El plástico está en todas partes y prueba de ello es que cada año los ciudadanos europeos consumen 25 millones de toneladas de este material, de las cuales solo el 30% acaba siendo reutilizado. Precisamente son los productos de un solo uso los que más preocupan a la Comisión Europea, organismo que ya se está poniendo manos a la obra para que en 2030 todos los envases de la UE sean reciclables.
Texto: Esther Herrera
Solo el 5% del valor del plástico conlleva un beneficio real para la economía europea. Y es que con el modelo actual, donde predominan los envases de un solo uso, se desperdician entre 70.000 y 105.000 millones de euros al año. Además, los embalajes que no se reciclan tardan siglos en descomponerse, con las consecuencias que esto comporta para el medio ambiente. Por ejemplo, el plástico representa el 85% de los desechos que llegan a las playas de todo el mundo y, por esta razón, la Comisión Europea aprobó el pasado mes de enero el primer plan para luchar contra el plástico y llevar a cabo la transición hacia una economía circular. El objetivo es que todos los envases de la UE sean reciclables de aquí a 2030, una medida que el vicepresidente primero del ejecutivo, Frans Timmermans, plantea como necesaria con un aviso contundente: “Si no cambiamos la manera que tenemos de producir y de utilizar este material, en torno al 2050 en el mar habrá más plásticos que peces”.
“Si no cambiamos la manera que tenemos de producir y de utilizar el plástico, en torno al 2050 en el mar habrá más plásticos que peces.” (Frans Timmermans)
Medidas concretas
Bruselas ha puesto sobre la mesa varias propuestas como desincentivar los plásticos desechables, restringir los microplásticos presentes especialmente en productos cosméticos y de higiene o imponer el etiquetado de los envases para indicar si son biodegradables y compostables. Por otra parte, la Comisión Europea prohibirá el vertido de desechos de plástico al mar gracias a una nueva normativa que obligará a que los residuos generados a bordo de los buques o recogidos en el mar se devuelvan a tierra para tratarlos de manera adecuada.
Dicho esto, Bruselas es consciente de que, para poder ganar la batalla al plástico a través de la inversión y la innovación, necesita tener de su lado a empresas y administraciones nacionales. Por este motivo, incentivará la reducción de residuos en el lugar de trabajo, mejora que la propia Comisión Europea ya ha empezado a adoptar apostando por los envases de vidrio en las salas de reuniones. Asimismo, el ejecutivo formulará una nueva normativa para dar impulso a las instalaciones dedicadas a la actividad del reciclaje, propuesta que Christian Verschueren, director general de Eurocommerce, defiende argumentando que “bien diseñados, los envases de plástico mantienen los alimentos y evitan que se desperdicie la comida, pero es igualmente necesario garantizar que son compatibles con el medio ambiente”. Por su parte, PlasticsEurope, principal organización defensora de este material en la UE, da su visto bueno al planteamiento y, por ello, también ha puesto en marcha un plan voluntario para hacer más eficiente la economía circular.
Solo el 5% del valor del plástico conlleva un beneficio real para la economía europea. Con el modelo actual, donde predominan los envases de un solo uso, se desperdician entre 70.000 y 105.000 millones de euros al año
Incentivos fiscales al reciclaje
Sin embargo, el ejecutivo europeo tiene otra tarea pendiente: incentivar el apoyo a la industria, ya que actualmente es más barato producir plástico nuevo que reciclado. Hasta finales de 2017, todo el plástico que no se reciclaba iba a parar a otros países, sobre todo a China, pero desde el pasado 1 de enero, el país asiático prohibió este tipo de importaciones. Aunque la Comisión Europea niega que el plan se acelerara debido a la decisión de Pekín, desde hace unos meses Bruselas analiza la aplicación de incentivos fiscales que ayuden a potenciar la demanda de plásticos reciclados en la UE, según aseguró recientemente el vicepresidente primero de la Comisión Europea, Jyrki Katainen. Meses antes, pero, el comisario encargado de Presupuestos, Günther Ottinger, se mostró dispuesto a estudiar la aplicación de un impuesto sobre el plástico como medida para, por un lado, conseguir nuevas fuentes de ingresos cuando el Reino Unido abandone el club comunitario en 2019 y, por el otro, luchar contra un material altamente contaminante. Con todo, las conversaciones en el Colegio de Comisarios enfriaron la propuesta. Katainen es, por ejemplo, uno de los miembros del ejecutivo más reticentes a la hora de aplicar este impuesto. “Algunos Estados miembros han utilizado medidas fiscales para poder reducir las bolsas de plástico de un solo uso y ha funcionado bien; con este mismo espíritu buscaremos posibilidades. Quizás conseguimos un impuesto a escala europea pero yo, sinceramente, tengo ciertas dudas”, expresó. La medida es muy controvertida, no solo a nivel político, también entre el sector. Desde PlasticEurope aseguran que “no es razonable”.