Gonzalo Bernardos es uno de los economistas más mediáticos de nuestro país. No hay semana que no le veamos haciendo sus predicciones en algún medio de comunicación. Sin duda sus reflexiones y opiniones captan la atención del espectador. También lo hace su defensa de una economía más justa para todos y de unos dirigentes políticos con principios, como nos explica en esta entrevista.
Texto: Berta Seijo
Fotos: Ignacio Adeva
Hace poco vivimos un traspaso de poderes exprés en el Gobierno español que algunos han recibido con optimismo y otros con bastante escepticismo. ¿Qué espera usted de esta nueva etapa?
El Ejecutivo de Pedro Sánchez no tiene margen de maniobra. Con los presupuestos actuales, y si cumple con la senda del déficit en 2018 y 2019, le quedan 200 millones de euros para gastar. Además tampoco tiene mayoría parlamentaria para, por ejemplo, sacar adelante en el Congreso la derogación de la reforma laboral o para modificar el sistema público de pensiones. En definitiva, lo veo un Gobierno de gestos y de “haré si tuviera mayoría”, que puede durar aproximadamente un año.
¿Confía al menos en que sean capaces de garantizar la estabilidad económica del país?
Pueden hacerlo mucho mejor que el PP, entre otras cosas porque en materia económica el Ejecutivo de Mariano Rajoy no hizo nada. A partir de 2015 la suerte estuvo de su lado: cayó la compra de deuda pública y privada, se depreció el euro, surgieron problemas de seguridad en el sur del Mediterráneo y en Turquía, el precio del petróleo se desplomó a la mitad, etc. Pensaban que la economía crecería un 1,8% y lo hizo un 3,4%. Por eso, cuando Rajoy afirma que se ha dedicado “exclusivamente” a la economía, no es verdad. Su único mérito es no haber estropeado la coyuntura económica.
Estoy seguro de que el Gobierno de Sánchez puede hacer una mejor distribución de la renta, que actualmente es lamentable; somos el país más desigual de Europa occidental y el tercero después de Rumania y Letonia de toda Europa. Esperemos que en materia macroeconómica tengan la misma suerte que Rajoy. Es muy difícil igualarla, pero dudo mucho que el viento sople en contra.
“No va a darse una segunda burbuja inmobiliaria en España porque ni hay excesivo crédito, ni excesiva construcción, ni unos precios en el conjunto del país elevados.”
¿Y qué le parece el nombramiento de la nueva ministra de Economía, Nadia Calviño?
Por sus obras les conoceréis… En principio, con este nombramiento se quiere dar una imagen de credibilidad, de que se van a respetar los compromisos en materia de reducción de déficit y de que se va a apostar por la estabilidad macroeconómica. Pero ya veremos qué hace o qué deja de hacer.
Piense que un país cada vez tiene menos posibilidades de cambiar la suerte del crecimiento económico. Lo que sí puede es decidir quién se aprovecha de ese crecimiento económico. El PP lo tuvo claro: que se aprovechen unos cuantos, básicamente las empresas, y que la recuperación macroeconómica no llegue a los trabajadores. Apostó por salarios bajos, y a mí este tipo de economía en la que a unos les va muy bien y a otros muy mal no me gusta. Ya sé que Merkel opinaría lo contrario… Parece que se hayan puesto de acuerdo para liquidar o debilitar a la clase media europea, cosa que me parece absolutamente contraproducente.
Ahora que el PSOE tiene que negociar el techo de gasto para 2019, ¿cuenta con cierto margen para ajustarse a las cifras de Bruselas y aumentar a su vez el gasto público?
El PSOE puede optar por exprimir al máximo el gasto presupuestado. En otras palabras, todo lo contrario que hizo el PP, que no gastaba por completo las partidas de carácter social, de infraestructuras, de I+D+i, etc.
Luego, de cara a 2019, espero que, dentro de sus restricciones y compromisos con Bruselas, Sánchez coja y destine más dinero a los tres pilares del gasto social: sanidad, educación y asistencia social. Porque el cuarto, que son las pensiones, tiene que ir por consenso. Entonces, espero que se revierta la situación de forma progresiva en el tiempo y, sobre todo, que se proclamen otros principios, otra manera de hacer.
Hablando de políticas sociales, y ya que ha mencionado antes el tema de las pensiones, ¿con un gobierno de izquierdas podemos estar seguros de que pase lo que pase el poder adquisitivo de las pensiones no se perderá, sino que como mínimo se va a mantener?
Deberíamos, porque si no lo hace, no lo podríamos considerar un gobierno de izquierdas.
Precisamente, una de las líneas rojas de la economía española es el mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones; ahora no se les puede decir a las personas que se jubilan y que llevan toda la vida cotizando que van a cobrar sustancialmente menos de lo previsto. Con esto, lo que haces es cabrear y decepcionar a mucha gente y, sobre todo, das a entender a las generaciones más jóvenes que, aporten lo que aporten, seguramente no recibirán la pensión que les corresponde.
El PP había planeado que en el 2050 la relación entre la primera pensión y el último salario estuviera en el 50,5%; en la actualidad es del 81,8%. ¿Qué espero de un gobierno de izquierdas? Que haga todo lo posible para pagarlas. Por ejemplo, se puede aumentar la recaudación para que cuadre con el gasto en pensiones; gobiernos anteriores no lo han hecho porque no han querido, pero hay margen suficiente.
“Hay que concienciar a la población de que las generaciones posteriores vivirán mejor. Lo único que necesitamos son gobernantes que tengan la sensibilidad de repartir la riqueza.”
Pese a la problemática de las pensiones, la economía española crece y con ella el precio de los alquileres y de las viviendas. ¿Ve posible que la economía española sufra más pronto que tarde una segunda burbuja inmobiliaria?
En la actualidad, el mercado del alquiler en ciudades como Barcelona o Madrid funciona de la siguiente manera: empieza a haber un exceso de oferta por encima de 1.500 euros (a partir de esta cifra mucha gente ya se plantea comprarse una vivienda); entre 1.200 y 1.500 también hay oferta, pero en menor medida; por debajo de 1.200 euros tienes una demanda brutal, y por menos de 1.000 euros prácticamente no hay nada. Esto conducirá a que pronto, entre 2019 y 2020, veamos una ralentización de los precios.
En cuanto a la vivienda de propiedad, en las grandes ciudades españolas les queda de subida este año y parte del que viene. Los precios a finales de 2018 ya habrán superado los de 2007 y, en consecuencia, la capacidad de recorrido que tienen es relativamente baja. No va a darse otra burbuja especulativa en España porque ni hay excesivo crédito, ni hay excesiva construcción, ni hay unos precios en el conjunto del país elevados. Lo que ocurre en “ciudades de mundo” como Barcelona o Madrid es que los precios han subido más de lo normal como consecuencia, entre otras cosas, de la llegada de población itinerante que viene temporadas, semanas o días a trabajar.
Algunos vienen por trabajo y otros por placer. Hay quien afirma que el aumento de apartamentos turísticos también provoca que el precio de los alquileres suba…
En el caso de la subida de los alquileres en distritos centrales de Madrid o Barcelona –que no se diferencia mucho del incremento dado en el resto de zonas–, sí que podrían tener algo que ver los pisos turísticos.
Ahora bien, lo que sucede es que la capacidad de gestión de ayuntamientos como el de Barcelona es prácticamente nula. No se ponen medidas para solucionar el problema. A mi parecer, con las tres siguientes bastaría: que el alquiler turístico solo pueda hacerse en edificios de propiedad vertical, que en cada barrio no se pueda destinar más del 5% de las viviendas al alquiler turístico, y que se les impongan impuestos significativos, prácticamente como los que pagan los hoteles, pero con la diferencia de que estos impuestos vayan destinados a hacer mejoras en el barrio.
Ya para acabar, ¿sigue pensando que “el futuro será mejor que el pasado a pesar de todo”?
Sin duda. Y estamos mucho mejor que cuando escribí el libro, en 2014. A diferencia de entonces, no tenemos un problema de PIB ni de crecimiento económico. Lo que sufrimos es un problema de reparto, pero solucionar esto es relativamente fácil, lo único que se necesita es voluntad.
Hay que concienciar a la población de que las generaciones posteriores vivirán mejor. Lo único que necesitamos son gobernantes que tengan la sensibilidad de repartir la riqueza. Y aquí es importantísimo llevar a cabo dos cosas: en primer lugar, subir salarios y, en segundo lugar, mejorar el gasto social.