La destitución del director ejecutivo de Danone, Emmanuel Faber, que había hecho que la empresa formara parte de un proyecto de misión social, cuestiona los objetivos relacionados con el bien común de las grandes empresas cotizadas bajo la influencia de los accionistas?
Christophe Revelli. Profesor de Finanzas sostenibles y responsables de Kedge Business School.
Danone, líder mundial en productos lácteos frescos, y definida legalmente como una «empresa de misión» (cuyo objetivo es crear valor ambiental y social de la misma manera que el valor económico o financiero) destituyó recientemente a su director ejecutivo, Emmanuel Faber, en un contexto de disensión gerencial y estrategias de accionistas. ¿Pone, esto, de nuevo, en tela de juicio las intenciones de las empresas que se suscriben a un proyecto social?
Los fondos activistas Bluebell Capital Partners y Artisan Partners, aunque en minoría en la estructura accionarial del grupo, aprovecharon el débil crecimiento de las acciones de Danone para adquirir una participación y dinamitar la gobernanza de la empresa, y, de paso, su proyecto B. Corp. que, sin embargo, había sido votado casi por unanimidad en junio de 2020 (99,4% de los votos).
Bluebell Capital Partners respondieron felicitándose de que se hubieran aceptado todas sus solicitudes y «que así se pudiera volver a un camino de crecimiento rentable en Danone, manteniendo la sostenibilidad como una prioridad». Esta última frase (y, en particular, el término «crecimiento rentable») es especialmente interesante de analizar y dice mucho sobre la voluntad real de los fondos activistas relacionados con esta partida. ¿Crecer infinitamente desde el punto de vista económico y financiero es compatible con la sostenibilidad, que, por definición, implica recursos finitos? La imagen del greenwashing resurge y plantea la cuestión del peso de los accionistas en las decisiones estratégicas.
Con miras a la misión social, la constitución del gobierno y la estructura accionarial siguen siendo la base principal. No se puede lograr nada sin una gobernanza sólida y transparente, dedicada a la causa social e indiferente ante los ataques de tiburones financieros. Es urgente que el financista financie, que gobierne el gobernador y que dirija el líder.