Las tensiones entre EE.UU. y China se han convertido en una constante de la política internacional, sin que suponga ninguna sorpresa. Ya en 2017 escribía que “la relación entre los dos países sería conflictiva”. La guerra total parece improbable, pero no imposible, mientras se materializa un nuevo escenario de Guerra Fría. China sigue ganando fuerza económica y militar en detrimento de EE.UU., una tendencia que llevaría a los partidarios del realismo a prever conflictos o incluso guerras.
Michael A. Witt. Profesor senior asociado de Estrategia y Negocios Internacionales en INSEAD.
También las preocupaciones de los defensores del liberalismo se han multiplicado, al menos en la opinión pública. Los enfrentamientos territoriales (en el Mar del Sur de China o Taiwán) y las cuestiones comerciales permanecen en la agenda. La nueva guerra fría está cogiendo forma, pero ¿cómo puede acabar? El año pasado planteé en una encuesta a 109 directivos internacionales un hipotético escenario de dos esferas económicas.
El 75% de los directores de industrias primarias y manufactureras, y el 50% de los de servicios creían que el escenario era probable. La mayoría de directivos coincidieron en que el conflicto tendría impacto negativo para sus negocios, pero solo el 20% afirmó que habían tomado medidas. En la encuesta, los directivos identificaron dos formas de respuesta: retirarse a una sola esfera, o fomentar la descentralización y operar en ambos dominios.
Actualmente vemos estrategias empresariales de retiro en ambos lados del conflicto. La inversión extranjera china en EE.UU. cayó un 73% en 2018. Las empresas occidentales están trasladando sus operaciones a otras partes de Asia o América. Una estrategia conocida como “ABC”: Anywhere But China (en cualquier lugar menos China). Este retiro supondrá un menor alcance y mayores costes en la cadena de suministro.
La alternativa de descentralizar las operaciones en ambas esferas comportaría ventajas en el coste y el alcance, pero no está claro si es factible. En otro artículo expuse las cinco condiciones principales para dicha descentralización:
1. El aumento de la localización debe ser factible.
2. La sede central debe mantener un mínimo control.
3. Las operaciones en la otra esfera deben ser legales.
4. Los derechos de la propiedad deben ser seguros.
5. La repatriación de las ganancias debe ser posible.
Actualmente, dichos puntos albergan muchas incógnitas. Por ejemplo, más localización significa menos margen para ubicar las compañías donde lo han hecho mejor y las restricciones legales pueden impedir el control de la sede sobre recursos de la empresa. Además, cualquier país puede impedir legalmente a sus empresas operar en otros países y los gobiernos pueden efectuar expropiaciones y controles monetarios.
Ante estos desafíos, es probable que una estrategia de descentralización requiera niveles excepcionales de claridad estratégica y disciplina operativa, y no parece que este enfoque sea generalizado. En cualquier caso, parece que el conflicto contribuirá a la desglobalización, lo que supondrá un impacto costoso para las operaciones multinacionales.