundadores -un grupo de vecinos de la barriada barcelonesa de Sant Martí de Provençals- fue proporcionar ayudas sanitarias y económicas a sus miembros y familiares gracias a las cuotas de los socios empresarios. No será hasta el 23 de abril de 1944 que El Obrero Catalán obtuvo su denominación actual: Asistencia Sanitario Económica para Empleados y Obreros, Mutualidad de Previsión Social, A.S.E.P.E.Y.O. Y es que este período coincide con la promulgación de la Ley del Seguro Obligatorio de Enfermedad y también con la entrada en la organización de nuevos directivos que la querrán transformar en una entidad mutualista de mayor envergadura y alcance geográfico. A partir de este momento, la renovada mutua comienza a gestionar el seguro voluntario y obligatorio de enfermedad y de accidente laboral en todo el Estado español, e inaugura su primer consultorio médico en Manresa.
El objetivo de los fundadores de la mutualidad de previsión social El Obrero Catalán -un grupo de vecinos de la barriada barcelonesa de Sant Martí de Provençals- fue proporcionar ayudas sanitarias y económicas a sus miembros y familiares gracias a las cuotas de los socios empresarios
El gran impulso
En 1965 Asepeyo deja de ser una entidad de previsión social y comienza a colaborar con la Seguridad Social bajo el nombre de Mutua Patronal de Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales (con el número de registro 151). A pesar de ello, sigue con su manera de hacer de empresa privada. En ese momento, la plantilla de la entidad era como una gran familia, encabezada por su director gerente, Antoni Serra Santamans. Es cierto que desde sus inicios siempre fue una mutua importante en nuestro país (la primera en España), pero a partir de finales de la década de los años sesenta, Asepeyo no paró de crecer, tanto por su volumen de cuotas como por sus resultados. En 1968 las empresas asociadas eran 53.420, los trabajadores asegurados, 434.205, y la recaudación llegaba a 1.041 millones de pesetas (6,2 millones de euros). Casi medio siglo después, en 2015, la mutua de origen barcelonés protegía a casi 2.400.000 trabajadores correspondientes a 279.000 empresas asociadas, con unos ingresos consolidados de 1.824 millones de euros y una plantilla de 3.400 profesionales.
De la mano de los cambios
Con el paso del tiempo, como apunta su director gerente, Vicente Aparicio, «las mutuas, y entre ellas Asepeyo, han tenido que adaptarse a las circunstancias de la normativa que les ha sido de aplicación; una adaptación que ha configurado cambios evidentes». Y la entrada en vigor de la Ley 4/1990 de Presupuestos Generales del Estado fue sin duda otro de esos momentos clave de transformación. Asepeyo tuvo que cambiar su nombre por el de Mutua de Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales de la Seguridad Social.
Sin embargo, hablamos de una empresa adelantada a su tiempo y a las normativas, por ejemplo, cuando se anticipó varios años en la publicación de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales de 1995 con la creación de una red de técnicos especialistas que impartían formación, divulgaban información y ofrecían asesoramiento al resto de compañías sobre prevención. Será a mediados de la década de los noventa cuando Asepeyo, aparte de gestionar los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales, inicia la cobertura de la prestación económica de incapacidad laboral temporal y se constituye finalmente como Servicio de Prevención acreditado para actuar en todo el territorio español.
En la década de los años sesenta, la plantilla de Asepeyo era como una gran familia, encabezada por su director gerente, Antoni Serra Santamans, y la mutua se erigía como una de las más importantes de nuestro país
Mirando al futuro
Empresa centenaria desde el 2015 -año en que adoptó el nombre de Asepeyo, Mutua Colaboradora con la Seguridad Social, con motivo de la nueva Ley de Mutuas-, es evidente que estamos ante una organización consolidada, solvente y que sabe cuál es el camino a seguir a la hora de mejorar. Por ello, entre sus líneas de futuro no faltan dos propósitos: priorizar la asistencia sanitaria con medios propios y mantener acuerdos con otras mutuas para reforzar su red asistencial. Otro reto fundamental es la apuesta por las nuevas tecnologías aplicadas a la gestión diaria de la mutualidad (la app de mutualistas, por ejemplo) y a la actualización de su equipamiento sanitario (como el uso de las impresoras 3D en los casos de traumatología). Aunque, como afirman desde la organización, «todo esto no sería posible sin las empresas asociadas que confían en el trabajo bien hecho de los profesionales de Asepeyo».
Hoy en día, uno de los retos de Asepeyo es apostar por las nuevas tecnologías vinculadas a la gestión diaria de la mutualidad y a la actualización de su equipamiento sanitario
Cómo recuerda sus inicios en Asepeyo?
Entré a trabajar aquí el 14 de octubre de 1968, cuando tenía poco más de 15 años. Ya son 47 años de dedicación a la misma empresa y los recuerdos de aquellos comienzos son para mí imborrables. Para empezar, me ofrecieron un puesto de auxiliar en el departamento de hacer fotocopias, estafeta y paquetería, que fui compaginando con los estudios. Éramos sólo tres… El señor Feliu, el jefe, una persona culta, sencilla y buena, y Angelines, mi entrañable compañera de departamento. Tengo que reconocer que aquella época me ayudó a formarme y a saber apreciar todo lo que en un futuro ha sido mi carrera dentro de la entidad, moviéndome por varios departamentos y ejerciendo funciones diferentes con el paso de los años.
En este sentido, cómo ha visto evolucionar la empresa con el paso del tiempo?
Las mutuas han tenido que adaptarse a las circunstancias de la normativa que les ha sido de aplicación, una adaptación que ha configurado cambios evidentes. Cuando empecé a trabajar creía que las mutuas éramos empresas privadas. Que, como tales, llevábamos a cabo una actividad que pasaba evidentemente por colaborar con la Seguridad Social, pero con una manera de hacer privada. Así es como trabajamos durante muchos años y nos fue bien. Y la prueba de ello es que veíamos crecer las mutuas en volumen y en excedente o beneficios. Con todo, sin embargo, en los últimos años, bajo la premisa de que las mutuas gestionamos cuotas de la Seguridad Social, han ido desapareciendo los vestigios de gestión privada y de competencia en el sector.
¿Qué ha supuesto este intervencionismo progresivo de la Administración?
Nos ha conducido hacia otro tipo de mutuas. Algunos seguramente pueden encontrar lógico el cambio, y quizás hasta necesario, aportando, tal vez, motivos o razones para justificarlo. Yo soy de la opinión que se ha cometido un error, de que las cosas se podrían haber hecho de otra manera, más adecuada y favorable para todos.
«Creo no equivocarme cuando digo que el futuro de la empresa es estimulante»
¿Hacia dónde va el futuro de Asepeyo?
El futuro de la empresa -y creo no equivocarme si digo que es estimulante- está condicionado por seguir colaborando con la Seguridad Social. Nuestra adaptación ya hace tiempo que se ha ido acomodando a las necesidades previstas. Hay que ir siempre un paso por delante, previendo cambios e introduciendo mejoras de todo tipo, sobre todo preventivas y sanitarias. También procuramos disponer de los avances informáticos más punteros, uno de los principales retos de futuro en todo el entorno económico y social, y ello conlleva que todos nuestros profesionales estén haciendo este cambio cualitativo de adaptación a los nuevos tiempos.