Si el 60% de las profesiones del futuro todavía no están inventadas, entonces, ¿cómo deben afrontar las universidades la formación hacia competencias y destrezas hoy desconocidas?
Manuel Palomar. Catedrático de Lenguajes y Sistemas Informáticos y rector de la Universidad de Alicante.
El gran reto actual de las universidades es definir las mejores competencias y habilidades necesarias para un futuro laboral incierto. Docentes, investigadores y responsables de la educación superior nos enfrentamos a un gran dilema: ¿en qué competencias formar ante tanta incertidumbre? Estamos en la obligación de reaccionar siguiendo cuatro líneas estratégicas:
- Debemos acogernos a las certezas absolutas; orientar la formación hacia el conocimiento esencial sobre el cual aplicar la versatilidad. Se trata de los saberes universales que aportan titulaciones como Matemáticas, Física, Economía, Lengua o Derecho, por citar algunas. Saberes que dotarán de capacidades esenciales y sólidas bases sobre las que los estudiantes podrán migrar o adaptarse hacia las profesiones del futuro.
- En los foros académicos se habla de que, en breve, los profesionales del futuro cambiarán de trabajo una media de 11 veces a lo largo de su vida laboral. Por tanto, consideramos que, además de una base sólida de conocimientos esenciales, hay que apostar por una formación rica en capacidades emprendedoras, con un alto grado de creatividad y una base metodológica más abierta que les aporte perspectiva y les permita desarrollar los talentos y las potencialidades individuales.
- Para lograr este nuevo modelo formativo es necesario crear un modelo universitario mucho más permeable a los cambios externos, más ágil y con una dinámica más abierta que permita reaccionar con fluidez a los mismos. La tramitación actual de los títulos universitarios es lenta. Es necesario flexibilizar los procesos de cambio sin renunciar a las garantías de calidad. La Sociedad de la Información está propiciando cambios sociales muy rápidos que no encuentran parangón en la universidad, anquilosada, en ocasiones, en la excesiva burocratización de los propios sistemas de trabajo tanto internos como externos.
- En este sentido, si la Sociedad de la Información requiere agilidad en la tramitación, la Sociedad Digital requiere una modernización en los sistemas de enseñanza-aprendizaje, con nuevas metodologías docentes que impulsen, capaciten y apuesten por las habilidades tecnológicas. La creatividad basada en la tecnología y la tecnología como soporte esencial para el avance.
Frente a la incertidumbre del futuro laboral, la universidad debe apoyar la formación en las grandes certezas, en los saberes universales que otorguen a las nuevas generaciones una sólida base de conocimientos fundamentales que les den capacidades versátiles aplicables a los cambios. Y, junto a ello, debe promover la detección del talento, el cultivo del pensamiento crítico y abierto, la apuesta por las inteligencias múltiples, la potenciación de la formación creativa, abierta a las aplicaciones tecnológicas y las nuevas perspectivas empresariales y sociales, y la versatilidad del conocimiento a partir de estas certezas