La abogacía vive, como toda la sociedad, momentos de cambios extraordinarios. El mundo avanza muy deprisa y, especialmente en este último año de pandemia, este colectivo ha demostrado que es capaz de superar cualquier obstáculo para cumplir con su principal función social: garantizar el derecho de defensa de la ciudadanía y conseguir un mundo más justo.
Mª Eugènia Gay. Decana del Colegio de la Abogacía de Barcelona (ICAB).
En este contexto de cambios permanentes, la abogacía tiene la enorme responsabilidad de guiar a las personas para que conozcan bien sus derechos. Es necesario que la sociedad esté cada vez mejor informada y mejor defendida. Y es necesario, también, que los profesionales tengan al alcance las herramientas de formación para poder adaptarse a las nuevas circunstancias.
Por eso es tan importante que el Colegio de la Abogacía de Barcelona se haya convertido en un referente en la formación de los profesionales, no sólo de Barcelona, sino también del resto de Cataluña, España y el mundo. El sello del Colegio es el sello de la formación jurídica de calidad que permite a los abogados y las abogadas adaptarse a los avatares de un mercado laboral que resulta ser cada vez más global, complejo y competitivo.
La formación continua y gratuita es uno de los pilares de la institución, y el confinamiento ha servido para consolidar, además, la formación en línea. La tecnología ha demostrado ser inseparable del servicio que debemos prestar en el marco de la era digital en que vivimos. En esta línea, también debemos profundizar en nuestro objetivo de ayudar a transformar y modernizar la administración de justicia, que lleva demasiados años de retraso.
Estoy convencida de que, entre todos y todas, sabremos abordar los nuevos retos que nos depara el futuro, con el espíritu de siempre, velando por los derechos básicos de la ciudadanía y por el prestigio de la abogacía como profesión que está llamada a liderar las trascendentales transformaciones del siglo XXI.