Hace casi un año, la Asamblea General de la ONU adoptó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad que también tiene la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia distribuido en 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Para hablar sobre los principales retos que recoge este documento, contamos con la colaboración de siete colegios profesionales que nos dan su visión desde su ámbito competencial. En este artículo, tratamos el duodécimo objetivo: cómo garantizar las modalidades de consumo y producción sostenibles.
Texto: Sílvia Burés. Decana del Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Cataluña.
Uno de los 17 Objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas es garantizar modelos de producción y consumo sostenibles. Se trata de producir optimizando los recursos que tenemos para satisfacer las necesidades de una población creciente y, a la vez, consumir de manera responsable sólo aquello que necesitamos y en la forma más respetuosa con el medio ambiente. La propia Agenda indica que, si el crecimiento de la población sigue al ritmo actual, dentro de pocos años no habrá suficientes recursos en el planeta para abastecernos de alimentos.
Hay que tener en cuenta varios factores que agravan el problema, como son el derroche alimentario (una tercera parte de la comida producido no se utiliza y se daña), su desigual distribución (mientras que se cifran en 2.000 millones las personas que padecen obesidad o sobrepeso, este mismo número de personas están subalimentadas o sufren hambre), o el consumo excesivo de recursos como el agua y la energía asociados al cultivo y el procesamiento de los alimentos.
Mientras que se cifran en 2.000 millones las personas que padecen obesidad o sobrepeso, este mismo número de personas están subalimentadas o sufren hambre
Problemas asociados
Si en su momento la intensificación de la ganadería y el cultivo fuera de suelo favorecieron un incremento de la producción que ha permitido a muchas zonas del planeta disfrutar de una alimentación digna, problemas asociados a estas actividades se han hecho patentes en los últimos años. Entre los generados encontramos las contaminaciones por lixiviados que contienen nitratos provenientes de restos de abonos o de purines; la producción de metano, dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero provenientes de las actividades agrarias o el transporte de mercancías a larga distancia, o la propia insalubridad demostrada de muchos pesticidas que hace unos años eran de uso común.
A pesar de que alimentarnos a todos de una manera inocua pueda parecer una utopía, es verdad que desde hace pocos años los sistemas de producción ecológica y los productos de proximidad han cogido carrerilla. Por otra parte, producir productos de proximidad parece difícil en la configuración actual de las ciudades, cada vez más pobladas y compactas. Por estas razones hay que repensar y reestructurar todo el sistema de producción alimentaria para adaptarlo a las necesidades de un planeta con población creciente y recursos menguantes.
Los sistemas de producción van a remolque de las necesidades de los consumidores. Es obvio que en los últimos años hemos visto un cambio en la manera de alimentarnos. El interés por una alimentación sana, el consumo reducido de carne, las dietas vegetarianas o el auge de los productos de proximidad son muestras de que el consumidor se preocupa por el origen y los efectos de los alimentos en el propio organismo y en el medio ambiente. Digamos que, hoy en día, en las sociedades más avanzadas ya no se come para comer; hay toda una retórica alrededor de la comida.
La gran paradoja es que al mismo tiempo que en las sociedades acomodadas se apoya a los productos ecológicos, energéticos o detoxificants, hay muchos seres humanos que no tienen acceso a una alimentación básica. Ciertamente hay dos mundos muy distantes. Erradicar la pobreza y hacer que la producción alimentaria sea sostenible es un reto y una obligación para los países más desarrollados, ya que no puede haber sostenibilidad si no se alcanzan los objetivos de las Naciones Unidas para la erradicación de la pobreza.