La humildad será una actitud clave para lideranos y liderar nuestros equipos o proyectos. Todo líder empresarial debería anteponer la humildad a la hora de analizar la situación, de tomar decisiones y de gestionar equipos. Pues reconocer y aceptar nuestras debilidades y nuestras limitaciones nos permitirá convertirlas en nuestras principales aliadas.
Albert Bosch. Aventurero y emprendedor.
Collado Sur del Everest, 7.960 metros sobre el nivel del mar, 21h45 del 16 de mayo de 2010. El viento huracanado no amaina como estaba prevsito y todo los miembros del equipo estamos en nuestras tiendas en una espera tensa, sabiendo que tenemos máximo dos horas para decidir si intentamos avanzar hacia la cima más alta del mundo o abandonamos y regresamos al campo base.
Latitud 88º20’12”S de la Antártida, 9h45 del 24 de diciembre de 2011. Me encuentro solo en medio de una zona repleta de grietas de todos los tamaños y de gran profundidad. Cualquier error en la trazada sería fatal y el más mínimo accidente avanzando en solitario representaría el fin al no poder activar un rescate o, en caso de poderlo activar, este se demoraría entre tres o cuatro días.
Selva del Amazonas, 7h12 del 10 de octubre de 2010. Iniciamos una travesía de 280 kilómetros a pie, después de tres días conviviendo con una comunidad local que nos ha intentado advertir y preparar para prever y gestionar la multitud de peligros que podemos encontrar en una zona repleta de animales peligrosos, con una humedad relativa del aire del 87% y el paso constante de ríos y zonas pantanosas.
Desierto de Ica, en Perú, 5h35 del 1 de diciembre de 2017. Iniciamos la travesía, a pie, desde Nazca hasta Paracas, de unos 250 kilómetros en autonomía y deberemos gestionar muy bien las altas temperaturas, los pasos de grandes dunas y la orientación para encontrar los puntos clave de agua que tenemos ubicados.
Estos cuatro capítulos extraídos de algunas de mis aventuras muestran que nuestra seguridad personal y las posibilidades de éxito de cada proyecto dependen de las condiciones que presenta la naturaleza en el momento.
Normalmente, la sociedad interpreta nuestra actitud ante estos retos extremos como una clara muestra de coraje, perseverancia y confianza. Es lo que nos gusta ver en estas experiencias compartidas con el gran público, y lo que inspira a los lectores de los libros, a los asistentes a una conferencia o a los espectadores de un documental. Pero es una conclusión incompleta, e incluso puede ser una mala lectura o un aprendizaje sesgado.
Basarse solo en coraje puede llevar fácilmente a la soberbia y a menospreciar las circunstancias del entorno. Dar tanta importancia a la perseverancia puede hacer que gastemos toda la energía en un objetivo erróneo. Y fiarnos tanto de nosotros mismos puede llevar a un exceso de confianza y entrar en la zona de las temeridades.
Todos estos factores son importantes, pero hay un aspecto clave que todo aventurero y todo líder empresarial debería anteponer a la hora de analizar la situación, de tomar decisiones y de gestionar equipos: la humildad.
Basarse solo en coraje puede llevar fácilmente a la soberbia y a menospreciar las circunstancias del entorno. Dar tanta importancia a la perseverancia puede hacer que gastemos toda la energía en un objetivo erróneo. Y fiarnos tanto de nosotros mismos puede llevar a un exceso de confianza y entrar en la zona de las temeridades
LA IMPORTANCIA DE CONOCER LAS PROPIAS LIMITACIONES
Vivimos en una sociedad, en general, y en un entorno de negocios, en concreto, tan marcado por el logro, por la competitividad, por el alto rendimiento, por la velocidad, por la tecnología y por los discursos de superación y del enfoque al éxito, que casi siempre ocurre que dejamos “la humildad” aparcada en el parking de la entrada, sin que esté invitada a entrar en nuestra zona de trabajo.
Empezando por los antiguos navegantes que descubrían tierras remotas, y continuando por los aventureros actuales, los astronautas o los exploradores de todos los ámbitos, todos tienen muy claro que, además de tener arrojo, de ser sólidos en sus convicciones y de comprometerse en esforzarse al máximo, ante todo deben ser humildes ante la naturaleza y todas las circunstancias extremas e inciertas que les rodean. Solo desde esa humildad serán capaces de aceptar la realidad que les toca afrontar en cada momento y tomar las mejores decisiones, con actitud óptima, con la mejor empatía, comprensión y compromiso por parte del resto de componentes del equipo.
“Humildad” es una palabra preciosa que todo líder debería incorporar en su diccionario personal. Deriva del latín “humilitas”, del sufijo “itas”, que indica “cualidad de ser”, y de “humus”, que significa “tierra”. Por ello, indica nuestra cualidad de ser en relación a la tierra que pisamos, aceptando nuestras propias limitaciones y avanzando a patir de allí.
Sin humildad no reconoceremos muchos peligros o amenazas que nos pueden afectar. Sin humildad no cuestionaremos muchas prácticas o creencias limitantes en nuestros proyectos empresariales o personales. Sin humildad no observaremos otras formas más eficientes de actuar en otras personas u organizaciones. Sin humildad no desaprenderemos cosas ya inútiles o desfasadas para hacer hueco al nuevo aprendizaje. Sin humildad no podremos abrirnos a trabajar nuestra inteligencia emocional para autoconocernos y autogestionarnos mejor. Sin humildad no conectaremos de verdad con las personas de nuestro equipo a través de una empatía y una comprensión que nos unirá en nuestro proyecto sea cual sea el reto que nos espere. Sin humildad no tendremos en cuenta el impacto que nuestros actos tienen en nuestro entorno, en la sociedad o en el medioambiente. Sin humildad no podemos liderarnos ni podemos liderar equipos o proyectos.
En nuestros proyectos debemos pensar en grande, brillar, atrevernos, confiar y ser muy proactivos y positivos, pero nunca desde la soberbia, desde las ideas prefijadas, desde la obsesión por el éxito o la ausencia de valores de base
CÓMO CONVERTIR UNA DEBILIDAD EN UN ACTIVO
Pero ser humildes no significa necesariamente ser poco ambiciosos, extremadamente modestos o pusilánimes. En nuestros proyectos debemos pensar en grande, brillar, atrevernos, confiar y ser muy proactivos y positivos, pero nunca desde la soberbia, desde las ideas prefijadas, desde la obsesión por el éxito o la ausencia de valores de base.
Somos vulnerables, tenemos debilidades y nos afectan muchas limitaciones. Reconocerlas y aceptarlas nos permitirá que ellas sean nuestras principales aliadas en cada expedición y cada proyecto que llevemos a cabo, porque podremos preverlas, gestionarlas, compensarlas y usarlas a nuestro favor.
En la humildad tenemos una de nuestras mayores fortalezas; y, además, una de las claves del éxito de nuestros proyectos y de la felicidad de todos los que forman parte de ellos.