En enero de 2018, el FMI publicó su actualización de previsiones de crecimiento de la economía mundial centradas en el período 2018 y 2019 y que recogían una revisión ligeramente al alza de las estimaciones. Las proyecciones del FMI se sitúan en un 3,9% para este año 2018 y el mismo dato para 2019, en ambos casos con una mejora de dos décimas respecto a las cifras publicadas el pasado octubre.
JOAN TUGORES QUES. Catedrático de Economía de la UB.
El cuadro adjunto muestra de manera un poco más desagregada las dinámicas previstas por el FMI. La revisión al alza se debe básicamente a unas aportaciones más positivas del conjunto de las economías avanzadas, tanto Estados Unidos como la zona euro, aunque el diferencial en favor del conjunto de las economías emergentes y en desarrollo continuaría ligeramente al alza. La desaceleración más suave de lo previsto de China y el mantenimiento de los espectaculares ritmos en la India, junto con una modesta recuperación en América Latina, serían algunos de los factores explicativos.
Con respecto a nuestro entorno más cercano, Europa, en general, y la zona euro, en particular, ven revisadas al alza sus previsiones, especialmente Alemania (medio punto más), mientras que España mantiene un (comparativamente con el conjunto de la zona euro) buen ritmo de crecimiento, aunque en desaceleración desde 2016.
Pero el FMI insiste en que los buenos datos –“prospectiva más brillante, mercados optimistas», dice, literalmente– no deben hacer olvidar los riesgos a medio plazo. El economista jefe del FMI, M. Obstfeld, insiste en que las fricciones sociopolíticas y geoestratégicas continúan gravitando de forma delicada sobre la economía global, y recalca que el mayor riesgo es la complacencia. Y añade que sería un error creer que la aparente bonanza macroeconómica es «la nueva normalidad» que dejaría atrás la crisis. Recuperar márgenes de maniobra de cara a una próxima crisis y hacer las reformas que mejoren la eficiencia y la inclusividad continúan siendo retos a asumir. En una línea similar, la necesidad de «crear un futuro compartido en un mundo fracturado» fue el tema del Foro de Davos el pasado enero.
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