Que la frustración y la insatisfacción también han llegado a la profesión médica no es algo nuevo. Y es que la crisis económica ha incrementado la precariedad laboral de nuestro colectivo sanitario, uno de los mejores valorados en toda Europa. De esta paradoja y de los retos que deberán encarar los facultativos en un futuro no tan lejano, hemos hablado con el presidente del Colegio de Médicos de Barcelona, una organización que ya cuenta con nada menos que 33.000 miembros.
Texto: Berta Seijo
Fotos: Colegio de Médicos de Barcelona
“La precariedad se ensaña sobre todo con los médicos más jóvenes”
Representan uno de los colectivos profesionales mejor valorados por la sociedad y, al mismo tiempo, uno de los más perjudicados por la crisis. ¿Cree que actualmente las condiciones laborales y económicas de los facultativos sanitarios se adecuan a su nivel de preparación y dedicación?
La precariedad laboral del colectivo médico es una realidad evidente que se ha agravado en los últimos años. Los datos de que disponemos en el Colegio son claros: la mitad de los médicos menores de 45 años tienen un contrato temporal. Un tercio de estos contratos son de duración inferior a un año. Y lo peor es que aquí encontramos infinidad de contratos por días y por semanas, y médicos con más de 40 contratos en un año que cobran menos de 1.500 euros al mes. La precariedad se ensaña, sobre todo, con los médicos jóvenes, y esto afecta gravemente al desarrollo de sus proyectos profesionales, personales y familiares. Corremos el riesgo de que esta situación se convierta en crónica y termine afectando a la calidad asistencial de manera seria. Por un lado, la sociedad nos dice que somos unos profesionales excelentes, pero, por otro, acepta, con cierta hipocresía, esta situación.
¿Piensa que la atención primaria (lo que usted llama «la puerta de entrada al sistema») sería más resolutiva y eficiente si fueran los propios profesionales sanitarios quienes gestionaran el presupuesto y tomaran las decisiones importantes?
Estoy convencido. La atención primaria es una pieza clave del sistema sanitario, pero, paradójicamente, existe un enorme malestar entre los profesionales que ellos mismos han expresado. Yo he hablado a menudo de «cóctel explosivo», porque a la precariedad laboral que afecta a los médicos más jóvenes, se añade el desgaste de los profesionales séniores, debido a la falta de recursos, exceso de burocratización y escaso margen de autonomía para tomar decisiones que afectan a la organización del propio trabajo. En Catalunya, tenemos experiencias de autogestión en la atención primaria: los equipos de base asociativa (EBA), que han demostrado su eficiencia en cuanto a resultados en salud, ahorro y satisfacción de los pacientes. Lo que es interesante es tener la posibilidad de comparar resultados entre diferentes formas de gestión. Dar más autonomía a los profesionales significa hacerlos corresponsables para que gestionen presupuestos pensando en los pacientes.
El servicio público de la salud es uno de los pilares del Estado de bienestar en Catalunya y en España. Ahora bien, ¿cree que nuestros representantes políticos realmente lo consideran una prioridad?
El sistema sanitario ha sido siempre el principal instrumento de cohesión social que tenemos en nuestro país, a pesar de que sufre una infrafinanciación crónica, que se agravó aún más con la crisis económica. El presupuesto de Salud representa alrededor de un 35% de los presupuestos generales de la Generalitat, pero, pese a ello, el gasto per cápita todavía está muy por debajo del de otros países con resultados equiparables a los nuestros o, incluso, inferiores. La falta de recursos de los últimos años ha afectado, sobre todo, dos pilares fundamentales: las retribuciones y condiciones laborales de los profesionales y las inversiones en equipamientos y tecnología. Si esto no se recupera, la calidad se resentirá.
“El médico del futuro tendrá que compaginar valores que tradicionalmente han definido nuestra profesión (el compromiso, la excelencia, el altruismo, la confianza o la empatía) con una sólida formación en bioética y en el uso de las nuevas tecnologías de la información, habilidades comunicativas y una buena disposición para el trabajo en equipo.”
A pesar del contexto actual de precariedad e incertidumbre, el sistema sanitario catalán es visto como uno de los mejores de Europa y, probablemente, del mundo. Dicen que las comparaciones son odiosas, pero ¿cómo valora la potencialidad y la estructura del sistema sanitario estatal?
El sistema sanitario catalán se organiza según un modelo propio, que se basa en la diversidad de proveedores y en el carácter público de la prestación de los servicios. Tenemos siete hospitales que son titularidad de la Generalitat y el resto, hasta 70, tienen titularidad diversa: consorcios municipales, mutualidades, órdenes religiosas, etc. Este modelo es la herencia de una sociedad civil muy activa que ya a principios del siglo XX, con la industrialización, creó entidades y mutualidades con vocación de defensa del interés general y de protección social para dar asistencia a la población. Con la democracia, este legado se aprovechó de manera muy acertada. La diversidad del modelo hace que sea muy rico, flexible y dinámico, a diferencia de otros modelos de España, donde la mayoría de los profesionales dependen de la función pública, con algunas excepciones como en Valencia.
Por último, quisiera conocer su opinión sobre el futuro de la profesión médica. ¿Qué nuevas habilidades, capacidades y valores requieren las jóvenes generaciones que se incorporan al oficio?
El médico del futuro tendrá que compaginar valores que tradicionalmente han definido nuestra profesión, como el compromiso, la excelencia, el altruismo, la confianza o la empatía, con otras competencias cada vez más necesarias que requieren una sólida formación en bioética y en el uso de las nuevas tecnologías de la información, habilidades comunicativas y una buena disposición para el trabajo en equipo. Esto es lo que los médicos dejamos bien claro en el marco del 3er Congreso de la Profesión Médica, donde hace un año renovamos nuestro compromiso con la sociedad con la aprobación de la Declaración de Girona.
Estas competencias y valores son imprescindibles para hacer frente a los retos de un futuro que ya está aquí. Y es que debemos atender lo mejor posible a una población cada vez más envejecida y con más enfermedades crónicas, sin perder de vista que el paciente, quien nos reclama, con toda la razón, ser partícipe de las decisiones que afectan a su salud, debe ser el centro de nuestra actividad.