Coordinación: Berta Seijo Fotos: Cedidas
Bernie Sanders hubiese sido una buena apuesta para liderar un verdadero cambio. No obstante, de entre los dos candidatos, evidentemente descartaba a Donald Trump. En política exterior, con Clinton se aseguraba un continuismo previsible, mientras que con Trump reside una gran incertidumbre que no sabemos cómo puede afectar a las relaciones internacionales.
Trump es un populista de derechas, un fenómeno relacionado con el hundimiento de expectativas de la clase media y algunos sectores, sobre todo obreros blancos. Clinton aparecía como la candidata del establishment con todas las cualidades y defectos que ello supone. Como demócrata, siempre he confiado en los electores y en su sabiduría al enfrentarse a esta decisión. En cualquier caso, las fuertes instituciones y la sólida cultura política estadounidenses deberán garantizar la estabilidad de nuestro gran socio global.
Estoy convencido de que Hillary Clinton en la Casa Blanca, una mujer con amplia experiencia política, gran capacidad de diálogo y firmes valores progresistas, hubiera sido la mejor garantía de que Estados Unidos seguiría desarrollando el legado de Obama, sus políticas sociales, y su lucha contra la discriminación y a favor de la igualdad.
Está en juego un modelo basado en la ira de los ciudadanos contra su Gobierno y que éste desplaza hacia la inmigración y la apertura al exterior; un modelo económico que aumenta la brecha de la desigualdad. U otro basado más en hechos, en el que los ciudadanos se benefician del crecimiento en el que se coopera internacionalmente contra retos críticos globales. Uno de estos paradigmas será diferente para el futuro inmediato.
Nosotros no votamos en las elecciones de EE. UU. y somos muy respetuosos con lo que han elegido sus ciudadanos. El Partido Popular mantiene excelentes relaciones tanto con el Partido Republicano como con el Partido Demócrata de EE. UU. Ahora bien, son unas elecciones muy importantes para el panorama internacional.
Una realidad inquietante: Trump presidente, con la extrema derecha dominando el legislativo, una mayoría de estados y la Corte Suprema. Clinton perdió porque representaba un statu quo que ha perdido su credibilidad ante demasiados estadounidenses. La alternativa pasa por la construcción de alternativas comprometidas con los derechos humanos, como Podemos en España y Bernie Sanders en EE. UU.
Con la nueva Administración norteamericana deberemos asumir más responsabilidades y tomar consciencia de que nuestros socios tienen más intereses, en un mundo multipolar débil. Con Clinton, hubiéramos podido colaborar –ella tiene una rectificación sobre Libia en la cabeza–, pero teniendo presente que el elegido es Trump, deberemos andar solos y tomar la iniciativa del liderazgo mundial en la defensa de algunos valores occidentales.