Texto: Emma Bouisset
Fotos: Universidad de Barcelona
“Los nuevos profesionales deberán tener una perspectiva más social de sus conocimientos económico-empresariales”
Dado el nuevo entorno laboral altamente digitalizado, ¿cuáles son los retos a los que tendrán que hacer frente los futuros profesionales de la economía y las finanzas?
Necesitaran una mayor adaptación a la globalización, a la nueva revolución tecnológica y a un mercado laboral sin fronteras. En este sentido, la internacionalización es fundamental para su carrera profesional. Por otra parte, los retos de recursos escasos fruto del envejecimiento de la población, la precariedad laboral entre los jóvenes, etc., obligarán, también, a que los nuevos profesionales tengan una perspectiva más social de sus conocimientos económico-empresariales.
¿Y cómo dan respuesta a estas necesidades desde la Facultad? ¿Qué cambios o novedades incorpora actualmente (o lo hará en el futuro) la oferta formativa de la UB en este sentido?
La internacionalización de la Facultad sigue creciendo a buen ritmo. Aumenta el número de estudiantes que se adhieren a programas de movilidad, pero también hay que abrir vías de especialización en la economía social, mediante la creación de una mención en el grado de Administración y Dirección de Empresas y un doble itinerario de los grados de ADE y de Sociología, que ya se encuentran en nuestra planificación, así como, también, un posible grado o máster en Economía Social.
Hablando, precisamente, de internacionalización, en un mundo cada vez más globalizado, ¿cuáles son las apuestas de la Facultad?
El grado en Empresa Internacional (la primera promoción se graduó este último curso 2016-17), el máster en Empresa Internacional (que se implantará el próximo curso académico 2018-19), y el máster en Economía (con una larga trayectoria, contrastada por las acreditaciones de excelencia y por la de dimensión de internacionalización de la AQU), entre otros, son programas con docencia totalmente en inglés y con un número importante de estudiantes extranjeros: el grado, vía estudiantes Erasmus, y los dos másteres, con una presencia mayoritaria de estudiantes extranjeros. También el grado de ADE ofrece una línea en inglés, así como los programas EUS de ADE y Economía. Esta oferta formativa en inglés, muy abierta a estudiantes tanto nacionales como extranjeros, requiere de la incorporación de profesorado extranjero que la Facultad ha tenido que asumir dadas las restricciones en la contratación de nuevo profesorado impuestas por los diferentes gobiernos.
«Hay que invertir mucho más en la formación de los jóvenes investigadores. Además, la falta de perspectivas razonables de estabilización en la carrera académica desmotiva a los mejores estudiantes, especialmente en el ámbito de empresa.»
¿Cree que en nuestro país se da suficiente apoyo a las vocaciones investigadoras? ¿Qué deberíamos hacer mejor para potenciarlas?
No, no se da suficiente apoyo a las vocaciones investigadoras. El número de becas predoctorales no es suficiente y el de las postdoctorales, aún menos. Hay que invertir mucho más en la formación de los jóvenes investigadores. Además, la falta de perspectivas razonables de estabilización en la carrera académica desmotiva a los mejores estudiantes, especialmente en el ámbito de empresa.
Por último, este verano se celebrará una década de la integración de la antigua Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales y de la antigua Escuela Universitaria de Estudios Empresariales en la Facultad de Economía y Empresa. ¿Qué balance hacen de estos 10 años? Y usted, personalmente, ¿cómo valora su primer año en el cargo de decano?
El balance es muy positivo. De hecho, la integración en la nueva Facultad se ha hecho de forma plenamente satisfactoria, y ya nadie hace referencia a los antiguos centros. La dimensión de la nueva Facultad y la potenciación de su diversidad han sido la clave de la fusión.
El primer año de decano ha sido positivo, pero difícil. Desde el equipo decanal tenemos nuevos proyectos de futuro, pero nos hemos tenido que concentrar, también, en no perder algunos de los elementos de la Facultad que son muy necesarios (Oficina de Relaciones Internacionales, Unidad de Carreras Profesionales, etc.) y que se pueden ver afectados por causas estructurales de la propia Universidad.