El título elegido por el FMI para la actualización de sus previsiones en enero de 2020 es la pregunta “¿tenue estabilización, lenta recuperación?” en que combina dos sustantivos optimistas (especialmente a la vista de las referencias a “desaceleración sincronizada” que habían presidido los análisis formulados en otoño de 2019) con dos calificativos de prudente cautela, con apelaciones a los riesgos que están lejos de haberse disipado.
JUAN TUGORES QUES. Catedrático de Economía de la UB.
Es cierto que, como muestra la Tabla, las proyecciones del FMI sitúan en el año pasado el mínimo de crecimiento mundial, con previsiones para 2020 y 2021 otra vez algo por encima del 3%. Pero para el conjunto de las economías avanzadas se apunta al mantenimiento de una cierta ralentización, especialmente en Estados Unidos (aunque los años electorales siempre dan sorpresas) y mejores perspectivas para una Alemania que bordeó la recesión en 2019…a la espera de que la guerra comercial de la Administración Trump no desplace su frente desde China hacia la Unión Europea.
Las economías emergentes, en su conjunto, vuelven a aumentar su distancia en tasas de crecimiento respecto a las avanzadas. China continúa en la desaceleración, pero la “tregua comercial” recién firmada con Estados Unidos, pese a ser percibida como frágil, suaviza esa tendencia a la baja, al contrario de lo que sucede para India que deberá esperar a 2021 para volver a crecer más que China. Y las mejores previsiones para América Latina y África se ven asimismo con especial prudencia.
Como resume la economista-jefe del FMI, Gita Gopinath, “si bien hay indicios de estabilización, las perspectivas mundiales siguen siendo débiles y no se distingue una señal que apunte claramente a un punto de inflexión”.