Rivero y Bou, CEO y CTO, respectivamente, de Vilynx, tienen muy claro lo que esperan conseguir con su proyecto en el futuro: aplicar la Inteligencia Artificial para mejorar el mundo en la medida de lo posible, tanto en el ámbito educativo (mejora de la educación a través de la creación de sistemas educativos accesibles en todo el mundo), como en el de la salud (investigación en tratamientos y enfermedades) y gestión de residuos (entender mejor y paliar el cambio climático).
Fotos: Vilynx
- Por qué no debemos perderles la pista?
Son los cofundadores de Vilynx, una compañía conocida como “el Google de los vídeos” que ofrece servicios de etiquetado e indexación de contenidos y vídeos existentes en la Red para poder encontrarlos a partir de búsquedas, y un proyecto que –en sus propias palabras– está revolucionando el sector de la Inteligencia Artificial (IA) “gracias a la generación de sistemas de aprendizaje autónomo.” O, dicho de otra manera, en Vilynx enseñan a las máquinas a aprender por sí solas para que puedan, luego, ayudar a las personas.
Con el proyecto todavía en un “estado inicial”, Rivero y Bou admiten que todavía queda mucho por hacer, y que “hay que seguir trabajando duro y pasar por todas las fases para construir la empresa que aquí queremos”. De momento, sin embargo, estos jóvenes emprendedores ya han logrado convertir a esta start-up, nacida en 2013 y con sede en Barcelona y oficina en Silicon Valley -tienen una cuarentena de trabajadores en plantilla-, en el mayor proveedor de servicios de IA para el mercado de medios digitales en Estados Unidos. “Y estamos compitiendo con las grandes tecnológicas del sector gracias a la gran inversión en una tecnología diferencial desde sus inicios”, subrayan. Bou, además, acaba de ser galardonada con el premio a la Joven Empresaria del Año por la AIJEC (Asociación de Jóvenes Empresarios de Catalunya). Casi nada.
¿Sus planes para el próximo curso? Les espera la expansión comercial de Vilynx en Europa y Asia. Y, además, “estamos desarrollando POCs para conseguir que la tecnología trascienda del ámbito digital y empiece a aplicarse en los campos Legal y Financiero”, responden.
- El (duro) camino hasta gritar ¡Eureka!
La semilla de Vilynx surgió a raíz de la petición del hijo de Rivero, quien pidió a su padre que su robot “fuera inteligente”. Así, este y otros dos cofundadores (Hendrik van der Meer y Hakan Fouren) empezaron a trabajar en diversos sistemas de visión para robótica. Unos meses más tarde, Bou se les unió, pues compartía la misma ambición: quería dotar a las máquinas de inteligencia. Y, hoy, seis años más tarde, la empresa ya ha experimentado un crecimiento exponencial que es mérito de todos, “pues Vilynx nace de un gran equipo que ha sido clave para poder construir esto y que lo seguirá siendo en los próximos años”, afirman.
En cuanto a los retos que han tenido que afrontar para lanzar el proyecto hacia adelante, explican que la búsqueda de capital (debido a que es un proyecto altamente tecnológico y muy ambicioso) fue uno de ellos, así como encontrar el primer mercado inicial y conseguir desarrollar tecnología puntera a la vez que un negocio. Por otro lado, apuntan que “el mercado, crecer en revenue y hacerse independientes de los inversores es lo más importante y más difícil”, por lo que es su prioridad. La parte de desarrollo de la tecnología, en cambio, les sale de forma natural: “No nos cuesta nada, por nuestro background y por el team”, coinciden.
- Fracasa y vencerás
Rivero y Bou reconocen que momentos difíciles, haberlos, haylos, pero nunca han pensado en tirar la toalla. Y es que, en su opinión, para emprender es imprescindible innovar, sí, pero, sobre todo “no rendirse nunca.”
Además, si bien son conscientes de que “a toro pasado, todo se ve más sencillo”, también defienden que son las decisiones del pasado las que les han llevado a donde están hoy, “y estamos muy contentos de estar aquí”, sentencian.
- Los gigantes Timo Buetefisch
“Nos gusta particularmente el CEO de Zoom, Eric Yuan, que consiguió llegar a IPO casi sin inversión inicial. Hasta le fue rechazado el visado para trabajar en Estados Unidos ocho veces… ¡pero siguió insistiendo!”