Hace casi un año, la Asamblea General de la ONU adoptó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad que también tiene la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia distribuido en 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Para hablar sobre los principales retos que recoge este documento, contamos con la colaboración de siete colegios profesionales que nos dan su visión desde su ámbito competencial. En este artículo, tratamos el decimotercer objetivo: cómo adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos.
Texto: Leo Bejarano. Presidente del Colegio de Ambientólogos de Cataluña.
El cambio climático es un problema global con soluciones que crean y aplican los estados, las regiones, las ciudades y, a título personal, todos los ciudadanos del mundo. Pero es indudable que desde el mundo empresarial se puede hacer, y mucho. Y esto no debe ser ningún lastre para las cuentas de resultados, al contrario, es una oportunidad de mejora y de hacer que nuestro tejido empresarial sea más competitivo y más resiliente a los cambios que, con un enorme consenso científico, están por venir.
Las negociaciones internacionales sobre el cambio climático que promueven las Naciones Unidas nacidas en la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro en 1992 dieron lugar al conocido «Acuerdo Marco», el único acuerdo global para luchar contra el cambio climático, que actualmente todavía es efectivo y vigente en todos los estados. Y en el último encuentro, la famosa COP de París, el pasado mes de diciembre, se aprobó un nuevo acuerdo mundial sobre el cambio climático. Las posiciones actuales de los EE. UU. y la Unión Europea están cada vez más alineadas y el programa del presidente Obama de junio de 2013, así como las últimas decisiones de la UE sobre los objetivos energéticos para el 2030, han facilitado este trabajo codo a codo. Y no sólo ellos, países en plena industrialización como China, India o Brasil firmaron el acuerdo de asumir los retos de la mitigación y una acción favorable al clima.
En este contexto las posiciones más estratégicas en el ámbito empresarial serán las que apuesten por la eficiencia en el consumo de los recursos, la reducción de los residuos y el consumo de energías renovables, reduciendo sus emisiones de gases de efecto invernadero e impulsando en general, la producción de productos y servicios no contaminantes. A modo de ejemplo, el incremento en la venta de vehículos eléctricos ha aumentado desde principios de año un 1.450,0% respecto de 2015. Y esto no es casual, sino causal.
[La lucha contra el cambio climático] es una oportunidad de mejora y de hacer que el tejido empresarial sea más competitivo y resiliente a los cambios que están por venir
Una nueva actitud empresarial
Si para que funcionen las cosas en un mundo global debemos soltar gases contaminantes a la atmósfera pero, a la vez, no podemos vivir en una atmósfera contaminada entramos en una contradicción de la que la sociedad es cada vez más consciente.
Y no sólo es el aire. La acción climática y un desarrollo sostenible son claves en la lucha mundial contra el hambre, el acceso al agua, a la energía y a los recursos naturales en países que a día de hoy no los tienen garantizados, y en previsión que la población mundial rondará los 9.000 millones de personas en 2050.
Por ello, el ahorro, la eficiencia y la suficiencia deben pasar a formar parte definitiva de nuestra actitud hacia los negocios y la sostenibilidad. Hay que utilizar sólo lo que necesitamos (ahorro) y no malgastar (eficiencia). Y, tal vez el mayor reto, ser conscientes de los límites de los recursos y usar aquellos que realmente necesitamos (suficiencia) para garantizarnos un futuro como sociedad en un mundo global.