Últimamente, el listado de empresas que defraudan o que hacen malabarismos para maquillar sus cuentas es largo. De hecho, con la crisis, han salido a la luz escándalos financieros que no han dejado indiferente a nadie. El economista Oriol Amat acaba de publicar su último libro, Empresas que mienten, una obra que precisamente pone el foco en estos engaños y fraudes, pero también en la manera de prevenirlos.
Texto: Berta Seijo // Fotos: Ignacio Adeva
En Empresas que mienten, usted afirma que “el maquillaje contable es una práctica que se repite con frecuencia especialmente en años de crisis económica”. Teniendo en cuenta que ha escrito su libro en los últimos 20 años, entiendo que la realidad ha sido para usted una gran fuente de inspiración…
El engaño existe desde que existe la humanidad y lo mismo ocurre con el engaño contable, que existe desde que existen las cuentas. Es verdad que en los años de crisis salen a la luz más escándalos. Normalmente se trata de empresas que no van bien, que se ven afectadas por la crisis y que intentan esconder los problemas falseando las cuentas. Esto lo hacen, por ejemplo, para obtener financiación de accionistas o bancos, para elevar el precio de sus acciones o para percibir retribuciones variables.
¿Cuál es el escándalo financiero que más le ha sorprendido hasta ahora?
Todos los escándalos financieros y contables producen estupefacción, pero los que más me sorprenden son los de las empresas que, a pesar de ir bien, quieren ocultar que han reducido ligeramente los beneficios. Cuando esto se descubre, se producen grandes pérdidas para la propia empresa y graves consecuencias para los directivos implicados (despidos, multas, prisión, etc.). Me refiero a casos como Enron (Estados Unidos, 2000) o Tesco (Reino Unido, 2014). Los ejecutivos de ambas empresas intentaron esconder pequeñas reducciones en ventas o beneficios, pero al estallar el escándalo fueron castigados duramente: Enron desapareció y sus directivos fueron a la cárcel, y en Tesco los ejecutivos fueron despedidos.
Hemos realizado estudios que demuestran que si dices la verdad y propones medidas correctoras, los mercados y los accionistas lo agradecen. La lección es que es mejor reconocer el deterioro y tomar medidas correctoras lo antes posible.
¿Cree que sale barato cometer un fraude en nuestro país? ¿Hay suficiente con devolver el dinero o se necesitan medidas más drásticas como las penas de prisión?
Devolver el dinero es lo mínimo que se debería hacer en el momento cero. Los países con menos fraudes apuestan desde hace años por una justicia rápida y ejemplarizante, que obliga a devolver el dinero de inmediato y que viene acompañada, en muchos casos, de prisión.
En la medida en que la justicia es lenta, los castigos son suaves, se acaban perdonando y, por ende, no se devuelve el dinero defraudado. En nuestro país queda mucho por mejorar en este sentido. Y mientras esto no se haga, seguirán existiendo demasiados incentivos para que los fraudes y los engaños se vayan repitiendo.
“En nuestro país aún existen demasiados incentivos
para que los fraudes se sigan repitiendo.”
No obstante la dureza de las medidas para combatirlo, usted mismo reconoce que el engaño siempre existirá, que forma parte de la condición humana. Ahora bien, ¿el avance de las nuevas tecnologías favorece o, por el contrario, puede ayudar a frenar el auge del fraude contable?
La regulación pone cada vez más dificultades a los que quieren defraudar y, además, las empresas van sofisticando poco a poco sus mecanismos de control. Pero hay que reconocer que siempre habrá personas interesadas en defraudar y engañar, y que a su vez es imposible eliminarlas totalmente. Se podría comparar a los atracos a bancos: a pesar del aumento de las medidas de control, es imposible reducir a cero el número de bancos robados. Lo que sí podemos hacer es ponerlo más difícil y, sobre todo, dejar claro que quien la hace la paga.
Usted subraya la gran utilidad de los canales de denuncia anónimos con un dato: el 60% de los fraudes se descubren por delación. ¿Esto significa que la opinión pública tolera cada vez menos el engaño?
A nadie le gusta que le engañen, especialmente cuando el fraude provoca daños –como es el caso de un accionista que pierde su inversión por haber confiado en unas cuentas que en realidad eran mentira–. Sin embargo, es cierto que en años de crisis, como las pérdidas afectan a más personas y de manera más importante, hay más sensibilidad en cuanto a estos temas. Es lo mismo que ha pasado con la corrupción, que en los últimos años ha preocupado más a la población.
Centrándonos en las organizaciones, ¿qué empresas son más propensas a cometer un fraude?
Si simplificamos un poco, podríamos decir que hay dos grupos de empresas. En primer lugar, las compañías que inflan sus beneficios y rebajan sus deudas. Son empresas que quieren que sus acciones tengan un valor más elevado y que, por eso, mienten en las cuentas haciendo ver que generan más beneficios de los que realmente tienen. Esta situación también puede beneficiar a aquellos directivos que quieren cobrar unos bonus muy agresivos. En este grupo hay empresas muy endeudadas que quieren conseguir financiación bancaria y que si dijeran la verdad tal vez no conseguirían la financiación.
En segundo lugar, las empresas que engañan en las cuentas haciendo ver que van peor de lo que realmente van. Son empresas que normalmente intentan pagar menos impuestos.
“Todos los escándalos financieros y contables producen estupefacción, pero los que más me sorprenden son los de las empresas que, a pesar de ir bien, quieren ocultar que han reducido ligeramente los beneficios.”
¿La zona geográfica donde se ubica la empresa es también un posible indicador? ¿Hay países con una mayor proliferación de engaños contables que otros?
Aspectos como la legislación existente, la calidad del sistema judicial o la cultura influyen mucho en los niveles de fraude. Actualmente, donde hay más engaño contable y fraudes financieros es en los países latinoamericanos, África y Asia. En cambio, en los países nórdicos y en el mundo anglosajón hay mucho menos fraude. Finalmente, los países mediterráneos estamos en una posición intermedia.
Por último, ¿cuáles son las principales señales que advierten a un auditor de que una empresa acabará manipulando sus cuentas?
Los auditores deben utilizar varias NIA (Normas Internacionales de Auditoría) con el fin de asegurarse de que las cuentas son fiables; son unas normas que implican una serie de controles.
Por otra parte, hay señales que pueden indicar que una empresa tiene más probabilidades de manipular las cuentas que otra. Son indicios relacionados con la organización (empresas con bajos niveles de control o empresas que tienen sistemas de retribución variable muy agresivos).
También existen los indicadores de tipo operativo (por ejemplo que la evolución del número de empleados o de tiendas no coincida con la evolución de las ventas), o los relacionados con las cuentas de la empresa (cuando no coincide la evolución de los beneficios con la caja).
El hecho de que una empresa tenga buenos sistemas de control puede minimizar el riesgo de fraude contable. Me estoy refiriendo, por ejemplo, a la existencia de auditoría de cuentas, auditoría interna, comité de auditoría, etc. Por tanto, el riesgo existe, pero la prevención también, y en tema de fraudes empresariales los sistemas de control contribuyen a reducir la probabilidad de que haya fraudes.
Oriol Amat (Barcelona, 1957) es catedrático de Economía Financiera y Contabilidad en la Universidad Pompeu Fabra, presidente de la Asociación Catalana de Contabilidad y Dirección (ACCID), y autor de varios libros de contabilidad y finanzas, algunos de los cuales han sido traducidos a varios idiomas.
Por otra parte, Amat también ha sido profesor visitante de varias universidades y escuelas de negocios europeas, americanas y asiáticas; forma parte del consejo de administración de varias empresas, y ha sido consejero de la Comisión Nacional del Mercado de Valores de 2011 a 2015. Actualmente, también es diputado en el Parlament de Cataluña por Junts pel Sí.