La última ruptura tecnológica ha llegado: el no-coding (o no-code, literalmente “sin código”) permite a cualquier persona crear apps de alto nivel conectando entre si funciones lógicas como si fueran piezas de mecano. Es decir: sin escribir ni una sola línea de código.
Sébastien Bauer. Profesor de programas de emprendimiento en TBS Business School en Barcelona, UAB y UIC.
Algunas herramientas ya son muy conocidas, como las que permiten crear una web responsive ensamblando bloques (Google Sites, Strikingly o Squarespace). Otras, tan simples como potentes, conectan entre sí nuestras aplicaciones favoritas. Zapier o IFTT, por nombrar dos, añaden automáticamente a tu base de datos los leads nuevos que aparecen en cada una de tus redes sociales y te avisa mediante un correo electrónico.
Finalmente, hay plataformas que permiten crear apps enteras desde cero y hasta su publicación y venta: desde la sencilla y elegante Glide, que transforma cualquier hoja de cálculo en una aplicación para smartphones, hasta la completísima Bubble. Eso sin contar las plataformas especializadas en marketing, como Mailchimp, o en e-commerce, como Shopify.
La start-up Stop-Waste, creada por tres jóvenes emprendedores de Barcelona, es un ejemplo de cómo conseguir las primeras ventas en un mercado nuevo, en menos de dos meses y sin presupuesto, haciendo un uso intensivo de estas herramientas para:
1. Acumular ensayos y errores. Crearon muy rápidamente una web de e-commerce y campañas de promoción con las versiones gratuitas de Shopify y Mailchimp, midieron los resultados con Google Analytics y, cada vez que algo no funcionaba, hicieron pequeños ajustes, hasta encontrar la fórmula.
2. Automatizar tareas: como el envío de correos electrónicos, el seguimiento de reuniones y decisiones, y la gestión de su pequeño stock y catálogo de productos. Esto les permitió lanzar su start-up al mismo tiempo que acabaron sus estudios.