Los mediadores de seguros tenemos una amplia experiencia en abandonar de manera permanente nuestra zona de confort. No somos los únicos profesionales que tenemos esta sensación, pero corredores y agentes estamos acostumbrados a vivir en una realidad cambiante que nos exige estar preparados para afrontar lo inesperado.
Francesc Santasusana.Presidente del Colegio de Mediadores de Seguros de Barcelona.
No tengo ninguna intención de quejarme, solo el firme propósito de compartir una experiencia que puede resultar interesante para empresarios y emprendedores de otros sectores que no están tan acostumbrados a vivir en una espiral de cambios.
Pertenecemos a una actividad hiperregulada. Vivir pendientes de cambios normativos que pueden afectar de manera notable el desarrollo de nuestro negocio, exige tener una mirada muy flexible y una gran capacidad de adaptación para no quedar fuera de juego.
Esto afecta a la manera de organizar y dirigir las empresas de mediación, que continuamente se ven obligadas a implementar operativas diferentes y específicas debido a los cambios que caracterizan nuestra actividad. Aparte, lógicamente, de la evolución de la sociedad, de la tecnología, del mercado, etc.
Vivimos en la era de la omnicanalidad, y aunque cada uno tiene su opinión al respecto, la mayoría de los mediadores la aceptamos como un signo de nuestros tiempos. Otra cosa es la exigencia de respeto a las reglas del juego por parte de todos los implicados. Hoy por hoy, la distribución de seguros es estratégica para la banca. Un competidor potente que, desgraciadamente, no siempre actúa de acuerdo a los criterios de excelencia y conocimiento especializado que los consumidores, principales damnificados por esta mala praxis, necesitan y merecen.
¿Cómo nos preparamos para afrontar esta realidad imprevisible que los mediadores consideramos nuestro hábitat? Pues, es obvio que hay una parte que es exactamente una cuestión de actitud. Pero hay otra, más relevante, que pasa por la formación continua. Un aliado poderoso para estar siempre preparados. La voluntad, el aprecio a la profesión o la ambición son necesarios para sobrevivir y prosperar en entornos inciertos. Pero la formación, de calidad y para todo el equipo profesional, es lo que marca la diferencia. El ser o no ser.