“Dejar por escrito una historia que vale la pena mientras la experiencia está fresca” ha sido el principal motivo por el que Andreu Mas-Colell, conseller de Economía y Conocimiento de la Generalitat de Catalunya entre diciembre de 2010 y enero de 2016, y Albert Carreras e Ivan Planas, miembros de su equipo más directo, han decidido publicar Turbulències i tribulacions: els anys de les retallades (Edicions 62). Estamos ante una obra que trata sobre un período difícil para la economía europea, española y catalana; una época marcada por la austeridad, las protestas sociales y las negociaciones constantes entre el Gobierno central y el ejecutivo de Artur Mas. A continuación profundizamos en los recuerdos que unos de los protagonistas de esta etapa, el propio Andreu Mas-Colell, aún conserva.
Texto: Berta Seijo
Fotos: Sara Lomas
Echando la vista atrás, todo empieza con una llamada que le hace Artur Mas (un par de meses antes de las elecciones autonómicas de noviembre de 2010) con un encargo: ir pensando la estrategia económica y la formación de un equipo en caso de llegar al Govern. ¿Qué le empujó a aceptar la propuesta del expresidente catalán en momentos tan complicados para la economía catalana, española y europea?
Los momentos difíciles para la economía son muy estimulantes para un economista. En mi caso, a lo largo de mi vida he sido sobre todo académico, así que la oportunidad de terminar mi carrera profesional con una tarea muy aplicada y al mismo tiempo muy importante para el país que quiero me conducía a decir que sí.
“Los momentos difíciles son muy estimulantes para un economista.”
Ya como líder del Departamento de Economía, reducir el gasto era condición sine qua non para superar la situación. En el libro, sin embargo, afirman que “una fase de austeridad de vez en cuando no es necesariamente negativa, ya que puede servir para ayudar a romper dinámicas de gasto no suficientemente bien justificadas». En este sentido, ¿cree que la austeridad no es una medida muy popular en Europa porque no se ha sabido aplicar correctamente?
Habría que puntualizar que no es una medida popular en el sur de Europa, porque ciertamente en Alemania y en los países del norte disfruta de buena reputación.
En conjunto, y para situar este anunciado en contexto, nosotros no éramos doctrinalmente partidarios del enfoque alemán para superar la crisis económica. Podríamos decir que la primera crisis, la de 2008, fue combatida en todo el mundo con una política keynesiana. En 2009 esto cambia y se impone la visión tradicional alemana, una política más bien moralista: “no se puede gastar más de lo que se tiene”, “el ahorro es virtuoso en sí mismo”, “si tienes déficit es que tienes un problema”, “tu primera obligación es preocuparte del equilibrio financiero del país como te preocuparías del equilibrio financiero de una familia”, etc. En el sur de Europa nos hubiera convenido mantener una política expansiva durante más tiempo, aunque no pudo ser porque los mercados se cerraron. Dicho esto, si hay que disminuir gastos, se debe aprovechar para reducir los menos necesarios (aquellos que en las épocas de expansión permanecen por inercia) y mantener los indispensables.
En el caso catalán, ¿por qué medidas optaron?
Nosotros pusimos las inversiones a cero; en 2012, por ejemplo, no se licitó nada. Otra cosa son los pagos por inversiones, pues, durante la crisis sí que se tuvo que ir pagando la obra ya hecha. Precisamente, una de las oportunidades que ha traído consigo la crisis es hacer una pausa en un ritmo de inversiones que, seguramente, era superior al sostenible.
¿Una crisis te empuja, en cierto modo, a hacer las cosas mejor?
Las crisis causan dolor y sufrimiento; debes aprovechar las oportunidades que te dan las buenas épocas. Pero si llega una crisis, al menos intenta sacar algún beneficio de ella. Yo diría que, poco o mucho, la relativa buena situación actual indica que en general algo se debió hacer bien tanto en España como en Catalunya durante la crisis. También hay que decir que si esto ha ocurrido es porque los trabajadores de las administraciones públicas siguieron cumpliendo con sus tareas aunque les recortamos el sueldo.
“Una de las oportunidades que la crisis ha traído consigo es hacer una pausa en un ritmo de inversiones que, seguramente, era superior al sostenible.”
Hace referencia a un recorte del 5% a los funcionarios catalanes, pero ya se venía de otra reducción del 5% hecha por el Gobierno central en 2010…
Nosotros lo hicimos por motivos presupuestarios, pero, además, teníamos problemas de liquidez. Y es que, después de la tercera emisión de bonos minoristas (los llamados “bonos patrióticos”), los mercados se fueron cerrando. Asimismo, el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) todavía no estaba bien instalado… Todo esto nos condujo –en concreto en diciembre de 2011, que es cuando hay que abonar la paga extraordinaria– a una gran tensión. Finalmente pagamos como tocaba porque el Banco Central Europeo tomó una actitud más expansiva y comenzó a inyectar dinero en el sistema monetario europeo.
Es evidente que la tensión también se vivió en el ejecutivo español, presidido entonces por José Luis Rodríguez Zapatero, sobre todo en su última legislatura. Ustedes en el libro no se esconden y lo tachan de «gobierno con vocación populista completamente frustrado por haber tenido que aplicar ajustes presupuestarios». ¿Cree que la crisis les cogió realmente por sorpresa o que conscientemente actuaron de forma irresponsable con el único objetivo de quedar bien con todo el mundo?
Bueno, podríamos decir que ambas cosas. En primer lugar, les cegó el hecho de que en España no llegaran los activos tóxicos derivados de hipotecas estadounidenses que causaron la crisis en los Estados Unidos y en otros lugares del mundo. Y es que obviaron que aquí teníamos nuestros propios activos tóxicos, procedentes también del sector inmobiliario. Por otra parte, la fase keynesiana para salir de la recesión les vino como anillo al dedo. Porque lo que el gobierno de Zapatero quería hacer era gastar. Recuerdo el famoso Plan E con el que se dedicaron a construir aceras por toda España…
Finalmente, cuando no se pudo negar más la crisis y cuando en mayo de 2010 Europa le impuso a Zapatero el ajuste, el gobierno socialista cayó en profunda depresión.
“Que en España no llegaran los activos tóxicos derivados de las hipotecas americanas (causantes de la crisis en los EE. UU. y en otros lugares del mundo) cegó al ejecutivo de Zapatero. No vieron que aquí teníamos nuestros activos tóxicos particulares.”
Justo en ese último periodo, la relación entre la Generalitat y el PP de Catalunya era más bien de colaboración. De hecho, consiguieron su apoyo a la hora de tramitar los presupuestos para 2011. Ahora bien, ¿cuándo empieza a intuir que esta confianza se acabaría hundiendo?
Nunca hubo una relación de confianza; sabíamos perfectamente lo que era el PP. Hay que tener en cuenta que en ese momento ellos estaban en la oposición en Madrid y nosotros estábamos en tensión con el Ministerio de Elena Salgado porque nos pedían una reducción de gasto del 20% en un año. Supongo que por eso se pudo arreglar que votaran el presupuesto.
Con todo, cuando el PP gana por mayoría absoluta, lo primero que hace es abortar el proceso de concesión del aeropuerto del Prat, y también abortan de inmediato cualquier idea de traspasar la propiedad de los hospitales que provienen de la seguridad social. Confianza no había, pero no se puede empezar una relación dando por supuesto que no nos entenderemos. Por lo tanto, durante seis meses tratamos de ver si podíamos crear alguna relación de complicidad en la gestión de la fiscalidad.
El deterioro culmina el mes de julio de 2011, cuando España negocia con Europa una ampliación del objetivo de déficit. Una vez alcanzado este margen, el Ministerio, en vez de repartir la flexibilidad otorgada por Europa entre las comunidades autónomas –como era lógico y como pedía la Ley de estabilidad presupuestaria que se acababa de aprobar–, lo distribuye de una manera completamente asimétrica, quedándose toda la ganancia y, además, reduciendo aún más el objetivo de déficit de las autonomías. Esto ya fulminó por completo la confianza en la gestión económica, que luego reverberó en todo el panorama político.
Siguiendo con la relación entre Cataluña y el resto de España, ustedes ponen fin al libro dejando clara su postura: “Cataluña necesita más recursos y que estos se gestionen desde la proximidad en un marco real de autogobierno”. ¿Formar gobierno lo antes posible es la clave para desactivar el 155 y alcanzar el escenario que desea?
Bueno, personalmente pienso que es importante formar gobierno, que este gobierno tenga un presupuesto y que se ponga fin al 155. Dicho esto, no quiero implicar que haya una urgencia de horas o de días. Es decir, la situación actual es muy conflictiva y la actitud represiva de las instancias judiciales está interfiriendo en lo que sería un desarrollo más normal, necesario tanto para Cataluña como para España. España también tiene un presupuesto que debe ser aprobado y una imagen internacional y económica que se está viendo perjudicada por esta actitud.
“Nuestra relación con el PP no fue nunca de confianza, pero [después de que ganaran por mayoría absoluta en 2011] intentamos crear un vínculo de complicidad en cuanto la gestión de la fiscalidad.”
¿Piensa que sería irresponsable ir a unas terceras elecciones?
Yo creo que no sería bueno ir a unas nuevas elecciones para nadie: ni desde el punto de vista catalán ni para el señor Rajoy.
Haciendo balance, podríamos decir que la credibilidad ha sido una de sus máximas a lo largo de su trayectoria política. ¿Cree que a día de hoy nuestros representantes políticos también prometen solo lo que saben que pueden hacer?
Hay de todo, pero yo diría que los políticos deben tratar de comprometerse solo con lo que honestamente creen que pueden comprometerse. A veces lo podrán cumplir y otras no, pero sí que creo que es muy importante ser creíble.
Centrándonos en el presente, desde 2016 preside el Barcelona Institute of Science and Technology (BIST), una de las instituciones científicas más prestigiosas de Europa. ¿Cree que en España, con la excusa de la crisis, nos hemos olvidado de la importancia de atraer y de retener el talento?
No sé si con la excusa de la crisis o es que es un problema que viene de lejos, pero sí. Mire, entre 2007 y 2016 solo dos de los 28 países que forman la UE han reducido su gasto público y privado en I+D: Finlandia (que partía de tan arriba que se lo podía permitir) y España. Lo cierto es que la época de la crisis ha sido un periodo de resiliencia para el sistema, que ha aguantado, entre otras cosas, porque era bastante potente y porque ha conseguido incrementar mucho los fondos europeos de investigación. En los presupuestos de este año pienso que seguiremos en la misma línea; parece que hay otras prioridades. Particularmente no lo critico, pero impulsar la investigación no es tan caro. Y el nivel de negligencia del gobierno español es muy grande. Debería ser consciente de que esto es muy importante y que no figurará mucho en Europa si no contribuye a la innovación y al conocimiento.
La época de los recortes vino acompañada del movimiento de los indignados y del asedio al Parlament del 15 de junio de 2011. De hecho, todo el mundo recordará cómo el expresidente Artur Mas tuvo que entrar al parque de la Ciudadela en helicóptero. Esta escena también se repitió en el caso de Andreu Mas-Colell: “Ese día a las 12 del mediodía yo tenía que presentar los Presupuestos de la Generalitat. Por eso hubo las protestas. La tarea era difícil pero no se podía hacer otra cosa.”
Aunque Mas-Colell “no tenía la sensación de que estaba presentado unas cuentas con el pueblo en contra”, el exconseller añade que “nunca es fácil elaborar unos presupuestos que demandan sacrificios”. El economista confiesa que él y su equipo se esforzaron mucho para que “los recortes inevitables no fueran lineales”, que miraron “partida por partida”, y puntualiza que, en su situación, “cualquier gobierno se hubiera visto obligado a enfrentarse a las mismas grandes cifras”.
Aparte de eso, hace memoria y diferencia claramente esta dura etapa del periodo 2000-2003, durante el que lideró la Conselleria de Universidades, Investigación y Sociedad de la Información y en el que “era habitual que los ingresos aumentaran un 3% o un 4% cada año”.
Andreu Mas-Colell (Barcelona, 1944) estudió Económicas en la UB y, una vez se doctoró en la Universidad de Minnesota en 1972, puso en marcha su carrera como catedrático en varias universidades, entre las que destacan Berkeley (1972- 1981), Harvard (1982-1995) y la UPF. En cuanto a su trayectoria política, destacan dos etapas en la Generalitat de Catalunya: entre 2000 y 2003 fue conseller de Universidades, Investigación y Sociedad de la Información, y entre 2010 y 2016, conseller de Economía y Conocimiento .
Actualmente, y del todo reincorporado a la vida académica, Mas-Colell preside el patronato del Barcelona Institute of Science and Technology y sigue ejerciendo sus funciones como fundador de la Barcelona Graduate School of Economics.