Si preguntáramos a los principales players de la industria qué elementos debe tener el packaging ideal, veríamos algunos conceptos recurrentes. A saber, la conveniencia, la facilidad de uso, la interacción con el usuario y, cómo no, la sostenibilidad.
Xavier Pascual. Director de Hispack 2018.
Quizás años atrás la sensibilización sobre el envase y sus implicaciones medioambientales no fuera algo tan extendido entre fabricantes y consumidores, pero hoy en día es una prioridad y un vector clave que va a marcar la evolución de esta potente industria que extiende su presencia de forma transversal en prácticamente la totalidad de actividades económicas. Así lo demuestran los datos: el 96% de las marcas fabricantes considera que la sostenibilidad es un valor importante en sus productos, señalando el uso de materiales reciclables, renovables, ligeros, y con una mínima huella ambiental como factores decisivos en la elección del packaging, según un estudio de la consultora Smithers Pira y Procarton.
Un análisis del contexto actual evidencia que este interés en auge por la sostenibilidad no es gratuito. Según el Eurostat, en 2014 cada habitante de la Unión Europea generó una media de 162,9 kg de residuos derivados del packaging, con una presencia de materiales como el papel, el vidrio y el plástico en vertederos realmente alarmante. Si salimos del viejo continente nos encontramos con una demografía en expansión, especialmente en los países emergentes, que suman millones de nuevos agentes en la economía.
En los últimos años hemos oído hablar de la economía circular relacionada a todo tipo de sectores y actividades: energía, procesos industriales e incluso servicios. ¿Por qué no aplicar sus principios al packaging?
La ecuación es sencilla: a más consumidores, menos recursos disponibles por cápita. El ritmo de consumo contemporáneo pone en riesgo la disponibilidad de ciertos materiales, y eso tendría un gran impacto a nivel medioambiental. Ejemplos claros de esta realidad son el petróleo, cada vez más escaso, o el hecho de que más del 60% del cobre haya sido extraído de las minas. Sin embargo, en toda ecuación podemos insertar variables que modifiquen el resultado. En el ámbito concreto de la sostenibilidad para el packaging, la variable se llama economía circular.
Abarcar todo el ciclo de vida
En los últimos años hemos oído hablar de la economía circular relacionada a todo tipo de sectores y actividades: energía, procesos industriales e incluso servicios. ¿Por qué no aplicar sus principios al packaging? Al fin y al cabo, la economía circular entiende la sostenibilidad tal y como lo hace la industria del envase y embalaje. No se trata tan sólo de introducir soluciones respetuosas con el medio ambiente en el producto final, sino de generar una estrategia en todo el ciclo de vida que busque la máxima eficiencia en toda la cadena de valor -desde la extracción de la materia prima hasta el consumo del producto pasando por el diseño, los procesos de fabricación, la logística, el retail– y que multiplique la esperanza de vida del material de packaging utilizado a través del reciclaje y la reutilización.
La aplicación de la economía circular en la industria del packaging supone un cambio de visión. Un sistema efectivo sólo es posible con el diseño de todos los procesos bajo la perspectiva de la prevención de residuos: esto implica el uso de energías renovables, la apuesta por los productos de proximidad para evitar el coste energético del transporte, la utilización de materiales desechables o fácilmente reciclables y la creación de envases simples y versátiles, por tal de minimizar su obsolescencia y multiplicar sus opciones de uso. Un sistema que, además, debe ser evaluable y revisable para asegurar su evolución y lograr el objetivo: reinsertar en la economía productiva una y otra vez los materiales utilizados y minimizar los deshechos que acaban en los vertederos.
Ecodiseño
No estamos inventando nada. De hecho, hasta tenemos un concepto para hablar de esta forma de trabajar el packaging: el ecodiseño. Una apuesta que es un pilar estratégico a nivel continental. La Unión Europea tiene preparado lo que conocemos como “Waste package”; el conjunto de leyes para el impulso de la economía circular que prevé todo tipo de incentivos para la aplicación del ecodiseño en la industria del envase y embalaje. Esta normativa debe ser la palanca que active un proceso de reindustrialización que combine crecimiento económico y sostenibilidad. Y todo, con unos objetivos bien definidos. Bruselas espera que para el 2030 el 70% de los embalajes se recicle y que para el 2035 los deshechos que lleguen al vertedero no superen el 10%.
La aplicación de la economía circular en la industria del packaging supone un cambio de visión. Un sistema efectivo sólo es posible con el diseño de todos los procesos bajo la perspectiva de la prevención de residuos
Para lograrlo, contamos con diferentes estímulos más allá de las ayudas europeas. El primero, el favor de los consumidores. La sostenibilidad es el tercer motivo de compra de un producto en la Unión Europea, solo superada por la calidad y el precio. Por otra parte, la aplicación de un sistema sostenible puede iniciarse con pasos sencillos, como el simple uso de materiales ya reciclados para la producción de nuestros envases. Y, finalmente, la economía circular es también una apuesta por el crecimiento económico. Se calcula que con la aplicación de la normativa actual sobre gestión de residuos se generarían 400.000 nuevos empleos en el continente, 52.000 de los cuales en España.
La sostenibilidad será uno de los motores de cambio de nuestra industria en los próximos años y estará muy presente en ferias del sector del envase como Hispack 2018.