Las medidas de contención y mitigación decretadas por parte de la mayoría de Estados europeos amenazan con una nueva recesión en el viejo continente
Los datos difundidos por el gobierno chino denotan un impacto económico mucho mayor del pronosticado al inicio de la crisis.
Texto: Adrià Gratacós Torras
Los efectos económicos que pueden suponer las medidas de contención y mitigación del COVID-19 son todavía impredecibles y dependerán de dos variables: de la gestión de la crisis y de la duración de las medidas. Durante la primera semana del decreto del estado de alarma por parte del Estado español ya se han producido cierres masivos en comercios, centros comerciales, bares y restaurantes y áreas de ocio. También se han generado afectaciones en la cadena de producción del país y corporaciones como SEAT, Ford o Nissan han suspendido la producción. Se prevé que los Expedientes de Regulación Temporal de Ocupación (ERTO) afecten a 140.000 trabajadores, solo en las grandes empresas.
Des de la Patronal de la Pequeña y Mediana Empresa de Catalunya (PIMEC) se ha calculado que la pérdida de ingresos para las pymes y los autónomos en Catalunya podría llegar a los 10.000 millones de euros si los efectos del COVID-19 se extienden durante tres meses. Por otro lado, la Comisión Europea calcula, con los datos actuales, que se puede producir una caída de entre el 1% y el 1,5% del PIB en la comunidad europea, pero no descarta que el impacto pueda ser todavía “más profundo”.
“La Comisión Europea calcula, con los datos actuales, que se puede producir una caída de entre el 1% y el 1,5% del PIB en la comunidad europea, pero no descarta que el impacto pueda ser todavía “más profundo”
También la OCDE se ha atrevido a hacer sus pronósticos a escala mundial, asegurando que el coste de la crisis sanitaria restará, como mínimo, medio punto porcentual al crecimiento económico mundial de este año. Así, el organismo supraestatal pronostica que el PIB mundial crecerá un 2,4% en 2020, lo que supondrá el peor dato de crecimiento mundial desde 2009.
Gestión de la crisis y medidas económicas
Los principales Estados europeos han aprobado de urgencia la movilización de una gran cantidad de recursos económicos para hacer frente a la crisis que supone el COVID-19 para las economías comunitarias. Alemania ha aprobado un plan de 500.000 millones de euros (15% del Producto Interior Bruto germano). Francia movilizará en los próximos días hasta 300.000 millones (un 12% del PIB) y España ha aprobado una partida de avales para empresas de 100.000 millones (9% del PIB). Unos 100.000 millones a los cuales se les sumarán 18.000 millones más para reforzar la sanidad, posponer impuestos a compañías y proteger trabajadores y familias vulnerables. También se prevén 80.000 millones en coberturas de riesgo, moratorias de hipotecas y facturas que avalará el sector privado. Con todo, el gobierno español prevé movilizar 200.000 millones de euros (el 18% del PIB del Estado) con el objetivo de mantener la actividad económica.
Todavía está por ver de qué forma se inyectarán estos recursos en la liquidez de las empresas y la efectividad que pueden suponer para no hacer disparar el paro del país. También será necesario ver qué efecto pueden tener los avales en el endeudamiento a medio y largo plazo de las empresas. El paquete de medidas del gobierno español también contempla planes de choque sociales que permitan no disparar el endeudamiento de las familias (que en enero se situaba en 713.218 millones), mantener el consumo y dotarles de los recursos suficientes para hacer frente a una crisis que se prevé “temporal”, pero que sus consecuencias se pueden alargar en el tiempo.
Por otro lado, el Banco Central Europeo (BCE) ha anunciado la puesta en marcha de nuevas inyecciones de liquidez con medidas muy generosas para la banca y ha disparado el paquete de estímulos: así, se incorporará una dotación temporal de compras adicionales de activos netos por valor de 120.000 millones mensuales hasta finales de año, ante los 20.000 millones mensuales actuales.
Impacto económico según la duración
El estado de alarma decretado por el gobierno español el pasado 14 de marzo establece una duración de dos semanas de las medidas anunciadas. Sin embargo, el propio ministro del Interior del gobierno español, Fernando Grande-Marlaska, ha anunciado que las medidas se podrían alargar en el tiempo. Sin disponer todavía de datos macroeconómicos que puedan indicar el impacto real que puede suponer el virus, y sin precedentes inmediatos, resulta complicado prever la afectación que puede suponer para la economía. La única referencia a nivel mundial de un confinamiento de la sociedad por pandemia alargado en el tiempo lo encontramos en la China, durante los meses de enero y febrero, por la misma crisis del COVID-19.
La República Popular de la China inició las medidas de confinamiento en la ciudad de Wuhan y las principales ciudades del país el 23 de enero, y a mediados de marzo empezó a levantar el confinamiento de buena parte del país. Según datos del ejecutivo chino, durante los casi dos meses de confinamiento (enero y febrero) el impacto económico ha sido considerable en prácticamente todos los sectores productivos del país. Con un paro con tasas históricamente residuales, la crisis del COVID-19 ha supuesto un incremento de más de cinco millones de personas paradas, y tanto los sectores económicos como las inversiones han sufrido pérdidas considerables.
“Según datos del ejecutivo chino, durante los casi dos meses de confinamiento (enero y febrero) el impacto económico ha sido considerable en prácticamente todos los sectores productivos del país”
Efectos económicos en el tejido empresarial
En concreto, la producción industrial se ha desplomado un 13,5%, entre enero y febrero, con respecto a los datos de los mismos meses en 2019. La caída ha sido más considerable en el sector privado (-14,2%) que en el sector público (-7,9%).
Los sectores económicos más perjudicados son, con diferencia el comercio minorista (-20,5% interanual) y el sector manufacturero (-15,7%). Otros sectores del tejido productivo como el suministro de agua y luz (-6,5%) o las empresas mineras (-6,5%) también se han visto afectados. Y de entre todo el tejido empresarial, las Pymes han sido las más perjudicadas; Según datos del gobierno chino, han retomado la actividad el 85,6%. A estos datos se deberían sumar los efectos producidos en marzo y el ritmo con el cual la economía china volverá a reactivarse durante los próximos meses.
El impacto en las inversiones
En relación a la inversión de activos, que comprende el gasto en infraestructura, recursos inmobiliarios, maquinaria y equipamiento, se ha reducido un 24,5% en la China durante los meses de enero y febrero. La inversión manufacturera (-31,5%) y la inversión en infraestructuras (-30%) han sido las más perjudicadas, seguido de la inversión inmobiliaria (-16,3%) y la inversión en Alta Tecnología (-17,9%). Entre todos los indicadores catastróficos de estos dos meses de crisis en la China, solo hay un dato positivo: las ventas online, que han contado con un aumento del 3% durante este período.