Conocemos la tipificación entre baby boomers, Generación X, Y y Z, pero más allá de clasificaciones que son esquemáticas y genéricas, lo primordial es saber reconocer el talento particular de cada uno de nuestros empleados. Se trata de un requisito fundamental para la gestión de la diversidad generacional de nuestra empresa, que nos permitirá recorrer los próximos pasos.
Eduard Prats. Director general de ESIC Business & Marketing School en Cataluña y Director Territorial Adjunto en la dirección general de ESIC.
1. Conformar equipos de trabajo diversos, pues suelen ser generadores de proyectos más creativos y rompedores y, a su vez –y por extraño que parezca–, más eficientes, lo que aumenta exponencialmente sus posibilidades de éxito. Por ejemplo, el dominio de las TIC y la creatividad digital de los millennials, combinado con la formación y experiencia de los más veteranos, que pueden aportar mayor conocimiento “sobre el terreno” del negocio en cuestión, suele conllevar un buen equilibrio entre originalidad y realismo, que es lo que más valoran los directivos en el momento de aprobar nuevos proyectos.
2. Crear figuras y herramientas de representación generacional para que los intereses de todos los trabajadores se tengan en cuenta en la toma de decisiones. En empresas con equipos cross-generacionales, sin embargo, esta tarea puede ser más difícil cuando dichas posiciones directivas no son representativas en términos generacionales. Es sabido que las necesidades aspiracionales y las proyecciones profesionales entre distintas generaciones muchas veces se sitúan en las antípodas, especialmente en lo que atañe a condiciones laborales. El conflicto, pues, está servido. Un buen directivo debe saber anticiparse y crear herramientas para evitar disputas y promover la integración de todas las sensibilidades de la compañía.
3. Fomentar el desarrollo de la inteligencia emocional de nuestros directivos es crucial, pues las capacidades interpersonales no solo son necesarias para la gestión B2B2C, también son imprescindibles en el entorno B2E, especialmente en empresas con gran presencia intergeneracional. Así, para poder motivar genuinamente a un equipo de trabajo, lo primero es comprender sus necesidades personales. Y aunque muchas veces éstas no son comunes a todos ellos, especialmente cuando se trata de equipos con diversidad generacional, la empatía es una poderosa arma para establecer consensos e, incluso, para llegar a la raíz misma de las aspiraciones humanas, donde todas las diferencias parecen diluirse.