A las preocupaciones y debates acerca de si –y cómo– estábamos superando los shocks de la crisis financiera de la última década se les han superpuesto en los últimos tiempos las controversias y perplejidades ante unos cambios tecnológicos de una profundidad y alcance enormes. Sus impactos van mucho más allá de las dimensiones económicas y empresariales, incluidos los efectos sobre los mercados de trabajo, para afectar a las formas de funcionar nuestras sociedades. Trataremos de sistematizar algunos de los ingredientes principales de las cuestiones que merecen atención y debate.
Joan Tugores Ques. Catedrático de Economía de la UB.
1. Cambios muy transversales…
Un primer aspecto es que las innovaciones científico-tecnológicas que se conocen como la nueva (o la cuarta) revolución industrial, y que tienen en la robótica y la inteligencia artificial (IA) algunos de sus vectores más emblemáticos (pero no los únicos) configuran lo que se denominan unas nuevas tecnologías de alcance general (general purpose): van más allá de novedades importantes en el sector Y o el sector Z para conformar cambios que se aplican –o podrán aplicarse– a un espectro muy amplio de actividades, en el mundo de la producción o la forma de vivir. Al igual que la máquina de vapor o la electricidad acabaron aplicándose de forma generalizada, los robots o los desarrollos de IA están ya entrando en una enorme variedad de campos.
2… y a un ritmo vertiginoso
Un segundo aspecto es que en la actualidad los cambios son especialmente profundos y rápidos. Y esta velocidad afecta no sólo al ritmo al que se producen las novedades, sino también al tiempo que transcurre entre la innovación pionera y su amplia difusión. Las máquinas de vapor se fueron extendiendo a lo largo de muchas décadas, un lapso temporal que dio márgenes a que las sociedades se adaptaran, ciertamente no sin problemas. Pero la oleada actual de novedades se difunde con una celeridad casi exponencial. La figura 1 muestra la forma en que un documento del FMI dirigido al G20 resume la creciente velocidad de difusión de innovaciones y, con ella, la creciente presión sobre las sociedades, con urgencias que contribuyen a tensiones y desasosiego.
3. ¿Hacia unas mayores desigualdades?
Un tercer aspecto es el mensaje que se desprende de varios de los más importantes análisis presentados en los últimos tiempos acerca de los efectos de esta nueva revolución tecnológica, que se podría resumir en “más crecimiento, con más problemas de desigualdad”. Se habla de los potenciales grandes “dividendos de unas tecnologías brillantes” al tiempo que aparecen serios recelos acerca de la “distribución” de estos dividendos. Y ello es especialmente delicado en unas sociedades en que los problemas de desigualdades han ganado peso en las preocupaciones de la opinión pública, a la vista de la forma desigual con que se distribuyeron las ganancias de la globalización y las asimetrías asimismo importantes con que se han repartido los ajustes de la crisis de la última década: ¿agravarán estas desigualdades los avances tecnológicos que se están produciendo?
4. Robots versus trabajadores
Un cuarto aspecto concreta el punto anterior en términos de ocupación y empleo. Se publican estudios acerca de cuántos de los puestos de trabajo actuales podrán ser reemplazados por máquinas-robots, con porcentajes que generan preocupación. Algunos recuerdan que tales temores se dieron asimismo en anteriores oleadas de cambios tecnológicos importantes, pero que a medio plazo surgieron nuevas actividades y ocupaciones que dieron lugar a mejoras para el conjunto de las sociedades. Algunos enfoques, entre ellos de forma destacada el formulado por Acemoglu y Restrepo, articulan un marco para tratar de valorar los llamados “efectos desplazamiento” –sustitución de personas por máquinas– frente a los “efectos compensatorios” derivados de las ganancias de productividad que propician las innovaciones, así como a la aparición de nuevas tareas y actividades, algunas inimaginables hoy o hace poco tiempo.
Se habla de los potenciales grandes “dividendos de unas tecnologías brillantes” al tiempo que aparecen serios recelos acerca de la “distribución” de estos dividendos. Y ello es especialmente delicado en unas sociedades en que los problemas de desigualdades han ganado peso en las preocupaciones de la opinión pública
5. Declive de las clases medias
Una quinta dimensión destaca que a la hora de establecer criterios acerca de qué tareas o actividades son más “vulnerables” ya no podemos limitarnos al grado de cualificación. Es cierto que, inicialmente, los puestos de trabajo de menor cualificación fueron los que más ampliamente fueron objeto de tecnificación o deslocalización. Se hablaba del “cambio tecnológico sesgado hacia la cualificación” que sustituía empleo menos cualificado y, en cambio, necesitaba trabajo de más cualificación para ser operativo. Pero ahora a este enfoque se le superpone el del “cambio tecnológico sesgado contra la rutinización o la codificabilidad”: todas las tareas, incluidas las que requieren un cierto nivel de cualificación, que pueden ser descritas en programas de computación, de crecientes complejidades, son susceptibles de ser desempeñadas por robots en vez de por humanos. Dado que varias de ese tipo de tareas son las que vienen desempeñando las clases medias en las economías avanzadas, como muestra la figura 2 extraída del World Economic Outlook del FMI, se establece una delicada conexión entre cambios tecnológicos y las implicaciones sociopolíticas del declive de las clases medias.
6. Dudas y desconfianza: la adaptación a debate
En sexto lugar debe apuntarse a que el alcance y velocidad de todas estas nuevas realidades genera incertidumbres, temores y recelos que se traducen en debates sobre la forma de adaptarse y las medidas a adoptar tanto a nivel del sector privado –desde las personas hasta las empresas– que asimismo plantean presiones sobre los poderes públicos, que van desde la cobertura de las situaciones de fragilidad que vayan emergiendo hasta las políticas de dotar a las sociedades de los medios para asumir esas novedades profundamente sacudidas.
7. Nuevos retos para el sistema educativo…
Una séptima dimensión, concretando lo que se acaba de indicar, es el debate acerca del papel del sistema educativo. Los rápidos cambios científicos y tecnológicos requieren, obviamente, que los contenidos de las formaciones que se dan en el sistema educativo evolucionen en paralelo. Pero las exigencias van mucho más allá de eso: la constatación de que los contenidos relevantes para las actividades empresariales, profesionales y laborales se van a modificar a ritmos exponenciales requiere proveer por parte del sistema educativo de un “capital humano” con unas cualificaciones, aptitudes y actitudes diferentes, difíciles de concretar. De nuevo las referencias a las “carreras entre tecnología y educación” pasan a primer plano, con las dudas acerca de si la velocidad y adecuación de las adaptaciones educativas están siendo las requeridas.
Desde el ámbito más concreto de financiación de las prestaciones sociales, la sustitución de personas por robots hace aflorar controversias acerca de la fiscalidad sobre éstos, que todavía están en sus inicios
8… y nuevas exigencias fiscales
Un octavo punto se centra en las exigencias que todo lo anterior plantea a los sistemas fiscales. Aparece una “pinza” entre nuevas demandas de actuaciones y las limitaciones en la capacidad para allegar recursos públicos. En la vertiente de las actuaciones que requieren gasto figuran desde más compromisos en los ámbitos de educación y de investigación, desarrollo e innovación hasta medidas de apoyo a las personas o grupos que se vean negativamente afectados por los cambios, incluidos los debates (que desbordan el ámbito de este texto) acerca de una eventual renta básica universal o figuras de protección social similares. Por el lado de los ingresos públicos se acentúan las evidencias de los problemas de gravar a los beneficios de algunas actividades empresariales que se pueden desplazar con facilidad a escala supranacional, buscando las jurisdicciones más favorables para sus intereses, con limitada eficacia (al menos por ahora) a los esfuerzos de cooperación internacional para afrontar este problema. Y desde el ámbito más concreto de financiación de las prestaciones sociales, la sustitución de personas por robots hace aflorar controversias acerca de la fiscalidad sobre éstos, que todavía están en sus inicios.
9. Monopolización del poder
Una novena dimensión es la percepción de que todos estos cambios están coincidiendo (y/o coadyuvando) a una concentración de poder económico y control de la información que presenta aristas delicadas, incluso temibles. Los indicadores de cómo los nuevos gigantes tecnológicos están obteniendo una porción creciente de las cuotas de mercado y de los ingresos sólo se ven superado por las evidencias de cómo esos mismos operadores han conseguido que les entreguemos voluntariamente muchísimos datos personales que son susceptibles de utilización mercantil. El Gran Hermano de que hablaba Orwell que lo sabía todo de nosotros se está alcanzando por vías diferentes de las previstas en su novela 1984, pero igualmente peligrosas para nuestra privacidad e intimidad.
La magnitud de los retos plantea exigencias de adaptación que no son solo – ni principalmente – tecnológicas o económicas, sino que requieren nuevas formulaciones sociales y políticas para que las oportunidades que se abren estén realmente al servicio de las sociedades
10. Problemas de ciberseguridad
Y como décimo aspecto, una referencia a las vulnerabilidades que suponen todas estas nuevas realidades. Los problemas de seguridad informática, las fragilidades ante ciberataques que dejen en manos de determinadas personas o colectivos el acceso y control de datos extremadamente sensibles y de efectos potenciales enormes. Los riesgos son tan grandes que algunos auguran unas demandas crecientes de seguridad, hábilmente estimuladas con finalidades que provocan temores que puedan llegar a transformar nuestras democracias en securocracias. Apelar, además de al Gran Hermano de Orwell, al escenario de Blade Runner tal vez no sea tan frívolo como puede parecer a primera vista.
En todo caso, la magnitud de los retos plantea exigencias de adaptación que no son solo – ni principalmente – tecnológicas o económicas, sino que requieren nuevas formulaciones sociales y políticas para que las oportunidades que se abren estén realmente al servicio de las sociedades.