A cualquier dirigente se le requiere honestidad como uno de los valores fundamentales e irrenunciables. Ahora bien, con la imprescindible honestidad no es suficiente.
Josep Oriol Pujol. Director general de la Fundación Pere Tarrés.
La elección o designación de dirigentes debería derivarse del reconocimiento de diversas competencias. Así, el líder:
- Debe tener experiencia en la identificación de los rasgos y sistema de valores de los entornos en los que desarrollará la actividad, incluidas las influencias negativas interesadas o específicas de cada entorno.
- Debe saber reconocer a quién quiere aprovecharse de él o de la organización (debe ser perspicaz sin dejar de mostrar bondad).
- Debe identificar rápidamente las intenciones del adulador, es decir, de quien se acerca pretendiendo beneficios para él, y que incidirá negativamente en la acción directiva.
- Tiene la responsabilidad de no ser inocente, de estar alerta a intereses espurios o favorables a una parte, y no ha de dejarse conducir por estos.
- Debe conformar en su entorno un equipo que le asesore sobre el lenguaje o la forma de pensar, e, incluso, para no ofender, si se quiere de forma inocente, a todo o parte de su colectivo de influencia, así como para darse cuenta de dónde hay que fijar la atención en cualquier visita o reunión.
- Necesita de un equipo de personas con elevada consideración ética que le informen y asesoren honestamente, que no sean ingenuos ni le adulen.
- Debe ser honesto, abierto, empático, al tiempo que debe contar con una formación ética y técnica que le permita percatarse con rigor cuando sólo se le muestra el lado positivo de una iniciativa.
- Debe identificar las motivaciones más profundas, los porqués de todo proyecto, descubriendo si son verdaderamente nobles. La buena fe es deseable, pero no la ingenuidad entendida como el hecho de no invertir lo suficiente para prever todas las consecuencias, incluso en los sentimientos de los demás.
- Debe captar las intenciones del entorno y ejercer el control con rigor para poder hacer el bien con honestidad, y hacerlo sin manifestar desconfianza.
Sin estas competencias, y actuando sólo desde la buena fe, se corre el peligro de ejercer una dirección deficiente con consecuencias negativas para cualquiera de sus colectivos destinatarios. Las organizaciones, las sociedades, los colectivos deben requerir a sus líderes que conozcan sus valores, pero también las amenazas