Las mujeres ocupan un 34% de los puestos directivos de empresas españolas. Un porcentaje que en 2020 se ha estancado y que muestra las barreras todavía existentes para conseguir una igualdad efectiva en el liderazgo femenino
Texto: Adrià Gratacós Torras
“Promover la igualdad de género es fundamental para acelerar el desarrollo sostenible. Poner punto final a todas las formas de discriminación contra las mujeres y las niñas no solo es un derecho humano básico, sino que, además, tiene un efecto multiplicador en todas las áreas de desarrollo”. Con estas palabras justifica la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 5, destinado a la igualdad de género.
Pero como muchos otros ODS fijados por la ONU, el grado de cumplimiento de los estados de todo el mundo, a menos de una década para conseguirlos, se encuentra a medio camino. Y España no es una excepción. Según los Indicadores de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), España cumple en un 71% los objetivos de igualdad de género fijados por las Naciones Unidas.
Los datos del informe muestran un crecimiento sostenido del peso de la mujer en cargos directivos en todo el mundo: pasando de representar el 20% en 2011, al 29% en 2020.
Y a pesar de que se han conseguido mejoras en materia de igualdad entre mujeres y hombres en el Estado español, la brecha de género sigue persistente en las diferentes capas de la sociedad española. Una brecha de género que se ejemplifica en el denominado “techo de cristal” que sufren las mujeres en el ecosistema empresarial del país. En 2020 España marcaba un récord en número de mujeres en puestos de responsabilidad de las empresas del país. Según el informe Women in Business 2020 elaborado por GrantThornton, el año pasado las mujeres ocupaban un 34% de los puestos directivos de compañías españolas. La cifra situaba al Estado español ene l ‘Top 10’ mundial de países con mayor igualdad efectiva entre mujeres y hombres.
Por otro lado, los datos del informe muestran un crecimiento sostenido del peso de la mujer en cargos directivos en todo el mundo: pasando de representar el 20% en 2011, al 29% en 2020. Pero las cifras denotan todavía un largo camino en todos los países del mundo para conseguir el esperado 50%; es decir, la igualdad efectiva.
El techo de cristal del sector privado, más difícil de romper
Los datos del informe también muestran cómo el peso de la mujer en puestos de trabajo de responsabilidad en las empresas de todo el mundo ha incrementado en los últimos años. Sin embargo, los propios datos dibujan ciertos sectores empresariales donde el cristal es especialmente complicado de romper.
El informe detecta todavía una baja presencia de mujeres en las direcciones generales de las grandes empresas (suponen un 20% del total), en cargos de dirección de operaciones (18%), en dirección de IT (16%) y la dirección de Marketing (17%) y finanzas (30%). En cambio, los datos muestran un peso creciente de las mujeres en las direcciones de Recursos Humanos de las empresas.
Pero ¿por qué se produce esta asimetría en el peso de la mujer en cargos directivos según el sector profesional? Argèlia Garcia, patrona de FIDEM y CEO de Togrowfy, identifica tendencias estructurales basadas en una perspectiva masculinizada. “En sectores concretos solemos seleccionar a personas iguales que nosotros. Y esto hace que durante años estos departamentos hayan perpetuado esta presencia de hombres”, asegura.
Según Garcia es necesario un cambio estructural de la sociedad para conseguir la igualdad, tanto en cargos directivos como en todo el mercado laboral. “Este cambio llegará, pero cualquier proyecto de cambio requiere tiempo”, añade. En todo caso, el peso estructural de los hombres en el ecosistema empresarial requiere de una intervención pública. Y en este sentido, Garcia valora muy positivamente que el Plan de Recuperación del Gobierno de España contemple la igualdad de género como uno de los epicentros de política económica del ejecutivo.
La presencia de mujeres en altos cargos de la Administración General del Estado ha incrementado cerca de 15 puntos en los últimos cuatro años
De hecho, el compromiso del Gobierno de España para combatir la brecha de género empieza a ver sus frutos, a pesar de que todavía se encuentra lejos de conseguir una igualdad efectiva. Según datos del INE, la presencia de mujeres en altos cargos de la Administración General del Estado ha incrementado cerca de 15 puntos en los últimos cuatro años. Si en 2017 solo el 29,2% de los puestos directivos de la administración se encontraban ocupados por mujeres, en 2020 la cifra había ascendido hasta el 43,5%.
En cambio, la evolución del peso de las mujeres directivas en las grandes empresas del Estado español es mucho menor. Y si bien se ha contado con un crecimiento sostenido en los últimos años, su presencia es todavía testimonial. En el caso de las empresas del Ibex-35, las mujeres solo ocupan el 27,7% de los cargos directivos. La cifra es seis puntos superior a la existente en 2017 (21,1%), pero se encuentra todavía lejos del 50%.
Perspectivas de futuro: ¿qué amenazas genera el contexto actual contra la igualdad efectiva?
A pesar de la evolución positiva del peso de las mujeres en el liderazgo del ecosistema empresarial del país, el contexto económico agrava una cultura estructural que dificulta el acceso de la mujer en puestos de trabajo de responsabilidad. Los datos del informe de Grant Thornton muestran un estancamiento del peso de las mujeres directivas en las empresas españolas durante este 2020.
Este estancamiento deja un escenario incierto sobre los logros en materia de igualdad de género en el mercado laboral del país. Los motivos que amenazan lograr una igualdad efectiva son múltiples, y se puede detectar el impacto de la pandemia como una nueva amenaza. “Las mujeres han soportado de forma mayoritaria las curas a los hijos y las personas grandes durante esta pandemia y esto supone una rémora para sus expectativas profesionales”, asegura Argèlia Garcia.
El mundo empresarial está impregnado por una cultura de la autoridad masculinizada, y esto choca con la cultura femenina de liderazgo
Pero no solo la pandemia supone una amenaza para el liderazgo femenino en el sector empresarial. “El mundo empresarial está impregnado por una cultura de la autoridad masculinizada, y esto choca con la cultura femenina de liderazgo”, añade la patrona de FIDEM. Esta cultura de la autoridad genera, según Garcia, un “sesgo machista”, que afecta tanto a mujeres como a hombres. “Nos hemos educado en una cultura machista y esto arrincona a las mujeres”, afirma García.
Pero justamente, esta amenaza detectada en la cultura machista en el sector empresarial puede convertirse en una oportunidad si se cambia la perspectiva. “Cuando hablamos de liderazgo femenino estamos hablando de poner a las personas en el centro, de conectar con las emociones y de motivación. Son características que no son intrínsecas de las mujeres, pero son más fáciles de ejecutar en direcciones de empresas que cuentan con perfiles femeninos”, asegura Argèlia Garcia.
La opinión de la patrona de FIDEM concuerda con el informe When Women Lead, Firms win, publicado el año pasado por S&P Global Market Intelligence. El informe sostiene que las empresas que cuentan con mujeres en la dirección general y financiera de la empresa son más rentables que las que solo cuentan con hombres. Y justamente esta reivindicación del valor añadido que genera la diversidad es uno de los motivos que justifican el compromiso de las Naciones Unidas para luchar por la igualdad efectiva. “Tendremos avances y retrocesos en materia de igualdad, pero el camino dibuja una línea ascendente en el peso de la mujer en todos los estratos de nuestra sociedad. El liderazgo femenino es el futuro y no lo dejaremos escapar”, concluye Garcia.
La desigualdad de género, una rémora que sentencia a las mujeres a mayor precariedad
Pero los pequeños triunfos en la igualdad de género no son capaces de romper problemáticas estructurales que condenan a las mujeres a una mayor precariedad laboral. La brecha de género sigue persistente de forma estrucutral en todos los sectores empresariales. Así, los hombres cobran todavía un 21,9% más que las mujeres, de media. Según datos del INE, el salario medio entre las mujeres en 2018 fue de 21.000€, mientras que el de los hombres se elevaba hasta los 26.700€. Esta diferencia salarial, si bien no se ha incrementado en los últimos cuatro años, tampoco se ha conseguido rebajar.
Y la brecha de género, no solo se hace evidente en la desigualdad salarial, sino también en los datos de desempleo, que históricamente han sido más altos entre las mujeres que entre los hombres. La desigualdad del mercado laboral ha generado una diferencia estructural de cuatro puntos entre el paro de los hombres y las mujeres. Un agravio comparativo que antes de la llegada de la pandemia parecía retroceder tímidamente hasta los 3,5 puntos, pero que este 2020 se ha vuelto a ensanchar, hasta los 4,1 puntos.
Como en el caso del liderazgo femenino en las direcciones de las empresas, la desigualdad responde a fenómenos estructurales del mercado laboral. Pero en este caso Argèlia Garcia identifica la maternidad como un agravio añadido para las mujeres. “El embarazo es un tema conceptual que hace perder oportunidades a las mujeres”, asegura Garcia. Una pérdida de oportunidades que responde al coste social que supone para las empresas los embarazos. “La baja por maternidad la paga el Estado, pero la Seguridad Social la sigue pagando la empresa”, añade Garcia.
La solución no es sencilla, pero en todo caso, tiene que pasar por la protección de las mujeres ante el embarazo. “Necesitamos una responsabilidad compartida entre hombres y mujeres, tanto en la cura de los niños, como de la gente mayor y las tareas del hogar”, concluye Garcia. Mayor pedagogía y concienciación son indispensables para conseguir, más pronto que tarde, una igualdad efectiva entre hombres y mujeres.