El ayer de nuestro Sistema Nacional de Salud (SNS), del que no nos hemos aún desenganchado, nos acarrea en el presente y desde un pasado reciente limitaciones importantes para hacer frente a los cuatro retos a superar para tener futuro: la crisis económica, la crisis de modelo sanitario asistencial actual, la crisis pandémica y epidemiológica y la incapacidad de un acuerdo político con conocimiento de causa.
Dr. Boi Ruiz. Director y profesor del Área de Health Management de OBS Business School. Profesor de UIC Barcelona. Presidente de Know How Advisers.
- Confusión social sobre el SNS. En general, desconocimiento sobre financiación, gestión y valores que sustentan nuestro SNS. Aún hoy, un porcentaje elevado de la población sigue hablando de la “Seguridad Social”.
- Insuficiencia financiera crónica. El paso de una cobertura de Seguridad Social (financiada a partir de las cuotas de trabajadores y empresarios) a una cobertura universal financiada a través de los impuestos se basó en el gasto de la Seguridad Social en aquel momento. No tuvo en cuenta el incremento de la población cubierta ni el gasto de funcionamiento de las nuevas inversiones. Después, los cambios demográficos, el aumento de la demanda y los costes tecnológicos no tuvieron suficiencia presupuestaria con o sin las crisis económicas cíclicas.
- Recursos humanos insuficientes e insuficientemente retribuidos. La formación de profesionales va más ligada a los presupuestos de las universidades que a las necesidades reales del sistema. Ante el cambio del patrón de la demanda y la posibilidad endémica de la evolución del COVID-19, es una amenaza por resolver con prontitud. Al igual que la mejora de las condiciones laborales de los profesionales para contener emigraciones. La diferencia salarial con la media europea contribuye a la sostenibilidad.
- Modelo asistencial poco solvente. Pensado para patrones de demanda con poblaciones jóvenes y predominio de la enfermedad aguda, no tiene capacidad de adaptación y se halla sometido a fuertes tensiones. La Atención Primaria ubicada presupuestaria y físicamente en los Centros de Salud como Atención Especializada divisional en el Hospital, dificultan la respuesta integral e integrada a las enfermedades crónicas y también a las crisis sanitarias como hemos visto.
- Gobernanza del Sistema Nacional de Salud. El ejercicio de la coordinación de los Servicios de Salud de las CCAA requiere de un Ministerio con mayores competencias, y no de gestión, como es tópico decir. Requiere de la capacidad de participar, de acuerdo con lo aprobado en el Consejo Interterritorial, en la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado, para la realización efectiva de las Estrategias Nacionales y Planes aprobados en el seno del Consejo Interterritorial y que sean coherentemente vinculantes. Todo ello dentro del marco de gestión descentralizada recogido en la Ley General de Sanidad.
- Distribución de los recursos poco transparente. El cálculo de la asignación a las CCAA de la financiación que les corresponde tiene un bajo grado de publicitación, lo que impide conocer cómo influyen las necesidades sanitarias en su monto.
- Colaboración público-privada insuficiente. La naturaleza ideológica de algunos policy makers otorga solo a la titularidad pública de los medios con que se prestan los servicios sanitarios la capacidad de generar valor colectivo. Ello conduce al permanente conflicto político, limitando el concepto de servicio público al prestado con medios del Estado y con empleados funcionarios. También ocurre con la investigación y la provisión de bienes y servicios requeridos por el SNS.
- Publicación de resultados. Ello nos permitiría objetivar nuestra realidad y hacer una adecuada interpretación de los rankings en que aparecemos.
- Cobertura universal y amplia cartera de servicios y prestaciones. Reconociendo el Estado el derecho universal a la atención sanitaria y la protección a la salud de forma gratuita, equitativa, solidaria y financiada a través de los impuestos generales.
- Bajo coste. Recursos económicos consumidos por nuestro SNS, en términos de puntos equivalentes del PIB, inferiores a la media europea, obteniendo resultados en salud por encima de esa media en la mayoría de los casos.
- Recursos humanos. De alto nivel competencial y de compromiso, posicionando bien nuestros centros en rankings
- Resultados en la atención de alta especialización. En patologías de alta complejidad nos sitúan en primeras posiciones como en trasplantes, supervivencia al infarto o al accidente vascular cerebral, por ejemplo.
- Satisfacción de los usuarios. Las encuestas de satisfacción califican positivamente la atención recibida hasta ahora.
- Crisis económica post pandemia. La caída del PIB prevista va a acentuar la insuficiencia financiera crónica y el endeudamiento.
- Cambio del patrón de la demanda. La supervivencia a muchas enfermedades, no por curación, sino por cronificación, añade longevidad y la oportunidad de sufrir más enfermedades, acentuando las necesidades sanitarias.
- Demanda no satisfecha. La priorización de la atención a los pacientes graves con COVID-19 ha dejado sin atención a muchas patologías crónicas o no urgentes que habrá que atender lo antes posible para contener su evolución negativa.
- Revolución tecnológica. Velocidad de la innovación tecnológica por delante de la disponibilidad financiera para su incorporación, especialmente en lo que al medicamento se refiere.
- Sociedad de la información. Hace del ciudadano más informado un paciente activo ante la enfermedad.
- Ausencia de voluntad política para un pacto. Medidas y reformas, contenidas en innumerables informes de expertos desde hace años y permanentemente actualizadas, requieren de un acuerdo para su aplicación y de una renuncia a la demagogia de las partes. Ese retraso acumulado va debilitando al SNS.
- Ausencia de decisiones de coste de oportunidad ante otras políticas. La priorización de las políticas sanitarias puede ser valorada con relación al gasto en términos de porcentaje del PIB. Si está por debajo de la media quiere decir que otras estarán por encima.
- Las evidencias manifestadas por la crisis sanitaria pueden hacer repensar todo lo que ahora tenemos y hacer releer todo lo dicho sobre lo que hay que hacer desde finales del pasado siglo.
- La crisis económica subsiguiente. Las decisiones de coste de oportunidad con respecto a otras políticas no podrán obviarse ante el reconocimiento social recibido por el SNS.
- Un pacto político con conocimiento de causa. La realidad hace necesario un pacto ya no sobre posiciones, sino sobre decisiones para garantizar la viabilidad de lo que hoy tenemos.
- La ayuda europea. Las condiciones de esta pueden servir para la implementación de muchas de las reformas propuestas por los expertos.