¿Qué falla en los sistemas de pensiones de la gran mayoría de países? Nicholas Barr, uno de los gurús de referencia mundial en materia de economía pública y política social, nos lo aclara en esta entrevista en la que, además, averiguaremos por qué la adaptación permanente a los cambios demográficos y económicos es el único remedio para salvaguardar el futuro de nuestras pensiones.
Texto: Berta Seijo
Fotos: London School of Economics (LSE)
Según la ONU, más de la mitad de la población mundial superará los 60 años en 2030. Esto quiere decir que vamos a vivir más que nunca, pero también que el dinero que el Gobierno destina a financiar las pensiones podrían agotarse antes de lo previsto. ¿Cree que aún hay tiempo para vencer la creciente crisis de las pensiones? Y, ¿cómo deberían actuar los países ante esta situación?
El envejecimiento de la población tiene dos causas: el aumento de la esperanza de vida y la caída de la tasa de natalidad. La primera es una muy buena noticia. Pero si la edad de jubilación se mantiene, por ejemplo, en los 65 años, como las personas vivimos cada vez más, financiar las pensiones es también más caro.
Si vivimos más, una respuesta razonable sería que trabajáramos más años y, por tanto, la edad de jubilación debería incrementarse a medida que la esperanza de vida aumenta. Si la tasa de natalidad baja, la población activa se verá reducida y deberá ser más productiva para mantener económicamente a una generación de pensionistas tan amplia. Pienso que la manera de afrontar este reto pasa por incrementar la inversión en capital físico y capital humano; la manera de financiar una mayor inversión es a través de un mayor ahorro.
“La elección de la edad de jubilación depende de una combinación de factores como la demografía, la situación fiscal de un país y la economía política, que varían a lo largo de los años y según el país.”
Usted ha afirmado en varias ocasiones que no hay un único sistema de pensiones adecuado para todos los países. Sin embargo, también ha sugerido que aumentar la edad de jubilación puede ser siempre una buena solución cuando hay dificultades a la hora de pagar las pensiones. Dicho esto, ¿cuál sería la edad de jubilación «ideal»? ¿Hay alguna forma efectiva de calcularla dado el aumento de la desigualdad en el mundo en cuanto a ingresos y esperanza de vida?
Cualquier buen sistema de pensiones cuenta con una edad de partida en la que una persona puede empezar a cobrar su pensión, con las pensiones creciendo de forma actuarial en líneas generales para un inicio retrasado de la prestación. En este sentido, no hay una edad más «idónea» que otra. Ahora bien, los legisladores se enfrentan a dos fenómenos compensatorios: por un lado, la gente vive más y apunta hacia una edad de jubilación más tardía y, por otro, los países son cada vez más ricos y se pueden permitir el lujo de ofrecer a la población un período de tiempo libre al final de su vida útil, tendencia que los empuja a querer fijar una edad de jubilación más temprana.
Por lo tanto, la elección de la edad de jubilación depende de una combinación de factores como la demografía (por ejemplo, cuánto aumenta la esperanza de vida), la economía (la situación fiscal de un país) y la economía política (si las tasas más altas de cotización para las pensiones son políticamente factibles), que varían a lo largo de los años y según el país.
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