Las grandes altitudes, desde escalar el Everest hasta llegar a la Luna, se han convertido en un símbolo del logro humano. También son importantes en el mundo del liderazgo, donde podemos comparar tres medidas significativas: 15.000 metros, 15 metros y 1,5 metros. Los líderes efectivos son capaces de moverse entre las tres con soltura: no quedan atrapados en una única.
IAN C.WOODWARD. Profesor de Management Practice de INSEAD.
A 15.000 metros de altura, los líderes pueden otear el panorama general. Gracias a la disrupción, son capaces de visualizar las oportunidades y conectan el mundo externo dinámico para lograr una visión holística de su organización.
A 15 metros de altura, en cambio, la perspectiva es mucho más táctica. Les permite desarrollar objetivos granulares a corto plazo y determinar los pasos cruciales de planificación, implementación y ejecución de su empresa.
Finalmente, a 1,5 metros de altura, los líderes piensan en sí mismos. Se enfocan en lo que necesitan para su desarrollo personal.
Los buenos líderes son aquellos capaces de combinar todas las altitudes, pues ello les permite batallar frente a disposiciones complejas y, en ocasiones, contradictorias para llegar a ser «perspicaces» desde múltiples perspectivas. Sin embargo, la mayoría de los líderes quedan atrapados en un único nivel: muestran un fenómeno llamado «mal de altura». Esta falta de flexibilidad puede ser peligrosa para ellos mismos, sus equipos y sus organizaciones.
El grupo más grande con “mal de altura” es el de los líderes atrapados en el pensamiento de 15 metros, que no ve ni las oportunidades ni las amenazas de la disrupción. Si bien ser eficaz a nivel táctico es esencial para el rendimiento empresarial, puede convertirse en una zona de confort peligrosa.
En segundo lugar están aquellos atrapados en el pensamiento de 15.000 metros, que simplemente viven ‘en las nubes’. Dichos líderes anuncian una nueva visión cada pocas semanas, de modo que nunca la ejecutan con la efectividad necesaria para lograr resultados.
El tercer grupo, aunque mucho más pequeño, comprende, quizás, a los líderes más problemáticos de todos: aquellos atrapados en los 1,5 metros. Estos superegoístas son los arquetípicos micrománagers.
Los líderes deben estar constantemente reflexionando sobre su liderazgo y dirección. Esto les permitirá recapacitar y crear conscientemente conjuntos de pensamientos y hábitos que funcionen eficazmente en las tres altitudes del liderazgo: desde la perspectiva general, pasando por la táctica, y llegando al yo. Conéctelos a todos. Evite el “mal de altura”.